jueves, 26 de enero de 2012

Bernhard Daniel


Bernhard Daniel. Fotografía de prisionero en Auschwitz

© Dokumentations und Kulturzentrum Deutscher Sinti und Roma

Bernhard Daniel nació el 24 de agosto de 1886 en Koman en la región de Moravia, hijo de familia Romaní, su padre se llamaba Paul Daniel y su madre Katharine Daniel, nacida Smola.

Fue deportado al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau en Polonia durante el transcurso de los años 1941 ó 1942, tiempo antes de que comenzara la deportación en masa de Romaníes en la primavera de 1943 hacia el campo polaco. Allí le fue tatuado en su brazo el número de prisionero 39781. Fue conducido al campo principal (Auschwitz I) o al campo masculino de Birkenau (Auschwitz II).


Bernhard Daniel murió en Auschwitz el 31 de julio de 1942, el médico nazi que certificó su muerte señaló que la causa de la misma había sido motivada por la degeneración del músculo cardíaco. (Con frecuencia esta certificación no era nada más que un subterfugio utilizado por los médicos nacionalsocialistas para ocultar el verdadero motivo del fallecimiento del prisionero; el asesinato).


Certificado de defunción de Bernhard Daniel, fechado el 31 de julio de 1942.

© Dokumentations und Kulturzentrum Deutscher Sinti und Roma


Fuentes:
The national socialist genocide of the Sinti and Roma: Catalogue of the permanent exhibition in the State Museum of Auschwitz. Romani Rose und Silvio Peritore, Dokumentations- und Kulturzentrum Deutscher Sinti und Roma, Heidelberg. Página 215.
- Panstwowe Muzeum Auschwitz-Birkenau Oswiecim, Polska

domingo, 15 de enero de 2012

Bronislawa Wajs Papusza

 Bronislawa Wajs Papusza
  © Muzeum Tarnow
 

En el registro oficial polaco se recoge la fecha de nacimiento de Bronislawa Wajs el 30 mayo 1910 en Lublin (Polonia), aunque muy posiblemente naciera el 17 de enero 1908 ó 1909.

Aunque su verdadero nombre era Bronislawa, se la conoce por su nombre Romaní, Papusza (cuyo significado es “Muñeca”) Ha sido una de las cantantes y poetas Romaníes más grandes que ha habido en la historia de la música. Vivió toda su vida en Polonia y cuando murió, el 8 de febrero de 1987, no se enteró nadie.

Papusza debe su "descubrimiento" y la posterior publicación de sus maravillosos libros de poesía a dos personas; el famoso poeta polaco Julian Tuwim, y principalmente al estudioso polaco, Jerzy Ficowski.

Esta es su historia:

Papusza nació en el seno de una familia perteneciente a un grupo o tabor conocido por los “Romaníes polacos de las Tierras Bajas” Durante siglos las sucesivas generaciones de esta saga familiar viajaron a través de los caminos de Polonia llevando una vida nómada, como marcaba la tradición los hombres iban delante y las mujeres y los niños montados detrás en carros abiertos. Un tabor podía estar formado por hasta veinte carromatos. Hombres, mujeres, niños, caballos, carros y perros bajaban de Wilno, a través de los bosques orientales de Volhynia (donde esperaron que se acabara la guerra miles de Romaníes polacos), hasta las montañas de Tatra, en el sur. Este grupo familiar se asentó definitivamente en 1950.


La familia de Papusza eran arpistas y transportaban sus grandes instrumentos de cuerda, en posición vertical sobre los carros, como su más preciado tesoro.


  Papusza (de pie) en los años 30
  © Muzeum Tarnow

El padre de Papusza procedía del clan Warmiak, su madre de los clanes gitanos de la Galitzia. Su padre murió en Siberia cuando nuestra protagonista era una niña de cinco años. Ocho años más tarde, su madre se casó con Jan Wajs. Papusza era la única hija de su madre...

El tabor estaba en contacto durante el viaje con otras caravanas del mismo clan que viajaban siguiendo otras rutas. Dejaban señales en las encrucijadas de caminos, un manojo de palitos atados con un trapo rojo, una rama rota en un sitio determinado, un hueso con una muesca. A estas señales los Romaníes polacos las llaman shpera. El tabor se detenía uno o dos días en alguna localidad y durante el crudo invierno estacionaban sus carromatos hasta que pasara la estación fría.

Papusza mantenía en secreto un sueño, aprender el noble arte de la lectura. Pero el ambiente en el que crecía la pequeña no beneficiaba en nada su anhelo, ya que su padrastro era borracho y jugador, y su madre no tenía idea de lo que era la alfabetización o de lo que una niña debía aprender. No estaba bien visto que una mujer leyera.Durante una de las paradas que hizo su tabor Papusza aprendió a leer y escribir.  No lejos de donde estacionaron sus carromatos en el invierno en que Papusza cumplió trece años vivía un comerciante Judío. Papusza le entregaba a la mujer del comerciante un pollo robado a cambio éste le daba lecciones de lectura o lo intercambiaba por libros. Papusza ocultó una pequeña biblioteca debajo de las arpas. Aprendió a leer bien, pero la escritura le costó más, en palabras de Papusza “He leído mucho y he escrito poco”.

Cuando Papusza se convirtió en una adolescente, allá por la década de 1920, el que un Romaní supiera leer suponía un hecho insólito, y cuando algún adulto la sorprendía leyendo la castigaban, le pegaban y rompían sus libros y revistas.

“Este conocimiento ha durado toda mi vida... Estoy muy orgullosa de lo aprendido, aunque nunca fui a la escuela. Fue la vida la que me dio la educación y el conocimiento...”

“Yo leía y los Romaníes se reían de mí por eso y algunos me escupían. Chismorreaban sobre mí y, yo hacía caso omiso, yo sólo quería leer más y más. Cuántas veces lloré por este motivo, pero siempre me dio igual, yo seguí haciendo lo que quería. Me inscribí en una biblioteca y sacaba a préstamo cualquier libro que caía en mis manos porque yo no sabía  cual era bueno o cual no. Le rogué a mi familia que me matriculara en la escuela, pero estos no mostraron ningún interés.​ Me contestaron: Por favor, ¿Tú, una niña gitana que quiere ser maestra? Así que no me quedó más remedio que dejarlos en paz y seguir leyendo y leyendo”

Papusza también recuerda:


".. Una vez que un grupo de Romaníes fue a tocar música a una granja junto al río, mi padrastro me llevó con él, yo me puse a leer un libro Una mujer se acercó a mí y me dijo: "¡Una gitana  y sabe leer! Bueno, eso está bien” y la señora soltó una carcajada, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas la señora se acercó y me preguntó qué hacía leyendo y cómo había aprendido a leer, yo le conté mi historia. Ella me besó y se fue, mientras yo seguí leyendo durante un rato más..."

A la familia de Papusza le pareció también inadmisible que ésta quisiera, cuando le llegó la edad de hacerlo, andar con el muchacho que tenía los ojos más negros de todo el tabor. Por ello la casaron a los quince años. Fue un matrimonio arreglado, con un arpista viejo y respetable, Dionizy Wajs, que procedía del mismo clan que su padrastro. Se trataba de una buena boda, pero nuestra Papusza se sentía muy desgraciada. Los Wajs tradicionalmente eran un clan famoso por el dinero que ganaban con su música, llegaron a ser famosos músicos de arpa. Con sus arpas, grandes y pesadas viajaban en carros tirados por caballos y tocaban allí donde quiera que los llamaran. Entre los recuerdos de la familia de Dionizy Wajs se conserva un documento que acredita que sus antepasados ​​tocaron en la Corte de la afamada mujer de la nobleza Marysienka Sobieska.


  Papusza con su familia. A su derecha Dionizy Wajs
  © Muzeum Tarnow

Papusza no tuvo hijos. Comenzó a cantar, cantaba en compañía de su marido, Dionizy Wajs. Sus composiciones musicales estaban basadas en la gran tradición Romaní de narraciones improvisadas y canciones populares sencillas y breves, compuso largas baladas, en parte canción, en parte poema. Las canciones de Papusza, como la mayoría de las canciones Romaníes, eran angustiosos lamentos de pobreza, amor imposible y, mas tarde, anhelo de una libertad perdida, hablaban de desarraigo y del lungo drom, o largo camino, de ningún sitio en concreto adonde ir...y de ningún regreso.

Cuando la Segunda Guerra Mundial estalló, miles de Romaníes fueron asesinados en Polonia, tanto por los nazis alemanes como por los fascistas ucranianos, La mayoría de los tabor en Polonia optaron por renunciar a su vida nómada a lomos de sus carros y caballos, pero el tabor de Papusza no renunció a sus arpas. Con  sus pesados instrumentos sobre las espaldas, buscaron escondite en el bosque. Cuenta la historia de cómo un arpa salvó la vida de los músicos Romaníes que se vieron amenzados por un grupo de fascistas ucranianos. Uno de los Romá más valientes del grupo, les gritó: "Si no se marchan os vamos a disparar con esta carabina". Y al parecer, los bandidos se asustaron y salieron corriendo.


Papusza perdió más de un centenar de miembros de su familia durante la guerra. Pero ni siquiera fue esta la tragedia que la condicionaría. Papusza escribió en un momento critico de la historia de su pueblo, en Polonia y (ella no era del todo consciente de ello) en todos los demás sitios; se estaba acabando un tipo de vida (vivir en el camino) y no parecía estar sustituyéndola nada identificable o soportable.

Oh, Señor, ¿adónde debo ir.?
¿Qué puedo hacer.?
¿Donde puedo hallar
leyendas y canciones?
No voy hacia el bosque,
ya no encuentro ríos.
!Oh bosque, padre mío
mi negro padre!
El tiempo de los gitanos errantes
pasó ya hace mucho. Pero yo les veo,
son alegres, fuertes y claros como el agua.
La oyes correr
cuando quiere hablar.
Pero la pobre no tiene palabras...
... el agua no mira atrás.
Huye, corre, lejos, allá
donde ya nadie la verá
agua que se va.



No escribió sólo sobre su propia gente y la vaga amenaza del mundo gadjikane (no gitano); escribió también sobre los Judíos con los que su gente compartió bosques y destino; escribió sobre “Ashfitz”.

El poeta polaco Jerzy Ficowski vio cantar a Papusza, por casualidad, en el verano de 1949, y aprecio inmediatamente su talento. Empezó a recoger y transcribir los relatos que ella había copiado con gran esfuerzo en Romanés, escribiendo fonéticamente en el alfabeto polaco.

En octubre de 1950 aparecieron varios de los poemas de Papusza en una revista llamada Problemy, junto con una entrevista a Ficowski del distinguido poeta polaco Julian Tuwim. Se habla en ella de los males del “vagabundeo” y la pieza termina con una traducción al Romanés de la Internacional comunista. Ficowski, autor de lo que sigue siendo el libro más importante sobre los judíos polacos, se convirtió en asesor sobre “la cuestión gitana”. La primera edición de su libro incluye un capitulo titulado “El buen camino”, que (aunque omitido en ediciones posteriores y quizá incluido solo como una condición para su publicación) respaldaba la política gubernamental de asentamiento de los menos de quince mil gitanos polacos que habían sobrevivido a la guerra. Ficowski cita a la propia Papusza como un ideal e indica que sus poemas podrían utilizarse con fines de propaganda entre los Gitanos.


Su mejor periodo de creación poética fue hacia 1950 –indicaba Ficowski–, poco después de abandonar la forma de vida nómada. Pero nadie ha pensado nunca en preguntarles a los propios Gitanos.

  Retrato de Papusza obra de la pintora Krystyna Gierlinska – Jozwiak
  © Krystyna Gierlinska – Jozwiak


Dos meses después de la aparición de los poemas de Papusza en Problemy, un grupo de “enviados” Romaníes le hicieron una visita y la amenazaron.

            Los gitanos no tardaron en incluir a Papusza entre los culpables de la campaña para acabar con su modo de vida tradicional. De nada le valieron su talla como poeta y como cantante ni el amor hacia su pueblo, expresado en décadas de trabajo. Papusza había hecho algo imperdonable: había colaborado con un gadjo.


   Nadie me comprende,
solo el bosque y el rio.
Aquello de lo que yo hablo
ha pasado todo ya, todo,
y todas las cosas se han ido con ello...
y aquellos años de juventud.

En realidad a Papusza la habian interpretado mal (y utilizado) las dos partes. Intentó desesperadamente recuperar la autoría de sus propias ideas, de sus canciones. Abandonó precipitadamente su hogar de la Silesia meridional y acudió al Sindicato de escritores polacos a pedir que interviniera alguien. La rechazaron. Fue a Ossolineum, la editorial que estaba preparando para su publicación inminente el libro de Ficowski, que incluía poemas de ella. Nadie conseguía entenderla..¿No estaba contenta con las traducciones? .¿Había que hacer revisiones finales? Papusza regresó a casa y quemó toda su obra (unos trescientos poemas) que había empezado a consignar por escrito con el estimulo entusiasta de Ficowski. Luego escribió una carta a este rogándole que paralizara la publicación, aunque hasta en ella daba muestras de su resignación. “Si publicas esas canciones me desollaran viva –le decía, mi gente quedará desnuda frente a los elementos. Pero quien sabe, quizá me crezca otra piel, quizá una mas bella.”

Después de la publicación de los poemas Papusza fue sometida a juicio. La citaron ante la máxima autoridad de los Romá polacos, el Baro Shero, Gran Jefe o anciano. Después de una breve deliberación se la declaró mahrime (o magherdo entre los Romá polacos), impura: el castigo era la exclusión irreversible del grupo. Papusza pasó ocho meses en un hospital psiquiátrico de Silesia; luego, durante los treinta y cuatro anos siguientes, hasta su muerte acaecida el 8 de febrero de 1987, vivió sola y aislada (hasta Ficowski cortó la relación con ella). Su propia generación la rehuyó y la siguiente no la conoció. Se convirtió en su nombre: una muñeca muda y desechada.

Salvo un breve periodo a finales de los anos sesenta, en que salió a la luz con algunos de sus mejores poemas, Papusza nunca volvió a cantar.

El etnógrafo Romaní Andrzej Mirga ha realizado una película sobre Papusza y ha colaborado en una serie de conciertos, que incluyeron actuaciones de la Metropolitan Opera de Nueva York.

La casa de Papusza, en la ciudad de Gorzow Wielkopolski, donde vivió, está señalada con una placa conmemorativa y una estatua de la poetisa se colocó en el año 2008 en el parque de la localidad.


Para finalizar me gustaría hacerlo con el poema más famoso de Papusza  donde narra una horrible experiencia, su poema "Lágrimas de sangre, Como sufrimos por culpa de los alemanes en 1943 y 1944"
Lágrimas de sangre

(Como sufrimos por culpa de los alemanes en 1943 y 1944

En los bosques. Sin agua, sin fuego – mucha hambre.
¿Dónde podían dormir los niños? Sin tiendas.
No podíamos encender fuego por la noche.
Durante el día, el humo podía alertar a los alemanes.
¿Cómo vivir con los niños en el frío invierno?
Todos están descalzos…
Cuando nos querían asesinar,
primero nos obligaron a trabajos forzados.
Un alemán vino a vernos.
-- Tengo malas noticias para vosotros.
Quieren mataros esta noche.
No se lo digáis a nadie.
Yo también soy un Gitano moreno,
de vuestra sangre – es verdad.
Dios os ayude
en el negro bosque…
Habiendo dicho estas palabras,
él nos abrazó…

Durante dos o tres días sin comida.
Todos yendo a dormir hambrientos.
Incapaces de dormir,
mirando a las estrellas…
Dios, qué bonita es la vida!
Los alemanes no nos dejarán…

¡Ah, tú, mi pequeña estrella!
¡al amanecer que grande eres!
!Ciega a los alemanes!
Confúndelos,
llévalos por mal camino,
¡para que los niños Judíos y Gitanos puedan vivir!

Cuando el gran invierno venga,
¿qué hará una mujer gitana con su niño pequeño?
¿Dónde encontrará ropa?
Toda se ha convertido en harapos.
Se quieren morir.
Nadie lo sabe, sólo el cielo,
solo el río escucha nuestro lamento.
¿Cuyos ojos nos veían como enemigos?
¿Cuya boca nos maldijo?
No los escuches, Dios.
¡Escúchanos!
Una fría noche vino,
La vieja mujer Gitana cantó
Un cuento de hadas gitano:
El invierno dorado vendrá,
nieve, pequeña como las estrellas,
cubrirá la tierra, las manos.
Los ojos negros se congelarán,
los corazones morirán.

Tanta nieve caerá,
cubrirá el camino.
Solo se podía ver la Vía Láctea en el cielo.

En esa noche de helada
una hija pequeña se muere,
y en cuatro días
su madre la entierra en la nieve
cuatro pequeñas canciones.
Sol, sin ti,
ver como una pequeña gitana se muere de frío
en el gran bosque.

Una vez, en casa, la luna se detuvo en la ventana,
no me dejaba dormir. Alguien miraba hacia el interior.
Yo pregunté -- ¡Quién está ahí?
-- Abre la puerta, mi negra Gitana.
Vi a una hermosa joven Judía,
temblando de frío,
buscando comida.
Pobrecita, mi pequeña.
Le di pan, todo lo que tenía, una camisa.
Nos olvidamos de que no muy lejos
estaba la policía.
Pero no vendrían esa noche.

Todos los pájaros
rezan por nuestros hijos,
por eso la gente malvada, víboras, no los matarán.
¡Ah, destino!
¡Mi desafortunada suerte!

La nieve caía tan espesa como hojas,
nos cerraba el camino,
tal era la nieve, que enterró las ruedas de los carros.
Había que pisar una huella,
empujar los carros detrás de los caballos.

¡Cuánta miseria y hambre!
¡Cuánto dolor y camino!
¡Cuántas afiladas piedras se clavaron en los pies!
¡Cuántas balas silbaron cerca de nuestros oídos!

                  Bronislawa Papusza Wajs


                                                                                             
  Monumento y placa en recuerdo de 
Papusza en Gorzow-Wielkopolski
  © Ciudad de Gorzow-Wielkopolski

En 2013 se estrenó una película polaca que recuerda la vida de nuestra protagonista, lleva por título "Papusza" y está dirigida por Joanna Kos y Krzysztof Krauze.

       
Fuentes:
- Enterradme de pie. La odisea de los gitanos. Isabel Fonseca. Traducción de José Manuel Álvarez Flórez. Ed. ANAGRAMA. Barcelona. Páginas 11-25
- Rombase: Papusza (Bronislawa Wajs)
- Papušakere gila. Pieśni, Papuszy (1956) Papušakere gila. Wroclaw.
- The Gypsies in Poland Ficowski, Jerzy (1989). Warsaw.
- The Destiny of Europe's Gypsies Kenrick, Donald S. / Puxon, Grattan (1972). Sussex.
- Zoli. Colum Macann. Random House Publishing Group, 2008 - 347 páginas

martes, 10 de enero de 2012

Anna Schneeberger


Anna Schneeberger

© Dokumentations und Kulturzentrum 
Deutscher Sinti und Roma


Anna Schneeberger nació en Gishübel el 3 de noviembre de 1928.

Fue deportada al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau en Polonia por su origen Romaní, allí tatuaron en su brazo el número de prisionera Z-6727.

En este campo fue obligada por los nazis a realizar trabajo esclavo.

Su destino final en el Porrajmos nos es desconocido.

Fuentes:
- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993.Volumen I. Páginas 458-459
The national socialist genocide of the Sinti and Roma: Catalogue of the permanent exhibition in the State Museum of Auschwitz. Romani Rose und Silvio Peritore, Dokumentations- und Kulturzentrum Deutscher Sinti und Roma, Heidelberg. Página 262.

jueves, 5 de enero de 2012

Walpurga Horvath


Walpurga Horvath en 1946.

© Asociación Roma Service

Walpurga Horvath nació el 15 de noviembre de 1923 en Trausdorf, población perteneciente a la región austriaca del Burgenland. Walpurga y su familia vivían en un asentamiento Romaní que estaba constituido de tres casas.

El padre de Walpurga Horvath trabajaba en la construcción de carreteras y en las canteras, en invierno se dedicaba a fabricar canastas para los agricultores de la zona que la madre de Walpurga canjeaba por alimentos en las aldeas cercanas.

Walpurga y sus siete hermanos llevaban una existencia tranquila, protegida por sus padres y libre de preocupaciones. Sin embargo, todo empezó a cambiar poco después del "Anschluss" la anexión de Austria por parte de los nazis en 1938.

Una mañana muy temprano, a eso de las 5 ó las 6 de la mañana, cuando todos se estaban preparando para salir hacia su trabajo, los SA llegaron hasta el asentamiento donde vivía la familia de Walpurga. Élla y los demás les pidieron a los soldados permiso para recoger sus tijeras y los demás utensilios que necesitaban para desarrollar su labor, pero las SA les contestaron que donde iban no necesitaban nada de eso. Ni tan siquiera pudieron ponerse el delantal, delantal que siempre llevaban puesto. Los padres de Walpurga por ese tiempo se encontraban en casa de unos tíos de nuestra protagonista en Grosshöflein, por lo que pudieron escapar a esta redada, aunque un año o dos después de que se llevaran a sus hijos, fueron conducidos al campo de confinamiento de Gitanos de Lakenbach.

Mientras tanto, el 25 de junio de 1938, Kathi (prima de Walpurga), Estefanía (hermana de Walpurga) y Walpurga fueron deportadas desde Trausdorf hasta Eisenstadt, allí las condujeron hasta la sede del gobierno provincial y  desde ese punto de recogida las trasladaron en camiones hasta Fischamend, donde permanecieron toda aquella noche.

Desde allí serían conducidas a su destino final, el campo de concentración de Ravensbück. Nada más llegar al punto de reunión observaron que allí ya se encontraban numerosos Romaníes, muchos, muchos Romaníes, de las que muchas de ellas eran mujeres, también había algunos Jenische. Los SS las agolparon en el andén cerca de un tren de mercancías, las manejaban a través de un vallado, como si se tratase de un transporte de animales. No les dieron agua, ni nada. Walpurga recuerda sobre todo el enorme calor que hacía. Desde Fischamend las deportaron en vagones para transporte de ganado con destino al campo de concentración de Ravensbrück. No hicieron ninguna parada durante todo el viaje.

Nada más llegar a Ravensbrück y tras permanecer de pie en formación durante mucho rato las condujeron hasta la “sala de duchas”. En este lugar las dirigieron primero hasta un vestuario, una sala muy grande, donde fueron obligadas a desnudarse. Sus ropas se quedaron en la sala mientras unos prisioneros las recogían y sobre todo se preocupaban por encontrar joyas. Walpurga recuerda como le quitaron su precioso collar de confirmación (se había confirmado dos o tres años antes) unos pendientes que le había dado su madre y unas pocas piedras preciosas.

De las duchas las llevaron a los barracones. A Walpurga le fue asignado el Barracón 8. En su interior había unas 50 personas.

En el campo tuvo que llevar a cabo trabajo esclavo para los nazis, les obligaban a excavar en la tierra y amontonarla, todo esto bajo el abrasador calor, no les daban ni tan siquiera un poco de agua. Las prisioneras que caían derrumbadas por el agotamiento eran fatalmente golpeadas o mordidas por fieros perros.

Tiempo después Walpurga fue trasladada a una fábrica de aviones que había cerca de Ravensbrück, allí llegaban muy temprano cada mañana y pasaban todo el día confeccionando ropa militar o haciendo paracaídas. Walpurga se ocupaba de realizar tareas de costura, tenía que coser las juntas de los pantalones y ponerle botones.

Walpurga recuerda que en aquel lugar había una niña discapacitada que se llamaba Kapa, un día le dijo a Paula Sarközi de Rudersdorf, “-Auntie ¿Ahora qué estamos en Viena?”  La pobre chiquilla se pensaba que se encontraban en Viena. Incluso en mitad de aquel horror y tanto sufrimiento había lugar para sonreír y todas bromeaban con aquella ocurrencia de la pobre muchachita. Pero un día los nazis se la llevaron, seguramente la mataron inmediatamente.

En Ravensbrúck, Walpurga no albergaba ninguna esperanza de volver a casa, carecía de esperanza, pensaba que nunca saldría viva de allí, lo único que le hacía pensar que tendría alguna oportunidad de seguir viviendo era que a los nazis les interesaba mantenerla viva por su trabajo, y los alemanes, así pensaba Walpurga, la mantendrían con vida si les era de utilidad.

Poco tiempo antes del final de la guerra, de Ravensbrück fue trasladada al campo de concentración de Bergen-Belsen, aquello era un verdadero infierno, cuando llegó aún había nieve en el suelo, le entregaron unos zuecos. Walpurga enfermó, su hermana y Pitscha de St. Margarethen cargaban con la pobre y debilitada Walpurga. La llevaban caminando apoyada sobre sus hombros. Si los SS las hubieran visto las habrían fusilado a todas de inmediato. Cuando llegaba el supervisor la soltaban y Walpurga continuaba como podía. Su hermana también se encontraba muy débil, Walpurga afirma con rotundidad que su hermana Steffi fue su salvadora. Sin Estefanía no habría podido sobrevivir.

Se acercaba la liberación, pero las penalidades no habían acabado todavía aquí, el campo era un verdadero caos, Walpurga y su hermana continuaron durante una semana en el campo, no había agua, ni una cama donde descansar, nada para sentarse o permanecer de pie. Habían quemado los barracones. Continuaron deambulando por el campo, de un lugar a otro, a lo lejos, en una ocasión que iban de un lado a otro del campo, vieron un gran montón de algo que se les antojó podía ser madera, había montones de madera por todas partes… pero cuando se acercaron comprobaron que en aquellos montones además de madera entremezclados con estos habías muchísimos cadáveres, una fila de maderos y otra fila de muertos, después prendían con aceite ramas de abeto y todo aquel infierno salía ardiendo, apestaba el aire, la barbarie y la muerte alzaron su faz delante de los rostros de Estefanía y Walpurga.

Se escuchaban bombardeos y disparos no muy lejanos. Llegaron al campo tanques con soldados franceses y escoceses, Walpurga recuerda que le dijo a su hermana “Pero, si llevan falda” desconocía como era el uniforme de las tropas escocesas. Los británicos liberaron el campo. Instalaron con toda la celeridad posible tiendas de campaña, les inyectaron vitaminas, ya que en el campo no había nada de comida.

A excepción de su hermana Estefanía y Pitscha de St. Margarethen, nadie más de su grupo sobrevivió. Ni Koki de Bernstein, ni Rosalía consiguieron sobrevivir. Los soldados las sacaron de allí y las llevaron a las casas que habían ocupado los SS, allí motaron hospitales de campaña, Walpurga había contraído la tuberculosis, recuerda que había tres camas por habitación, ella ocupó la del medio y cada día traían niños distintos a las camas situadas a su izquierda y a su derecha. Gracias a Dios Walpurga pudo sobrevivir. Como un indeleble recuerdo grabado a fuego en su mente, Walpurga recuerda que le preguntó a un soldado húngaro “¿Dónde se llevan a los niños?” el soldado contestó “Walli –le resultaba difícil llamarla por su nombre de pila-  los niños vuelven a sus casas.” Luego cuando logró recuperarse averiguó que en realidad los niños morían. Entonces Walpurga preguntaba ¿Y por qué yo no me puedo ir a casa?”  “no Walli tú debes quedarte aquí conmigo”  le respondía el soldado. Y entonces Walpurga comenzaba a llorar y  a gritar “¡Mi hermana también  ha muerto, mi hermana está muerta!” Pero Steffi no había muerto, se encontraba en otro lugar porque su salud se hallaba en mejor estado y la habían agrupado con aquellos que estaban sanos.

El soldado húngaro le dijo a Walpurga que su hermana estaba viva. “¿Cómo lo sabes?” preguntó Walpurga, “tu hermana lleva puesta una blusa roja y te está buscando” respondió el soldado. “Si la ves dile que estoy viva. “Así lo he hecho, lo que ocurre es que no le está permitido entrar aquí” Y siempre la consolaba de esta forma cuando Walpurga se venía abajo.

Hasta que un día los médicos permitieron que Steffi pudiera visitar a Walpurga. El reencuentro de las dos hermanas supuso uno de los días más felices en las vidas de ambas. Milagrosamente, con la excepción de su hermano Pepi y una sobrina, toda su familia sobrevivió al Porrajmos.

Después de que Walpurga y su hermana Estefanía pasaran un año y medio de recuperación en Suecia, volvieron a Austria en 1947. A Walpurga y su familia les dieron una habitación en la casa municipal de Trausdorf, ya que todas sus casas habían sido destruidas durante la guerra.

Así relata Walpurga su vuelta a casa:
“Volver a casa, fue algo maravilloso para nosotras, realmente maravilloso. [...] La tristeza había desaparecido – la casa de uno es su casa. El hogar es el hogar, incluso si tan sólo es una choza. Sólo el amor cuenta, el verdadero amor humano - amor por el interés de amar, el amor material, ese no interesa.”


A pesar de que estaban felices y de que habían conseguido algo de ropa y algo que comer, las cicatrices mentales que dejó el Porrajmos nunca se curaron. Su salud resquebrajada por tantos años en los campos de concentración le han motivado a lo largo de su vida constantes enfermedades, pero los más duro han sido las secuelas mentales, el dolor psicológico del trauma ese nunca ha abandonado la vida de Walpurga.


Documental Mri Historija. Walpurga Horvath en el 
que nos relata su historia

© Asociación Roma Service


Poco después, conoció a su futuro marido, Karl Horvath, con quien se casó en 1953. Walpurga trajo dos niños al mundo, Lona y Karl.


Walpurga Horvath con su hija Lona y su hijo Karl en 1956

© Asociación Roma Service


Fuentes:
- Lives Remembered. Life Stories of Victims of National Socialism. Renate S. Meissner on behalf of the National Fond der Republik Österrecih (Ed.): Viena, 2010, Páginas 250-256.
- Extracto de la historia de vida de la señora Horvath tomado de una entrevista (realizada en Romaní) a partir de la documentación de testigos de la época "Mri Historjia. Historias de la Vida de los Romá del Burgenland" por la asociación "Roma Service".
- Articulo de la revista Romano Centro “Die Mit Den Augen Lacht, Traumschwester Wali, número 53, páginas 4-5.
- Zigeuner, Roma, Menschen: Lebensberichte burgenländischer Roma. Erich Maria Schneller. Publisher, Edition Lex Liszt 12, 2006. 108 páginas.