jueves, 5 de enero de 2012

Walpurga Horvath


Walpurga Horvath en 1946.

© Asociación Roma Service

Walpurga Horvath nació el 15 de noviembre de 1923 en Trausdorf, población perteneciente a la región austriaca del Burgenland. Walpurga y su familia vivían en un asentamiento Romaní que estaba constituido de tres casas.

El padre de Walpurga Horvath trabajaba en la construcción de carreteras y en las canteras, en invierno se dedicaba a fabricar canastas para los agricultores de la zona que la madre de Walpurga canjeaba por alimentos en las aldeas cercanas.

Walpurga y sus siete hermanos llevaban una existencia tranquila, protegida por sus padres y libre de preocupaciones. Sin embargo, todo empezó a cambiar poco después del "Anschluss" la anexión de Austria por parte de los nazis en 1938.

Una mañana muy temprano, a eso de las 5 ó las 6 de la mañana, cuando todos se estaban preparando para salir hacia su trabajo, los SA llegaron hasta el asentamiento donde vivía la familia de Walpurga. Élla y los demás les pidieron a los soldados permiso para recoger sus tijeras y los demás utensilios que necesitaban para desarrollar su labor, pero las SA les contestaron que donde iban no necesitaban nada de eso. Ni tan siquiera pudieron ponerse el delantal, delantal que siempre llevaban puesto. Los padres de Walpurga por ese tiempo se encontraban en casa de unos tíos de nuestra protagonista en Grosshöflein, por lo que pudieron escapar a esta redada, aunque un año o dos después de que se llevaran a sus hijos, fueron conducidos al campo de confinamiento de Gitanos de Lakenbach.

Mientras tanto, el 25 de junio de 1938, Kathi (prima de Walpurga), Estefanía (hermana de Walpurga) y Walpurga fueron deportadas desde Trausdorf hasta Eisenstadt, allí las condujeron hasta la sede del gobierno provincial y  desde ese punto de recogida las trasladaron en camiones hasta Fischamend, donde permanecieron toda aquella noche.

Desde allí serían conducidas a su destino final, el campo de concentración de Ravensbück. Nada más llegar al punto de reunión observaron que allí ya se encontraban numerosos Romaníes, muchos, muchos Romaníes, de las que muchas de ellas eran mujeres, también había algunos Jenische. Los SS las agolparon en el andén cerca de un tren de mercancías, las manejaban a través de un vallado, como si se tratase de un transporte de animales. No les dieron agua, ni nada. Walpurga recuerda sobre todo el enorme calor que hacía. Desde Fischamend las deportaron en vagones para transporte de ganado con destino al campo de concentración de Ravensbrück. No hicieron ninguna parada durante todo el viaje.

Nada más llegar a Ravensbrück y tras permanecer de pie en formación durante mucho rato las condujeron hasta la “sala de duchas”. En este lugar las dirigieron primero hasta un vestuario, una sala muy grande, donde fueron obligadas a desnudarse. Sus ropas se quedaron en la sala mientras unos prisioneros las recogían y sobre todo se preocupaban por encontrar joyas. Walpurga recuerda como le quitaron su precioso collar de confirmación (se había confirmado dos o tres años antes) unos pendientes que le había dado su madre y unas pocas piedras preciosas.

De las duchas las llevaron a los barracones. A Walpurga le fue asignado el Barracón 8. En su interior había unas 50 personas.

En el campo tuvo que llevar a cabo trabajo esclavo para los nazis, les obligaban a excavar en la tierra y amontonarla, todo esto bajo el abrasador calor, no les daban ni tan siquiera un poco de agua. Las prisioneras que caían derrumbadas por el agotamiento eran fatalmente golpeadas o mordidas por fieros perros.

Tiempo después Walpurga fue trasladada a una fábrica de aviones que había cerca de Ravensbrück, allí llegaban muy temprano cada mañana y pasaban todo el día confeccionando ropa militar o haciendo paracaídas. Walpurga se ocupaba de realizar tareas de costura, tenía que coser las juntas de los pantalones y ponerle botones.

Walpurga recuerda que en aquel lugar había una niña discapacitada que se llamaba Kapa, un día le dijo a Paula Sarközi de Rudersdorf, “-Auntie ¿Ahora qué estamos en Viena?”  La pobre chiquilla se pensaba que se encontraban en Viena. Incluso en mitad de aquel horror y tanto sufrimiento había lugar para sonreír y todas bromeaban con aquella ocurrencia de la pobre muchachita. Pero un día los nazis se la llevaron, seguramente la mataron inmediatamente.

En Ravensbrúck, Walpurga no albergaba ninguna esperanza de volver a casa, carecía de esperanza, pensaba que nunca saldría viva de allí, lo único que le hacía pensar que tendría alguna oportunidad de seguir viviendo era que a los nazis les interesaba mantenerla viva por su trabajo, y los alemanes, así pensaba Walpurga, la mantendrían con vida si les era de utilidad.

Poco tiempo antes del final de la guerra, de Ravensbrück fue trasladada al campo de concentración de Bergen-Belsen, aquello era un verdadero infierno, cuando llegó aún había nieve en el suelo, le entregaron unos zuecos. Walpurga enfermó, su hermana y Pitscha de St. Margarethen cargaban con la pobre y debilitada Walpurga. La llevaban caminando apoyada sobre sus hombros. Si los SS las hubieran visto las habrían fusilado a todas de inmediato. Cuando llegaba el supervisor la soltaban y Walpurga continuaba como podía. Su hermana también se encontraba muy débil, Walpurga afirma con rotundidad que su hermana Steffi fue su salvadora. Sin Estefanía no habría podido sobrevivir.

Se acercaba la liberación, pero las penalidades no habían acabado todavía aquí, el campo era un verdadero caos, Walpurga y su hermana continuaron durante una semana en el campo, no había agua, ni una cama donde descansar, nada para sentarse o permanecer de pie. Habían quemado los barracones. Continuaron deambulando por el campo, de un lugar a otro, a lo lejos, en una ocasión que iban de un lado a otro del campo, vieron un gran montón de algo que se les antojó podía ser madera, había montones de madera por todas partes… pero cuando se acercaron comprobaron que en aquellos montones además de madera entremezclados con estos habías muchísimos cadáveres, una fila de maderos y otra fila de muertos, después prendían con aceite ramas de abeto y todo aquel infierno salía ardiendo, apestaba el aire, la barbarie y la muerte alzaron su faz delante de los rostros de Estefanía y Walpurga.

Se escuchaban bombardeos y disparos no muy lejanos. Llegaron al campo tanques con soldados franceses y escoceses, Walpurga recuerda que le dijo a su hermana “Pero, si llevan falda” desconocía como era el uniforme de las tropas escocesas. Los británicos liberaron el campo. Instalaron con toda la celeridad posible tiendas de campaña, les inyectaron vitaminas, ya que en el campo no había nada de comida.

A excepción de su hermana Estefanía y Pitscha de St. Margarethen, nadie más de su grupo sobrevivió. Ni Koki de Bernstein, ni Rosalía consiguieron sobrevivir. Los soldados las sacaron de allí y las llevaron a las casas que habían ocupado los SS, allí motaron hospitales de campaña, Walpurga había contraído la tuberculosis, recuerda que había tres camas por habitación, ella ocupó la del medio y cada día traían niños distintos a las camas situadas a su izquierda y a su derecha. Gracias a Dios Walpurga pudo sobrevivir. Como un indeleble recuerdo grabado a fuego en su mente, Walpurga recuerda que le preguntó a un soldado húngaro “¿Dónde se llevan a los niños?” el soldado contestó “Walli –le resultaba difícil llamarla por su nombre de pila-  los niños vuelven a sus casas.” Luego cuando logró recuperarse averiguó que en realidad los niños morían. Entonces Walpurga preguntaba ¿Y por qué yo no me puedo ir a casa?”  “no Walli tú debes quedarte aquí conmigo”  le respondía el soldado. Y entonces Walpurga comenzaba a llorar y  a gritar “¡Mi hermana también  ha muerto, mi hermana está muerta!” Pero Steffi no había muerto, se encontraba en otro lugar porque su salud se hallaba en mejor estado y la habían agrupado con aquellos que estaban sanos.

El soldado húngaro le dijo a Walpurga que su hermana estaba viva. “¿Cómo lo sabes?” preguntó Walpurga, “tu hermana lleva puesta una blusa roja y te está buscando” respondió el soldado. “Si la ves dile que estoy viva. “Así lo he hecho, lo que ocurre es que no le está permitido entrar aquí” Y siempre la consolaba de esta forma cuando Walpurga se venía abajo.

Hasta que un día los médicos permitieron que Steffi pudiera visitar a Walpurga. El reencuentro de las dos hermanas supuso uno de los días más felices en las vidas de ambas. Milagrosamente, con la excepción de su hermano Pepi y una sobrina, toda su familia sobrevivió al Porrajmos.

Después de que Walpurga y su hermana Estefanía pasaran un año y medio de recuperación en Suecia, volvieron a Austria en 1947. A Walpurga y su familia les dieron una habitación en la casa municipal de Trausdorf, ya que todas sus casas habían sido destruidas durante la guerra.

Así relata Walpurga su vuelta a casa:
“Volver a casa, fue algo maravilloso para nosotras, realmente maravilloso. [...] La tristeza había desaparecido – la casa de uno es su casa. El hogar es el hogar, incluso si tan sólo es una choza. Sólo el amor cuenta, el verdadero amor humano - amor por el interés de amar, el amor material, ese no interesa.”


A pesar de que estaban felices y de que habían conseguido algo de ropa y algo que comer, las cicatrices mentales que dejó el Porrajmos nunca se curaron. Su salud resquebrajada por tantos años en los campos de concentración le han motivado a lo largo de su vida constantes enfermedades, pero los más duro han sido las secuelas mentales, el dolor psicológico del trauma ese nunca ha abandonado la vida de Walpurga.


Documental Mri Historija. Walpurga Horvath en el 
que nos relata su historia

© Asociación Roma Service


Poco después, conoció a su futuro marido, Karl Horvath, con quien se casó en 1953. Walpurga trajo dos niños al mundo, Lona y Karl.


Walpurga Horvath con su hija Lona y su hijo Karl en 1956

© Asociación Roma Service


Fuentes:
- Lives Remembered. Life Stories of Victims of National Socialism. Renate S. Meissner on behalf of the National Fond der Republik Österrecih (Ed.): Viena, 2010, Páginas 250-256.
- Extracto de la historia de vida de la señora Horvath tomado de una entrevista (realizada en Romaní) a partir de la documentación de testigos de la época "Mri Historjia. Historias de la Vida de los Romá del Burgenland" por la asociación "Roma Service".
- Articulo de la revista Romano Centro “Die Mit Den Augen Lacht, Traumschwester Wali, número 53, páginas 4-5.
- Zigeuner, Roma, Menschen: Lebensberichte burgenländischer Roma. Erich Maria Schneller. Publisher, Edition Lex Liszt 12, 2006. 108 páginas.