lunes, 8 de abril de 2013

Otto Rosenberg

Otto Rosenberg fotografiado tras la guerra. 1947
© Archivo de la familia Rosenberg

El 8 de abril se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Pueblo Gitano Esta fecha, recuerda el Congreso Mundial Romaní celebrado en Londres el 8 de abril de 1971 en el que se instituyó la bandera y el himno gitano, el Gelem, gelem. Como cada año quiero dedicar la biografía que publico en mi blog a una persona especial, una de esas que han marcado mi vida.

Otto Rosenberg nació el 28 de abril de 1927 en Draugu­pönen, Prusia Oriental.

Su padre se dedicaba a comerciar con caballos y su madre, además de dedicarse a las tareas del hogar, recorría las calles vendiendo baratijas y adivinando el futuro.


Sus padres se separaron cuando Otto tenía dos o tres meses, de modo que se fue a vivir con su abuela a Berlín, también le acompañaron su hermana Therese y su hermano Max. El hermano mayor, Waldemar, estuvo viviendo un tiempo en casa de la abuela, pero pronto prefirió volver junto a su padre y su hermanastra.

Luise Herzberg con sus hijos, Waldemar Otto
Max y Therese en Berlín 1930.
Sólo Otto Rosenberg (aparece sentado en
la parte delantera izquierda)
y su madre sobrevivieron a los campos 
de concentración.
© Archivo de la familia Rosenberg

En Berlín vivían de manera modesta y sencilla, en solares privados que solían alquilar con otras familias Romaníes. Cuando el lugar donde se encontraban dejaba de gustarles, los parientes o los amigos les dejaban sus caballos y esa noche se reunían todos por última vez alrededor del fuego a comer y a beber alguna cerveza.

Llegados al nuevo lugar las mujeres salían a las calles a vender o a echar la buenaventura. Los hombres tejían cestos, fabricaban mesas y sillas de madera de raíz o decoraban armarios. Los padres de Otto, para el pobre Otto, más que padres eran visitas. Otto se sentía muy apegado a su abuela, a la que llamaba mamá.

Tras varias mudanzas se establecieron en Altglienicke-Bondorf, en el camino de Sandbach en Berlín, allí asistió a la escuela, aunque Otto siempre se sintió discriminado por el resto de compañeros y compañeras, como ejemplo, a menudo los niños se ponían las mochilas en lugar de en la espalda en el pecho, comenzaban a hacer el aeroplano, lo empujaban, lo atropellaban y no dejaban de insultarle, le decían que era un “Gitano asqueroso” y muchas otras cosas peores.

De este modo transcurrió su infancia, eran los años de Hindenburg (la República de Weimar) y los primeros de Hitler en el poder.


En 1936, poco antes de que comenzasen las Olimpiadas de Berlín, una madrugada, a eso de las cuatro o las cinco de la mañana, los guardias de asalto y la policía, los despertaron a todos de manera intempestiva, gritando, golpeándolo todo y a todos. Los subieron a unos camiones y los trasladaron al Campo de Confinamiento para Gitanos de Berlín-Marzahn. No podían abandonar el lugar, había zanjas por todas partes, todas ellas llenas de aguas residuales, recuerda Otto que despedían un hedor insoportable, espantoso. La gente allí internada, vivía en cuchitriles que construían a su manera con planchas de hojalata, que cada uno se agenciaba como podía, también estaba la barraca de la policía y otra barraca que funcionaba como escuela, pues el colegio de educación primaria de Berlín Marzahn, el que estaba cerca de la iglesia, a ese no les permitían asistir a los niños Gitanos. En aquella modesta escuela, en la barraca del campo de confinamiento sólo contaban con el magisterio de un maestro, estaban organizados en varios grupos, que se dividían en dos aulas, una era para los niños y niñas más pequeños y la otra para el alumnado de más edad.

Campo de confinamiento de Berlín-Marzahn
© Bundesarchiv

Los Romaníes que estaban internados en Marzahn podían salir a hacer la compra, cuando les repartieron documentos y se regularizó su situación, así les concedieron permiso para salir del campo de confinamiento. Podían ir a la ciudad, pero estaban obligados a volver por la noche. Al salir había que pasar por delante de la barraca de la policía.

Policías del Campo de confinamiento de Berlín-Marzahn
© Bundesarchiv

Otto recuerda como se hizo novio de una Gitanita turca llamada Katharina. Para la celebración de su 1ª comunión les hicieron sus trajes; zuecos de madera de tacón alto y unos trajecitos con cuello postizo blanco que podía desabotonarse.

Campo de confinamiento de Berlín-Marzahn
© Bundesarchiv
Un día llegaron al campo dos expertos en higiene racial, el doctor Ritter y su ayudante Eva Justin, pasaron de manera sistemática de chabola en chabola, de barraca en barraca, de carromato en carromato, querían saber todo, conocer cada detalle de sus vidas, les preguntaban de dónde habían venido, quiénes eran sus padres, sus abuelos…

Robert Ritter y uno de sus ayudantes tomando
muestras de sangre de una mujer Romaní.
© Bundesarchiv

En 1938, llegó de nuevo la policía o los guardias de asalto al campo de confinamiento de Berlin-Marzahn, con el objeto de llevarse a todos los varones jóvenes. Los montaron en camiones y se los llevaron al campo de concentración de Sachsenhausen-Oranienburg. Entre los detenidos se encontraba el tío de Otto, Paul.

Por ese tiempo el campo sufrió una transformación, los nazis llevaron unas barracas que antes habían sido utilizadas por el ejército alemán. Echaron los cimientos y las instalaron, estaban divididas en dos partes y en cada una habitaba una familia. La familia Rosenberg vivía en la 28A; su abuela, su tío Anton, su hermano Max, su hermana, su tía Camba y Otto. Detrás de la barraca de la policía levantaron una enfermería y la oficina de asistencia social.

El número de los asentados en Marzahn alcanzó en muy poco tiempo la cifra de mil personas. Durante el día solamente permanecían en el campo las personas mayores, los niños asistían a la escuela. Otto ayudaba a los campesinos de las cercanías para obtener algunos alimentos de más. En aquel tiempo no podía entrar al campo ninguna persona que no estuviera internada en el campo. La policía se situaba junto a un lado de la cancela de la entrada. De vez en cuando, por la mañana, la policía irrumpía en una barraca o en un carromato cualquiera y se llevaban a la gente que había en su interior. Cada día se conducía a más personas al edificio de la C2 en Berlín, situado en la Dircksenstrasse, en ese lugar se encontraba la oficina que se encargaba de la cuestión gitana, dirigida por un tal señor Karsten. A la madre de Otto, por ese tiempo, había llegado a vivir a Marzahn, la condujeron a esa oficina. No volvió nunca. De allí la enviaron directamente al campo de concentración de Ravensbrück.


En 1940, cuando Otto contaba 13 años, lo expulsaron de la escuela, le dieron una cartilla de trabajo, una tarjeta de impuestos y otra de invalidez y lo alistaron para trabajar en una empresa de armamento llamada “Equipos Dannemann und Quandt” con sede en Berlín-Lichtenberg.

Documento de Otto Rosenberg que certifica que mientras 
permaneció como prisionero del campo de confinamiento 
de Gitanos de Berlín-Marzahn realizó trabajos 
forzados para la empresa Danneberg y Quandt en 
Berlín-Lichtenberg.
© Archivo de la familia Rosenberg

Como niño que todavía era, a Otto le gustaba jugar. Un día lo pillaron en la fábrica jugando con una lupa. Lo condujeron a la Dircksenstrasse y de allí a la cárcel de Moabit, lo metieron en la celda 538, tiempo después lo dejaron libre cuando cumplió la pena a la que lo habían condenado. Pero nada más salir de prisión lo volvieron a detener y de nuevo lo condujeron a la Dircksenstrasse. Esta vez lo metieron en un tren y fue así, de este modo, poco antes de que nuestro protagonista cumpliera los 16 años en 1943 cuando llegó al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau.

Nada más llegar el convoy a Auschwitz, los nazis procedieron a hacer una selección de los prisioneros; los Judíos por una parte, los Gitanos por otra, los polacos allá y así con los demás. Los pusieron delante de un médico, que después de echarles un vistazo, hacía una señal con una campanilla y les indicaba con un ademán su destino. El proceso se hallaba repleto de automatismos, en un abrir y cerrar de ojos desaparecían del lugar todos los niños. Otto se encontró agrupado con muchachos de más o menos su edad. Se arremangó la camisa y un polaco llamado Bagdan le tatuó en el brazo con una especie de pluma una letra y un número, el número Z-6084.


El campo de prisioneros Judíos se encontraba justo inmediatamente al lado del de los Gitanos.
Un fragmento del Sector BII con sus barracones de madera poco 
tiempo después de haberse finalizado su construcción
© Foto SS. Auschwitz Birkenau State Museum 
Archives. Original en Yad Vashem
Al principio fue destinado a los albañiles del campo principal y al cabo de un mes, a él y a su kommando los llevaron a Birkenau al Zigeuner Familien Lager. A Otto lo alojaron en el bloque 3. Había unos 23 ó 26 bloques y estaban colocados en dos hileras. Cada bloque medía unos 10 metros de largo y 4 ó 5 de ancho. En total el Zigeunerlager medía unos 150 metros por 100 metros. Dentro de los barracones había tablones de madera que hacían las veces de literas, colocados de 3 en 3, uno encima del otro. En cada litera dormían varias personas o incluso familias enteras. Encima de los tablones de madera había sacos rellenos de serrín, que eran los jergones. Las bastas mantas para que se abrigaran los allí internados durante el crudo y gélido invierno polaco, las habían traído los Judíos. En el centro del barracón había una estufa grande, que tiempo después de la llegada de Otto la recubrieron con ladrillos. Su abuela, su hermana Therese, sus primos, sus primas, sus tías y los hijos de su madre de su 2º matrimonio estaban en Birkenau. Otto encontró a su abuela y logró que la cambiaran a su barracón. Otto trabajó transportando arena, piedras, en numerosas ocasiones las transportaban de un punto a otro y después a cualquier a otro sitio o de vuelta al primero, con una pala sin carros, en resumen, una tarea inútil. A veces descargaban también cemento o ladrillos de los vagones, a cada uno de los prisioneros les cargaban un saco de cemento sobre la espalda y al que no se daba prisa con la carga le ponían otro saco encima con lo que terminaba acarreando a sus espaldas más de cien kilos.

Otto cayó enfermo de tifus.

Cuando llegó al barracón en el que estaba su abuela en el campo de Familias Gitanas lo nombraron centinela de barracón, poco tiempo después de nuevo enfermó, esta vez de sarna.

“Yo he visto los crematorios. Una vez fui con el kapo Félix a recoger botes vacíos que antes habían contenido Zyklon B. Salimos del campo de Gitanos, escoltados, como es natural por guardianes de las SS, y fuimos al crematorio, y esto dos o tres veces. No iba de paseo a ver que veía, sino que el kapo me había dicho que lo ayudara a traer botes y yo lo acompañé –vente conmigo- me dijo.

No vi las duchas de gas, pero si los hornos y los carros en los que amontonaban los cuerpos para llevarlos al crematorio…

La estación de ferrocarril de Birkenau estaba justo detrás nuestro recinto y allí, en el propio andén, los separaban, las madres y los niños por una parte, los jóvenes por otra, también separaban a los viejos. Debían dejar en el andén las maletas y todo lo que llevaran consigo. Les decían que los conducirían a las duchas, lo que no era del todo mentira, porque la mayor parte de ellos terminaba directamente en ellas, eso sí, en las de gas. Luego los incineraban. Creo que no se daban cuenta de lo que sucedía, entre otras razones porque las duchas eran duchas de verdad, sólo que después, por arriba, se metía esta cosa, el Zyklon B que al entrar en contacto con el agua se convertía en gas. Fue así como asesinaron a toda esa gente…”

La vida para Otto en Birkenau resultaba de una extrema dureza, así llegamos a un episodio fundamental que tuvo lugar en mayo de 1944 en el Campo para Familias Gitanas y el primer intento de liquidación del mismo por parte de las SS. Los prisioneros Romaníes se habían enterado de que las SS tenían la intención de conducir a todos los Gitanos que se hallaban en la sección BIIe de birkanau al crematorio. Ya habían exterminado a todos los Gitanos rusos de la barraca 23, incinerándolos (Agenda, 25 de mayo de 1943 “El médico SS del campo de Gitanos de Birkenau ordenó el cierre del campo y que se envíe a las cámaras de gas a 507 Gitanos con los números Z-7666 al Z-8178  y a 528 Gitanos con los números Z-8831 al Z-8864. Entre ellos los enfermos de tifus y varios centenares sospechosos de haberlo contraído)

Un día hacia el atardecer entraron unos camiones de los que se bajaron guardianes de las SS con perros, pistolas y ametralladoras, a golpes subieron a unos cuantos prisioneros en los camiones. Otto y los que estaban en su barracón podían oír la algarada: gente que gritaba, ladridos de perros, podían incluso ver parte de la escena desde los tragaluces de su barracón, no había ventanas propiamente dichas.

Luego los vehículos se marcharon y al cabo de un rato vieron como unas llamas salían de las chimeneas del crematorio, el aire olía a carne quemada. Otto no sabe si aquellos prisioneros terminaron en las cámaras de gas o si les dispararon, en Auschwitz como afirma Otto no le prestaban mucha atención al sonido de pistolas y ametralladoras, era algo cotidiano.

Entre los Gitanos que mandaron al crematorio se encontraba su novia Sophie, la hija de un decano del bloque que se llamaba Didi.

Los decanos de barracón se enteraron que las SS tenían la intención de  masacrar a todos los Gitanos. Los que llevaron la información fueron Hans Koch y Wally, un corpulento rubio de corta estatura, en realidad un mal bicho, aunque era novio de una Gitana prisionera del campo, les dijeron:

-          ¡Tened cuidado, el director del campo tiene la intención de eliminar a todos los Sinti…

Otto y su primo Oskar, con el que Otto había ido a la escuela, recibieron instrucciones de permanecer apostados a ambos lados de la calle, Otto a un lado, más o menos a la altura de la sauna, y su primo al otro lado.

Luego los decanos del bloque les dieron más instrucciones:

En cuanto os hagamos señales con las linternas, salís corriendo y tocáis a las puertas de todos los barracones. La gente ya sabe lo que tiene que hacer.”

Las SS se acercaban y Otto y su primo corrieron a tocar todas las puertas como les habían ordenado. Después volvieron rápidamente y se metieron en sus respectivos barracones y al poco escucharon como avanzaban con paso de marcha el Schutzhaftlagerführer con una tropa de hombres armados con ametralladoras, acompañados de perros pastores alemanes.

 Schwarzhuber  pasó revista a algunos bloques:

- “¡Decano de bloque del barracón 37 informe!

- ¡350 prisioneros en el bloque, sin novedad!

Llegaron también hasta donde se encontraba Otto y su primo con la excusa de que querían controlar el fichero, pero ya estaban avisados de lo que buscaban y los Romaníes estaban armados con palas, azadas, martillos, picos, horcas, todas las herramientas de trabajo de las que pudieron hacer acopio. No tenían nada que perder, si lo que aquellos nazis querían eran las vidas de aquellos miles de Gitanos, se las harían pagar caras., no estaban dispuestos a rendirse.

Schwarzhuber notó que las luces estaban encendidas en todos los barracones, incluso al otro lado de la alambrada, en el campo de los polacos y en el de los Judíos. Todo Birkenau se hallaba iluminado, lo que significaba que todos se encontraban alerta.

Muchos kapos y decanos de bloque tenían relaciones con mujeres Gitanas. Algunos habían tenido incluso hijos y no querían que fuesen exterminados. Era lógico que se encontraran del lado de los Romaníes y esto representaba un peligro para las SS.

Así que, después de controlar un par de bloques, Schwarzhuber se marchó con su tropa por donde habían venido. Comprendió que si hubiesen intentado llevarse a los Gitanos, no les habrían dado tregua, se habrían rebelado y se habría instaurado el caos. Fue así como el plan para exterminar a los Romaníes fracasó y permanecieron en Birkenau.

Agenda Auschwitz-Birkenau, 15 de mayo de 1944.

“El mando del campo de concentración de Auschwitz ordena que al día siguiente se extermine a todos los ocupantes del campo de familias gitanas BIIe de Birkenau. En el campo BIIe se encuentran cerca de 6000 prisioneros, hombres, mujeres y niños. El comandante de la sección BIIe del campo, Paul Bonigut, contrario a la decisión, ha informado de ello a algunos Gitanos de confianza para que no se entreguen vivos.”

Agenda Auschwitz-Birkenau, 16 de mayo de 1944.

Hacia las siete de la tarde se ordena el cierre del campo de familias BIIe de Birkenau. Unos coches se dirigen hacia el campo, bajan soldados de las SS armados con ametralladoras y rodean el campo. El capitán de la operación ordena a los gitanos que salgan de sus barracones. Pero, como ya habían sido advertidos, los gitanos se quedan dentro armados con cuchillos, azadas, palanquetas y piedras. Sorprendidos, los hombres de las SS vuelven a la oficina del decano del bloque a ver al capitán de la operación. Después de alguna consulta, un silbido señala a los hombres de la escolta que rodeaban los barracones que abandonen sus puestos. Las SS se marchan del campo. El primer intento de liquidar a los Gitanos ha fallado” (Czech 1989, pp. 774 y ss.)

A Otto y otros Romaníes los trasladan al campo principal de Auschwitz, en espera de ser transferidos a otros campos de concentración del Reich. Otto se negaba a marcharse:

- ¡Mani, me quiero quedar contigo!

Y Mani se quedó en Birkenau, con todos sus nietos huérfanos agarrados a sus faldas.

- ¡Vente conmigo!

- No puedo dejar solos a los niños. No puedo ¿No ves el miedo que tienen? No hijo, yo me quedo veté tú -Afirmó con todo su dolor Mani.

Y luego fue ella quien dijo:

Señor secretario, queda uno aquí, es mi nieto, también quiere ir.

Otto no quería seguirlos, pero Mani insistió:

- Venga, muévete, muévete.

            Así fue como Otto vio por última vez a su abuela, su último abrazo, su último beso. A Otto lo acompañaron su primo Oskar y su hermano pequeño Bodo, su tío Florian, hermano de su madre y su tío Julius.

            Al principio los llevaron al campo principal de Auschwitz y tuvieron que permanecer allí.

Agenda Auschwitz-Birkenau, 23 de mayo de 1944.

Después del fallido intento de liquidación, más de 1500 gitano –hombres, mujeres y niños- provenientes del campo de familias gitanas BIIe de Birkenau son reubicados en los bloques 10 y 11 del campo principal, a la espera de ser trasladados a otros campos de concentración del Reich. (Czech 1989, pp. 781 y ss.)

A primeros de agosto poco antes de la liquidación total del Zigeunerlager de Birkenau, Otto es trasladado al campo de concentración de Buchenwald

Por la tarde del 2 de agosto un tren de carga vacío está dispuesto en la terminal ferroviaria de Birkenau. Se conduce al tren a 1408 hombres y mujeres Gitanos, unos del campo BIIe y otros de los bloques 10 y 11. Son los que quedarán vivos, y por tanto se les traslada a otros campos. Los Gitanos que se marchan se despiden a través de la alambrada de los que quedan en el campo BIIe. Hacia las 19:00 horas el tren parte de la rampa de Birkenau (...) El tren tiene como destino el campo de concentración de Buchenwald….

 Después de la llamada vespertina, se ordena el cierre general del campo de concentración de Auschwitz II y de los bloques en el campo de familias gitanas BIIe. Soldados de las SS armados rodean el campo BII y algunos barracones en los que todavía hay gitanos. En unos camiones que han llegado, se suben 2897 mujeres, hombres y niños indefensos y se les traslada a las cámaras de gas del crematorio. Después de gasearlos, se echan los cadáveres de las víctimas a la fosa que está a un lado del crematorio y se incineran allí, pues en ese momento no funcionaban los hornos

El 3 de agosto llega el tren al campo de concentración de Buchenwald. Bajaron de los vagones y los obligaron a formar en filas y a entregar todo lo que llevaban consigo. Pasaron uno a uno ante un médico y éste, desde la otra parte de su escritorio, los revisaba de arriba abajo con la mirada. Con una seña les indicaba el lado en el que debían situarse. Oskar y Otto les tocó en el mismo grupo, Bodo en el otro. Oskar al ver dónde se encontraba sus hermano se cambió al grupo de Bodo y canjeó su número por el de uno que quería permanecer en Buchenwald. A los del grupo de Bodo y Oskar los volverían a enviar de regreso a Auschwitz. Oskar y Bodo murieron en Auschwitz.

Los decanos de bloque que llegaron a Buchenwald con fecha posterior a la llegada del convoy de Otto a Buchenwald le contaron que los que se habían quedado en Birkenau (entre ellos su abuela, sus primos, los otros nietos de sus abuela) habían sido exterminados.

En Buchenwald a Otto lo asignaron a una brigada que trabajaba en lo más profundo de una cantera de piedra. Debían cargar con enorme bloques en la espalda, y recorrer el larguísimo camino hasta arriba, depositarla y volver a por otra piedra.


Poco tiempo después se organizó otro transporte, seleccionaron a Otto y lo trasladaron al campo de concentración de Dora. En este campo trabajó en el interior de unas galerías subterráneas picando piedras, barrenando y despejando de escombros el lugar. En Dora se fabricaban las armas secretas de Hitler, las famosas bombas volantes V2.

Interior del campo de Dora
© Yad Vashhem

Pero en Dora permaneció escaso tiempo, Otto fue transferido al campo satélite de Dora de Nordhausen. Este subcampos fue establecido el 2 de agosto de 1944. Lo enviaron a la sección encargada de construir las conducciones de gas y agua en la explanada Nº2.

Cuando los rusos estaban muy cerca del campo, las SS cargaron a todos los prisioneros en vagones de ganado, viajaron de un lado a otro, en realidad no sabían donde meterlos, ningún campo los quería recibir. Pasaron varias semanas en esos vagones, Otto, su tío Florian, su tío Julius y uno de sus primos. Muchos prisioneros murieron de hambre y de frío en el interior de los vagones. Nadie retiraba los cadáveres, los vivos estaban obligados a permanecer en el interior de cada vagón encerrados en mitad del hedor y la suciedad. Tras varias semanas sólo quedaban vivos en el vagón de Otto 14 personas, lo único que les daban de comer era un trozo de pan y una cucharada de carne enlatada.

Finalmente llegaron al campo de concentración de Bergen Belsen. Los encerraron en unos grandes edificios de ladrillo que antiguamente habían sido cuarteles. El resto era como en los otros campos. Otto prácticamente no se tenía en pie, era un esqueleto andante.

Las tropas aliadas se acercaban al campo y los últimos centinelas habían puesto tierra de por medio. El tío Julius se marchó del campo. Otto no podía ni caminar, tenía el tobillo plagado de ampollas llenas de pus por el roce de los zuecos.

Se quedó en un estado terrible en uno de los edificios que en ese momento estaban vacíos. Llegaron las tropas aliadas y liberaron el campo el 15 de abril de 1945. Los soldados británicos les dieron pan, galletas y una sopa caliente con sabor a chocolate. Pasados unos días, consiguió recuperar fuerzas y junto con su tío Florian, su primo Willi y otro hombre abandonaron el campo. Llevaba aún el uniforme de prisioneros y los zuecos de madera. No sabían adonde ir, por todas partes se oían ráfagas de ametralladora. De camino hacia las landas de Lüneburg y tras varios encuentros y sobresaltos con las tropas aliadas Otto cayó desmayado. Cuando abrió los ojos, se hallaba en Celle, en una habitación con muchas camas y enfermeras de la Cruz Roja. Poco a poco recuperó las fuerzas. Al cabo de dos semanas y junto a su primo Willi, su tío y el hombre decidieron reemprender el viaje de regreso a casa. Willi se quedó en Colonia, los demás siguieron camino de Berlín. Pararon durante algún tiempo en una granja y posteriormente en el campo para refugiados de Salzwedel.


Otto llegó a Berlín y lo primero que hizo fue ir a Marzahn, pero el campo estaba vacío y en buena parte destruido por las llamas. Le indicaron que había Gitanos en la zona de Friedrichfelde y en Karlshorst y así fue como Otto encontró a su tía Camba y su tío Paul Franzen, con ellos y sus hijos se quedó Otto a vivir. Al poco tiempo se mudaron a Poritz, y comenzó a trabajar instalando tuberías. Pero su cuerpo se resentía, las secuelas de su paso por tantos campos de concentración y el martirio sufrido en ellos le pasaban factura y le impedían realizar un trabajo tan duro.

Tarjeta de identificación de "Víctima del fascismo"
perteneciente a Otto Rosenberg, emitida en
1947 por el magistrado de la ciudad de Berlín.
© Archivo de la familia Rosenberg

Unos supervivientes Gitanos del campo de Ravensbück le comunicaron que su madre, Katza, estaba viva y que se encontraba en Berlín. La buscó y la encontró, este hecho le produjo una enorme alegría. Le preguntó por la suerte del resto de la familia y su madre le dijo que todos habían muerto.

Se quedó a vivir un tiempo con su madre. Pero cayó gravemente enferma, había cogido la tisis en un campo de concentración y finalmente murió de tuberculosis.

Se casó con una Gitana Sinti, que había estado prisionera en los campos de Auschwitz y ravensbrück, junto a ella vivió siete años. Una de las causas de este fracaso matrimonial fue que ella había sido esterilizada durante la guerra.

Otto se casó de nuevo y formó una familia. Otto fue padre de cuatro hijos y tres hijas, destacar a dos de ellas, Petra Rosenberg (Presidenta de la Asociación Nacional de Sinti y Romá alemanes de Berlín-Brandenburgo) y Marianne Rosenberg (famosa cantante).


Su hija Petra Rosenberg dando lectura a su
discurso durante un acto en el Memorial de Ravesnbrück
© Ravensbrückblätter


Su hija Marianne Rosenberg interpretando una canción.
© Foto estudio Helga Simon

Rosenberg fue co-fundador y presidente de la Asociación Nacional Sinti y Roma alemanes de Berlín-Brandenburg, miembro de la Junta del Consejo Central, además de miembro activo del SPD.

A lo largo de su vida se dedicó en cuerpo y alma a dar testimonio de su sufrimiento y de la experiencia de su pueblo durante la II Guerra Mundial en el Porrajmos.

En 1998 fue condecorado con la Cruz Federal al Mérito primera Klasse.

Recogió sus vivencia en dos libros “Gitano en Auschwitz” publicado en español por la editorial  Amaranto y “Das Brennglas. Ein Sinto bricht sein Schweigen” 
Portada del libro Un Gitano en Auschwitz de Otto Rosenberg
© Amaranto editores
Das Brennglas
© Eichborn Verlag
Otto Rosenberg falleció el 4 de julio de 2001 en Berlín.


Otto Rosenberg tiene dedicada en Berlín una plaza y una calle que se encuentra en el lugar donde los nazis instalaron de 1936 a 1945, el campo de confinamiento de gitanos de Marzahn.

Calle dedicada en honor de Otto Rosenberg
© Bezirksmuseum Marzahn-Hellersdorf

Plaza dedicada en memoria de Otto Rosenberg
© Bezirksmuseum Marzahn-Hellersdorf


Fuentes
- Un Gitano en Auschwitz, Amaranto editores.2003. 168 páginas
- Das Brennglas. Ein Sinto bricht sein Schweigen. Eichborn Verlag Ag, 1998 - 142 páginas
- The Roma Struggle for Compensation in Post-war Germany. Julia Von dem Knesebeck. Univ of Hertfordshire Press, 2011. Página 61
- Das war für uns das Aus. Deportation der berliner sinti und roma in das zwangslager Marzahn. Karin Brandes, petra Rosenberg y Lutz-Rainer Düsing. Abgeordnetenhaus Berlin 2010.