lunes, 30 de diciembre de 2019

Zilli Schmidt nacida Cäcilie Reichmann

Zilli Schmidt nacida 
Cäcilie Reichmann
© ABB.A.D.BESPR.BAND 

Zilli Schmidt de nacimiento Cäcilie Reichmann vino al mundo el 10 de julio de 1924 en Hinternah, Turingia, Alemania, en el seno de una familia Gitana Lalleri. Sus padres, Berta y Anton Reichmann, y sus cinco hijos se dedicaban a viajar con su cine itinerante por las aldeas y los pueblos entre Dresde, Jena y Praga. Con el esfuerzo de todos llevaban su cine ambulante por localidades del sur de Alemania, colgando la gran tela de sábana que hacía de pantalla en las tabernas y lugares habilitados al efecto y, después, luces apagadas y la magia de las imágenes en movimiento. Los Reichmann conformaban una familia feliz, la vida rodaba al compás de las grandes ruedas de sus carromatos yendo de un sitio a otro en los meses de primavera, verano y otoño, mientras que en invierno permanecían estacionados. El negocio no les iba nada mal, además del cine comerciaban con instrumentos musicales y vendían artículos de mercería y artesanías

Zilli Reichmann, recuerda con cariño aquel tiempo de su tierna infancia, aunque, relata como otros niños, en ocasiones, a ella y a su hermano pequeño Stefan los insultaban, gritándoles “Zigeuner, Zigeuner!”. Zilli siempre supo defenderse y con su estuche, o con aquello que pillara a mano golpeaba a los que los ofendían, hasta que ponían pies en polvorosa y huían.

Todo se complicó con la llegada de los nazis al poder en Alemania en 1933. A pesar de ello, durante los primeros años la familia continuó con su estilo de vida nómada y con su negocio cinematográfico. Sus padres confiaron que no les pasaría nada. "Mi padre siempre creyó que Hitler solo detendría a los criminales. Y como no habíamos hecho nada, a nosotros no nos pasaría nada, pero, llegó nuestro turno y no éramos criminales”. Gradualmente la presión sobre la población Romaní iba en aumento, los encuentros con la policía criminal eran cada vez más frecuentes y la visita de los investigadores raciales les hizo ver que tenían que huir de Alemania. El lugar elegido fue Eger, en la República Checa.

En 1940 Zilli dio a luz a una preciosa niña, Gretel. El nacimiento resultó difícil; tanto para el bebé como para la madre, por entonces menor de 16 años.  Zilli nunca quiso decir a su familia el nombre del padre, ella recuerda a Gretel, con el amor que sólo siente una madre hacia su hija, como una niña preciosa con el pelo rubio y rizado.

En 1942 tras un breve primer arresto que sufrió su padre tomaron la decisión de huir a Francia, dos de sus primos vivían escondidos en Estrasburgo con documentación falsa. La familia de Zilli emprendió el camino y pasados unos días llegaron con su caravana a Metz. La muchacha con la valentía que le caracterizará toda su vida se ofreció para ir a Estrasburgo y traer a sus primos hasta Metz, su padre pensó que de este modo sería más seguro que si los dos viniesen solos. Pero, la policía criminal detuvo a los tres jóvenes cuando Zilli compraba los billetes de tren en la estación de Estrasburgo, sus primos llevaban algún tiempo siendo buscados por la policía. En la ficha policial de la detención de Zilli se recoge "Delito penal: gitana". La encarcelaron, Zilli, gritaba y lloraba sin parar, nunca antes se había separado de su familia, ellos lo eran todo. En la prisión, la muchacha tuvo que hacer todo tipo de tareas; por ejemplo, remendar uniformes de soldados, por lo que de esta forma al principio se ahorró realizar trabajos más duros. En ese sitio nunca había suficiente comida. "Lloré a menudo de hambre". Pero esto no era nada comparado con lo que aún estaba por llegar.

Ficha policial de la detención de Zilli
en Estrasburgo el 8 de junio de 1942.

© ABB.A.D.BESPR.BAND


Pasado un tiempo la trasladaron a Karlsruhe, y luego a Pankrác (Prisión en Praga) y de Pankrác al Campo de Concentración para Gitanos de Lety en Bohemia. Mientras tanto, sus padres se habían hecho cargo de la pequeña Gretel. La vida en aquel campo fue dura, una mañana mientras hacía trabajos forzados en un bosque la joven se escapó. La muchacha para sobrevivir tuvo que ingeniárselas y hacer de todo, pedía comida, dormía al raso... una dramática odisea. La muchacha de 18 años, finalmente, fue descubierta en una redada policial y nuevamente internada en Lety.

Prisión de Pankrac en Praga.
© Frank Falla Archive


         El 11 de marzo de 1943 llegó como deportada en un tren conformado por vagones para transporte de ganado al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau en Polonia, donde Bogdan, un prisionero le tatuó en su antebrazo el número de prisionera Z-1959. Zilli Reichmann fue la primera de su familia en llegar a Auschwitz

Los vagones de ferrocarril alimentaban diariamente la voracidad infinita y exterminadora de aquel infernal sitio,  miles de Romanís serían deportados a Auschwitz en los meses siguientes. También sus padres, Gretel, su hija de cuatro años, su hermana con sus siete hijos y dos de sus hermanos llegaron medio año después, pero, al menos, la familia estaba junta nuevamente. A su hermana, los nazis, la habían obligado a dejar a su bebé en el hospital de Eger, solamente, tenía unas semanas, y cuando la pequeña se repuso también la enviaron a Auschwitz. Pero, por desgracia, no sobrevivió mucho tiempo, se trataba de una niña muy pequeña, tan solo una niñita, y en aquel maldito lugar no existía hueco a la esperanza y finalmente murió en Auschwitz. Nadie en Eger quiso quedarse con la niña, nadie, sabían que su destino era Auschwitz, mas nadie se compadeció de la soledad y desnudez de aquella criatura, nadie abrazó a aquella niña Gitana y varias semanas después ya no estaba en este mundo.

Foto tomada en 1945 por soldados del Ejército Rojo tras la
liberación de Auschwitz-Birkenau. Sector BII visto desde la
torre sobre la puerta principal.
© APNA B


En el campo Zilli se hizo cargo de toda su familia, ella poseía la experiencia que le otorgaba el tiempo que llevaba ya internada en Birkenau, era una mujer joven y muy valiente. Cuando volvieron a reencontrarse en Auschwitz-Birkenau, su madre le comentó que en su odisea por las cárceles, Gretel, su preciosa hijita  siempre había llamado la atención de los policías: "Mi madre me dijo que a veces sacaban a Gretel de la celda para cantar canciones infantiles con ellos".

Uno de sus hermanos había estado combatiendo como soldado de la Wehrmacht en el Frente Oriental, pero por su origen Gitano lo excluyeron del ejército alemán y lo condujeron a Auschwitz-Birkenau, lugar al que llegó vistiendo su uniforme militar.  En el campo lo internaron en otro sector del campo, la enfermería, allí procedieron a esterilizarlo, ese fue el “privilegio” que le habían concedido por haber arriesgado su vida por Alemania en la guerra. Así que fue Zilli quien asumió la responsabilidad de cuidar de sus padres y demás familia, robaba comida de donde podía, patatas del almacén cercano a las cocinas, ropa del barracón en el que se almacenaba, su madre tenía miedo de que algún día la pillaran robando, "¡Si te descubren, te matarán!" - "Pero mamá", responde la hija. "Los niños tienen hambre". Corría enorme peligro, un día los guardias le dispararon. "La bala pasó junto a mi oreja” Y, efectivamente, llegó el fatídico día en que la pillaron robando. La condujeron a una celda de castigo, un lugar estrecho, sin sitio para sentarse o agacharse, totalmente oscuro, sin ventanas, en el que únicamente se podía permanecer de pie, allí estuvo tres largas jornadas, pero sobrevivió a eso y cuando salió volvió a robar comida para alimentar a su familia. En Birkenau sin ayuda resultaba imposible sobrevivir. Poco después de su llegada a Auschwitz había trabado amistad con el Kapo; Hermann Diamanski, un comunista que había luchado en la Guerra Civil Española y que estaba prisionero en el "Campo Gitano", lo apodaban el "Barón Gitano". Éste se convirtió en el protector de la familia Reichmann, a veces proporcionándoles alimentos, otras, protección. "Era un buen hombre que cuidó de nosotros". En el sector BIIe, Zilli y Gretel estaban juntas de nuevo. Fue un tiempo corto aunque, a la vez, el más intenso que vivió junto a su pequeña. ¿Entendía la mente infantil de Gretel lo que sucedía a su alrededor? Zilli asegura que sí. Su hija veía la columna de humo que permanentemente salía de los crematorios, olía el intenso hedor a carne quemada. Zilli le comentó que aquello eran hornos en los que se horneaba el pan. "Pero ella no me creyó. "No mamá”, dijo la cría “allí queman a la gente".

En el campo, a menudo, coincidían con el doctor Mengele, muchas mañanas se acercaba hasta donde estaban Zilli y su hija y siempre les decía: "¡Esta niña no es gitana!" y Zilli le respondía: "Doctor Mengele, soy gitana y mi hija también es gitana".

El 2 de agosto de 1944, Zilli fue transferida al campo de concentración de Ravensbrück. Durante toda aquella jornada el convoy con aquellos prisioneros Gitanos que iban a ser transportados permaneció en la rampa de Birkenau, desde el vagón Zilli podía ver el Campo Gitano, veía a su hermana, aunque estaba muy lejos, no la veía con claridad, pero allí estaba ella. Aquella tarde el tren partió y en Birkenau quedó casi toda su familia. Su hija de cuatro años, Gretel, sus padres, su hermana con sus siete hijos y muchos otros familiares murieron gaseados en la Zigeunernacht aquella trágica noche del 2 al 3 de agosto de 1944 en la que los nazis liquidaron el “Campo de Familias Gitanas”. Solo Zilli y dos de sus hermanos sobrevivieron.

En Ravensbrück una amiga polaca recién llegada de Auschwitz le informó de la muerte de su familia. Zilli se desmoronó. "Imploré a Jesús, ¿por qué al menos no me dejaste a mi hijita? ¡Nunca más me des más hijos! ".  ¿Cómo continuar viviendo después de perderlo todo? Zilli  tiene respuesta: "Nunca pensé en rendirme se lo debía a mis padres, a mi hermana, a mis sobrinos y sobrinas y a mi querida Gretel”. La internaron en el subcampo Wittenberg Elbe, donde la obligaron a poner ruedas, construir aviones... Junto a su prima, Zilli huyó de Ravensbrück y juntas se dirigieron a Berlín a buscar a uno de sus tíos, en la capital obtuvo documentos falsos con los que pudo moverse libremente hasta el final de la guerra, que le llegó en un pequeño pueblo cercano a Viena.

         La guerra finalizó y además de ella, sus hermanos, Otto y Stefan, sobrevivieron al Porrajmos. Luego trabajó con su prima en una bodega cerca de Viena. Y por las tardes siempre se sentaban en un banco y lloraban por los que se quedaron en Auschwitz, pero nunca hablaban de los padecimientos de la guerra. Poco después, Zilli conoció a un joven músico, Anton, "Toni", él, también era sobreviviente del Porrajmos y desde ese momento: "¡Ya no se movió de mi lado!". Viajaban con su grupo musical por pueblos y ciudades alemanas antes de establecerse definitivamente  en Mannheim, donde vivieron juntos hasta la muerte de Toni en 1989. La vida de la pareja fue un tiempo lleno de felicidad y eso que Zilli no volvió a tener más hijos: "Jesús me escuchó y no me dio más hijos”. Pero ella no se quedó sola, tiene una familia. Su esposo había tenido un hijo con su primera esposa, éste ha vivido cerca de Mannheim con sus cinco hijos y para Zilli: “Ellos, son mis nietos, Cerca también está la tumba donde yace enterrado mi esposo y cuando llegue el momento también me buscarán allí".

        Los años de la posguerra estuvieron marcados por la discriminación y las extenuantes luchas por el reconocimiento y la indemnización como víctimas de los nazis.

         Zilli Reichmann rara vez habló públicamente sobre su vida, hasta que en 1988, Zilli informó por primera vez públicamente de sus recuerdos de Auschwitz-Birkenau en el juicio contra el ex SS Rottenführer Ernst-August König.

         El 2 de agosto de 2018 con 94 años de edad fue la invitada de honor en el acto de conmemoración con motivo de la "Liquidación del llamado Campo Gitano de Auschwitz-Birkenau" celebrado en el Memorial de la Víctimas Romanís en Berlín, allí Zilli pronunció un emotivo discurso narrando su experiencia en el Porrajmos.

Discurso de Zilli Schmidt el 2 de agosto de 2018 en Berlín.
© Marko Priske
     
         El escritor Heiko Haumann escribió un libro donde se recoge la vida de Zilli Schmidt.

© S. Fischer Verlag

         Desde aquí, desde la modestia de este humilde blog, gracias señora Zilli por sobrevivir.

Fuentes:
-Die Akte Zilli Reichmann: Zur Geschichte der Sinti im 20. Jahrhundert de Heiko Haumann. S. Fischer Verlag. 2016.
- Biografía de Zilli Schmidt escrita por Karola Fings y revisión de Esther Sattig. Das Zigeunerlager Ravensburg Ummenwinkel. Die Verfolgung der oberschwäbischen Sinti. Berlin  2016.
- Discurso de Zilli Schmidt con motivo del evento conmemorativo del Día del Memorial del Holocausto de Romaní el 2 de agosto de 2018.
- Artículo periodístico “Völkermord an Sinti und Roma Zilli, die Kämpferin” escriot por Tanja Brandes el 8 de abril de 2019 en el Berliner Zeitung.
- Artículo periodístico “Wer ahnte, dass wir drankommen?” escrito por Hannah Bethke el 25 de abril de 2019 en el Frankfurter Allgemeine.

domingo, 22 de diciembre de 2019

Vladas Arlauskas

Vladas Arlauskas
© USHMM 

Vladas Arlauskas, nació en fecha desconocida en torno al año 1933, en Tytuvėnai, Lituania en el seno de una familia Romá. Su infancia se desarrolló en el camino, de estilo de vida nómada viajaban con sus carromatos por toda Lituania buscándose y ganándose la vida de aquello en lo que podían.

La guerra estalló y al comienzo de la misma decidieron adentrarse buscando la protección que ofrecía el interior de los bosques. Mientras tanto, el Grupo de Ejércitos del Norte alemán avanzaba prácticamente sin oposición y ya el 17 de junio de 1941, Lituania, Letonia, Estonia y gran parte de "Weissruthenien" (Bielorrusia) quedaron oficialmente sometidas a la administración civil teutona. Juntos formaron el llamado "Reichskommissariat Ostland" bajo el control del recién establecido Ministerio del Reich de los Territorios Orientales Ocupados. Hinrich Lohse se convirtió en Reichskommissar Ostland.

Familia Romaní acampando en un bosque lituano.
© Draiciunaite ir Arünas Bubny
 


Los arrestos de Romanís en Lituania llegaron tiempo después de la detención de comunistas, comisarios soviéticos y judíos. La verdadera persecución no comenzó hasta 1942, una de las causas por la que esto sucedió de este modo obedece a que los Gitanos no tenían una gran influencia dentro de la sociedad lituana: su número era escaso y los nazis estaban más preocupados por otras categorías de perseguidos. La situación de los Romanís en Lituania, en un principio,  también se vio favorecida por el hecho de que algunos de ellos llevaban una forma de vida sedentaria y, por lo tanto, no pertenecían al llamado grupo de antisociales. Los Gitanos lituanos que no tenían un lugar de residencia permanente, fueron clasificados como antisociales e inútiles y aislados como "elementos políticamente poco confiables". El 11 de noviembre de 1942, la policía de seguridad alemana y el comandante SD en Lituania ordenaron el comienzo de la ola de detenciones de Romanís de Lituania, su conducción al campo de Ežerėlis, así como la confiscación de todas sus propiedades. Se dieron pormenorizadas instrucciones a los jefes de policía para registrar y detener a aquellos que no tuvieran residencia fija. A los Gitanos que vivían de forma sedentaria y con empleos regulares se les permitía vivir en libertad, pero debían transmitirse informes mensuales de su situación a la Policía de Seguridad Alemana y al SD. El 25 de noviembre de 1942, el comandante de policía y SS del condado de Panevėžys, Otto Bellmann, envió una orden a los jefes de policía, Rokiškis y Biržai para detener a los Gitanos en sus respectivos condados y enviarlos a Panevėžys. El Jefe de la Policía Criminal de Lituania informó a la Policía de Seguridad Alemana y al Comandante SD en Lituania el 29 de abril de 1943 de que: “las estadísticas precisas de los Gitanos no están disponibles en Lituania. Se hallan registrados 284 Gitanos en Lituania (este documento probablemente se extrajo del censo de Lituania de 1923 - A.B.). Pero la cifra no es precisa porque algunos Gitanos han ocultado su origen étnico. Se estima que hay más de 1000 Gitanos en Lituania. La mayoría de ellos son nómadas, pero hay familias sedentarias en los condados de Marijampolė, Trakai, Utena y Raseiniai”. Se procedió al encarcelamiento de la mayoría de Romanís de Lituania. Con posterioridad serían puestos temporalmente bajo custodia policial o internados en prisiones, para finalmente ser enviados a un punto de distribución: el campo de trabajo de Pravieniškė.


Volviendo a la historia de la familia de Vladas Arlauskas, ésta permaneció oculta en la frondosidad de los bosques hasta que un mal día unos policías alemanes los detuvieron en uno cercano a Kaunas, los montaron en camiones y los condujeron a una prisión. Vladas tenía alrededor de ocho años. Transcurridos unos días se llevaron a su padre. Su madre y el pequeño Vladas permanecieron juntos en la misma celda. Vladas recuerda que los guardias les daban una especie de sopa que sabía mayormente a agua y que su madre, muchos días, como sólo lo puede hacer una madre, le entregaba su ración al muchacho. La prisión se hallaba atestada de personas. Con gran dolor rememora el día que lo separaron de su madre, lo arrancaron a la fuerza de sus brazos, llanto y gritos. Se lo llevaron junto a todos los niños al campo de prisioneros de Pravieniškė, un subcampo del campo de concentración de Kaunas, que permaneció activo desde su apertura en noviembre de 1943 hasta su cierre el 15 de mayo de 1944. A los prisioneros los obligaron a realizar trabajo esclavo relacionado con tareas forestales. Las condiciones de vida en Pravieniškė eran bastante difíciles. Los detenidos vivían en infestos barracones, trabajaban duro en el bosque, la desnutrición, las continuas palizas y el hostigamiento constante disminuían la población de aquel maldito infierno.

Masacre en el campo de Pravieniskié.
©
 LCVA

Mientras tanto, todas las mujeres adultas continuaron internadas en la prisión. Vladas nunca más volvería a ver a su querida madre.
        
         En el campo de Pravieniškė, recuerda Vladas, los guardias hablaban en alemán pero contaban con alguien que hacía las veces de traductor de las órdenes. Nada más llegar les afeitaron la cabeza y recibieron la primera ración de golpes y patadas. El campo se encontraba en mitad de la espesura de un bosque rodeado de una cerca de alambre de espino con guardias a pie armados y acompañados de fieros perros. Rememora que en aquella parte del campo sólo había niños, ni un solo prisionero adulto, todos los días los obligaban a pasar lista, formaban en fila y se procedía al recuento de los internados, esto era así día tras día, hiciese un intenso frío o un sofocante calor.

El señor Arlauskas habla de lo lento que pasaba el tiempo en aquel sitio, de lo mucho que extrañaba a su madre y que lloraba constantemente; señala que los otros niños también lloraban a menudo. Les daban de comer dos veces al día: sopa y un pequeño trozo de pan; Los hacían trabajar; en ocasiones los obligaban a limpiar y cargar algunas cosas; dice que si él o los otros niños trabajaban con lentitud, los guardias les golpeaban.

Arlauskas habla de niños que enfermaban en el campo; recuerda haberlos visto muertos en el suelo; dice que los niños morían de hambre; señala que, a él lo ayudó enormemente lo habituado que estaba a pasar hambre porque había crecido en mitad de la extrema necesidad que rodeaba la vida de una humilde familia Romaní, pero que muchos de los otros niños no sobrevivieron porque no tenían la terrible experiencia que produce el hambre constante. Describe el campo como un edificio con diferentes habitaciones llenas de niños; no había hospital, pero tenían un médico que hablaba lituano. Vestían la misma ropa todo el tiempo, incluso cuando la ropa se deterioraba continuaban con la misma indumentaria. Recuerda un agujero por donde se podía beber un poco de agua; los castigaban si no escuchaban las órdenes de los guardias; los obligaban a bajarse los pantalones y los golpeaban con saña con un látigo; Vladas recuerda haber sufrido ese terrible castigo.

En total, alrededor de 500 Romanís lituanos murieron asesinados durante la ocupación nazi.

Vladas Arlauskas sobrevivió al Porrajmos.

Fuentes:
- Entrevista realizada por Saulius Berzinis a Vladas Arlauskas el 24 de septiembre de 1998. USHMM cortesía de del Jeff and Toby Herr Foundation.
- Articulo de Arünas Bubnys: “Lietuvos Romų Persekiojimas Naciu Okupacijos Metais  (1941– 1944)” en Romų Plataforma. Informe presentado el 28 de noviembre de 2017 durante la conferencia "European Roma Genocide 1939-1945" organizada por el Centro de Investigación sobre Genocidio y Resistencia de la Población Lituana.
- Exposición del Museo de Ocupación y Lucha por la Libertad: "Persecución de Romaníes lituanos durante la ocupación nazi (1941-1944)".
- Arünas Bubnys ”Nacistinės represijos (genocidas?) prieš Lietuvos romus 1941–1944 metais. Conferencia en el seminario “Genocidio Romaní en Europa 1939-1945” Vilna, 2017.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Margita (Marie) Procházková (nacida Miklosova)

Marie Procházková
© USHMM

Margita (Marie) Procházková (nacida Miklosova), vino al mundo el 13 de octubre de 1924 en Regetovka, Eslovaquia cerca de la frontera con Polonia. La familia habitaba una modestísima vivienda a las afueras del pueblo, formaban parte de una pequeña comunidad de cuatro familias Gitanas que vivían en la localidad. De su niñez recuerda, principalmente, la pobreza y, el dolor que le produjo, cuando contaba tan sólo ocho años, la muerte de su madre. Marie era la única niña, además de dos hermanos pequeños, uno de seis años y otro de cuatro.

Marie asistió a una escuela rutena. A la pequeña le encantaba estudiar, terminó el octavo grado, pero las circunstancias y su padre le impidieron proseguir con su aprendizaje. Una vez llegado el momento de marcharse a la ciudad para continuar allí estudiando, su padre la cogió un día y le dijo: “No puedes marcharte, solamente tengo una hija y no puedo dejar que te vayas lejos de aquí, además, no poseo el dinero suficiente para pagar tus estudios”.

Y es que su padre se dedicaba a la música tocando por diferentes lugares. Su instrumento principal era el violín. Siempre estaba fuera. Tocaba en bodas y todo tipo de celebraciones, mientras tanto la joven se quedaba en casa. Marie trabajó como campesina y realizando aquellas tareas donde podía ganar algo de dinero para ayudar a la frágil economía familiar y permitirles así sobrevivir.

Pasado un tiempo su padre contrajo nuevo matrimonio. Su madrastra nunca la tró muy bien ni le tuvo un especial cariño. La pareja tuvo cinco hijos, dos niños y tres niñas.

Y estalló la guerra y la vida continuó como pudo en aquel lugar fronterizo. Así fue hasta 1943 los alemanes llegaron hasta su casa, sin ninguna explicación  ni razón los detuvieron y se los llevaron a todos montados en unos carros tirados por caballos. No les dejaron llevar nada consigo. Su padre lloraba y la joven Marie también. Toda una vida quedaba atrás. Fueron deportados al campo de concentración de Dubova en Polonia, a unos 30 kilómetros de la frontera con Eslovaquia. El campo estaba vallado con alambre de espino, había un edificio más grande y otros más pequeños de madera, los hombres estaban separados de las mujeres. En aquel lugar las condiciones fueron terribles, en el interior de los pequeños barracones no había camas ni literas ni una manta con la que arroparse, solamente su ropa y el duro suelo, posteriormente les entregarían unos jergones de paja que por la mañana amontonaban y por la noche volvían a extenderlos en el suelo:
La comida era muy escasa únicamente les daban algo de comer a mediodía, una sopa acuosa con muy poca sustancia. A todo esto había que añadir el terror que producían las ejecuciones diarias, el miedo, lo malvadas que eran las vigilantes alemanas. Recuerda Marie una experiencia traumática que nunca ha podido olvidar, se las llevaron en carros hasta un lugar en el que yacían muchos soldados muertos, eran checos. Los obligaron a registrar todos los cadáveres para quitarles los relojes, pulseras, pero lo peor era para los anillos que no podían sacarse de los dedos, les entregaron una especie de cuchillos con los que cortar los dedos y, de este modo, extraer los anillos. Había unas cajas de madera en las que clasificaban aquel botín. En un momento de descuido de sus vigilantes, Marie intentó guardarse una de aquellas joyas pero en un movimiento se le cayó al suelo, los alemanes la descubrieron y la golpearon casi hasta matarla. En un carro la condujeron hasta la enfermería y permaneció en ese sitio durante un mes.

En el otoño de 1944 los prisioneros huyeron cuando los rusos llegaron a Dubova. Caminando durante tres semanas, en un viaje dramático, comiendo lo que le daban o de lo que había por el campo, llegó hasta su casa, en ella se encontraban su madrastra y dos de sus hermanos pequeños. Sobrevivieron mendigando en el pueblo. Pasado un tiempo su padre regresó de su internamiento en los campos y poco a poco fueron sacando fuerzas de flaqueza para tirar adelante. Marie se encontraba exhausta, derrotada, agotada y pasó los siguientes tres meses en cama bajo los cuidados de su padre que nunca la abandonó ni la dejó desfallecer. El padre comenzó a tocar su violín, su madrastra mendigaba en las aldeas, unas pocas patatas, un pedacito de carne y, de nuevo la vida proseguía su incierto rumbo en el camino. Así fue como sobrevivieron.

         Posteriormente se trasladaron a vivir a Varnsdorf, (en la actualidad República Checa). Marie comenzó a trabajar en una fábrica textil, en ese lugar se enamoró de un Gitano checo, se casó y tuvieron seis hijos; pero su primer esposo la dejó; y Marie se volvió a casar y tuvo cinco hijos más. 

Marie Procházková en un momento 
de la entrevista en 1997
© USHMM

Marie ha vivido en Fulnek, República Checa.

Fuentes
- Entrevista con Marie Procházková realizada por Beth Jacob el 22 de junio de 1997. USHMM. Colección de The Jeff and Toby Herr Oral History Archive.

domingo, 18 de agosto de 2019

Elvira Rosenbach, nacida Laubinger

Elvira Rosenbach, nacida Laubinger,
fotografiada en 1940
© Niedersächsischen Verband Deutscher Sinti e.V

Elvira Rosenbach, nacida Laubinger, vino al mundo en Berlin el 2 de abril de 1929. Su padre se llamaba Hugo Laubinger y su madre Wilhelmine.

Pasados unos años del nacimiento de la pequeña Elvira, la familia se mudó a Aquisgrán, vivieron allí durante un tiempo en el que habitaron un modesto apartamento. Elvira tuvo pronto que abandonar la escuela, solamente había transcurrido  un año y medio del comienzo de su etapa educativa cuando se vio obligada a tener que dejarla. Luego, llegaron las primeras tarjetas de racionamiento. Todo se fue complicando a medida que los nazis aseguraban su poder en Alemania, en 1938 a su hermano y a su cuñada los arrestaron en Kassel, y otra de sus hermanas se incorporó al año obligatorio en el que permanecería ocupada en una granja como criada. El año obligatorio lo introdujeron los nazis en 1938, iba dirigido a todas las mujeres menores de 25 años, y las comprometía a un año de trabajo realizando tareas de agricultura y limpieza. Pero ante la detención de su hermano y su mujer, su hermana tuvo que ir hasta Kassel para traerse a los cinco hijos de éste, el más pequeñito tenía nueve meses. Un día su madre recibió una carta que decía: "Deben salir de la ciudad en 24 horas". ... este fue el motivo que llevó a la familia a Brunswick. En ese tiempo Elvira contaba alrededor de ocho años. No tenían nada, ni caravana, nada, solo con un modesto carro y seis niños llegaron a Brunswick. Al principio los parientes les ayudaron a salir adelante. A su hermana la obligaron a abandonar su trabajo en el año obligatorio, no le permitían llevarlo a cabo porque era Sinti, al volver encontró trabajo repartiendo carbón, su padre trabajaba en una fábrica de hierro. Elvira se matriculó de nuevo en la escuela, pero duró sólo unos días ya que las autoridades municipales obligaron a todos los Romanís de la ciudad a abandonar el colegio.

En el transcurso de 1938 a los Gitanos de Brunswick los obligaron a vivir internados en el Campo de Confinamiento de Gitanos de Veltenhof. 

Campo de Confinamiento de Gitanos de Veltenhof en 1940
© Sammlung Gerda Held/Stadt Braunschweig

El alcalde de la ciudad ordenó en una carta fechada el 25 de febrero de 1938 que, desde el 1 de julio de 1938, sólo se permitía la instalación de caravanas Romanís en el lugar habilitado para tal fin en Brunswick-Veltenhof. En ese lugar los forzaron a realizar trabajos para los granjeros: recolectando o cortando zanahorias, cogiendo patatas detrás de la máquina o recolectando guisantes, frijoles o pepinos. Algunos trabajaron en el puerto. A los niños no se les permitía acudir a la escuela, así que, a muchos de ellos, los abocaron a ponerse a trabajar... Cuando Elvira tenía unos doce años, su madre recibió una carta, en la que le comunicaban que a partir de ese momento estaba obligada a incorporarse a trabajar a una lavandería. La niña tenía que caminar todos los días hasta la lavandería una distancia total de casi 20 kilómetros, porque, como en muchas otras ciudades alemanas, los Sinti de Brunswick tenían prohibido el uso de autobuses y tranvías. 

Placa memorial en el lugar donde se encontraba 
el Campo de Confinamiento de Veltenhof
© Karsten Mentast

1943. “Y  llegó el fatídico  día, concretamente era un sábado... vino la policía y comenzó a gritar: "¡Hoy nadie acudirá a trabajar!". ... Fueron carromato por carromato preguntando si teníamos guardado oro o dinero. El oficial Wenzel, que se detuvo frente a nuestra caravana, habló con mi madre. Mi madre guardaba en una caja roja algo de dinero, estaba hecha como si fuera un libro y ella les entregó todo el dinero. Wenzel lo cogió, se lo guardó en su bolsillo y no anotó nada. Entonces, le dije a mi madre en nuestro idioma: "Mamá, el hombre se ha guardado el dinero en su bolsillo". Ella me dijo que me tranquilizase. Pero los ancianos, ya sabían lo que iba a ocurrir, tenían ese presentimiento. Cuando nos subimos a los trenes, los mayores decían: "Nosotros, los viejos, nunca volveremos a nuestra casa, aquí". ... La policía criminal nos ha dicho, os dirigís a algún lugar de Polonia, allí se os hará entrega de una pequeña casa, un pedazo de tierra y ganado, y luego tendréis que trabajar solos.” En ese momento estaban viviendo su deportación al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau. Elvira tenía trece años. Tras la marcha a su deportación de los Romanís de Veltenhof la policía prendió fuego a las pertenencias y a  los carromatos de los deportados.

Tras varias jornadas de extenuante y dramático viaje, el miércoles 3 de marzo de 1943, el tren se detuvo, bajaron del convoy entre gritos, golpes y miedo. A Elvira la convirtieron en la prisionera Z-247, registraron todos sus datos en los libros del campo y le tatuaron el número en su antebrazo:
"Entonces llegamos a Auschwitz. Desde que llegamos al campo no paraban de golpearnos. [...] No había arena, el suelo estaba lleno de barro. Los zapatos se quedaban atascados. [...] Un niño se cayó, otro perdió su bolsa. Allí estábamos y yo ya sabía lo que estaba pasando. [...] Los niños iban muriendo poco a poco, mi madre murió, a mi padre lo golpearon de tal forma que lo mataron a golpes”.

La vida se convirtió en un infierno, el hambre causaba estragos entre lo internados, ésta conducía a la desnutrición y a las enfermedades. Elvira cayó enferma de tifus."A los adultos les daban café por la mañana, a mediodía estaba la sopa de agua con nabos y por la noche había una cuarta parte de pan y otro tanto [una pequeña cantidad] de margarina. Ya está. Eso era todo, esa era la ración diaria".

A Elvira Laubinger la obligaron a trabajar en la unidad de las cocinas en el Bloque 1, en el kommando que se encargaba de pelar patatas, separada del resto de su familia. Le pegaron numerosas veces, sobre todo si la descubrían robando mondas de patatas que luego se comía, la agarraban y le pegaban una y otra vez, una y otra vez. Como aquel grupo de prisioneras solo lo componían mujeres y niñas se encontraban particularmente expuestas a la arbitrariedad y al acoso de los hombres de las SS:
"Por la noche, uno entró en la [...] cocina, en la zona de pelar patatas, era un Hauptscharführer, uno mayor, que venía solo por la tarde o por la noche.
... Gritaba, '¡fuera de las camas, vamos!', [...] salgan de las camas, fuera de las camas ', a continuación,' fuera del barracón',' bajen'. [...] Luego decía, tan rápido como disparaba, que teníamos que tirarnos al suelo, y así lo hacíamos. Allí en el suelo, estábamos las mujeres de la cocina, las que pelábamos patatas y las responsables del barracón. Mientras yacíamos ahí, decía, [...] ¿Qué tal si empezara ahora a pegaros? [...] Lo hacía todas las semanas. [...] Teníamos que empezar a ponernos de pie y a tumbarnos una vez detrás de otra, todo esto en un suelo, en ocasiones, lleno de barro, sobre piedras muy afiladas, y todo eso nos obligaba a hacerlo durante horas y cuando estábamos tumbadas se paseaba sobre nuestras espaldas con sus pesadas botas. [...] [Nunca lo olvidaré], [...] teníamos que saltar durante horas ante él".

Vista del campo de Birkenau. El campo de los hombres (BIId) 
en primer plano, con los barracones del sector BIIe 
(en una foto tomada probablemente tras su liquidación) 
visibles en la distancia, con la cocina del campo a la izquierda.
© Colección del archivo del Auschwitz-Birkenau State Museum

Wilhelmine, la madre de Elvira, murió a causa del hambre, ella tenía escondidas varias monedas de oro en el interior de la litera. Hugo, el padre de Elvira, cambió estas monedas a un kapo por pan y margarina. Pero el kapo no recibió la cantidad acordada con él, así que Hugo le prometió que el resto se lo entregaría al día siguiente. Pero, el Kapo traicionó a su padre y lo entregó a las SS. Lo golpearon con tal crueldad que murió a consecuencia de la paliza. Además de sus padres, los cinco hijos de su hermano August y su hermana Ida con sus dos hijos murieron en el "campo Gitano".

En la primavera de 1944, el 15 de abril, meses antes de la liquidación del Zigeunerlager de Birkenau a Elvira la transfirieron al campo de concentración de Ravensbrück.  En ese lugar la obligaron a realizar trabajos forzados en una fábrica de armamento.

El 11 de octubre de 1944 y luego el 14 de octubre de 1944, un total de 217 niñas y mujeres Romanís  (49 del Kommando Altenburg, y 168 del Kommando HasaG-Taucha) fueron enviadas de vuelta a Auschwitz-Birkenau en un transporte. Al llegar al campo, los SS procedieron a una selección, algunas prisioneras fueron devueltas nuevamente a Ravensbrück, mientras que el resto terminó en las cámaras de gas. Elvira se encontraba entre quienes fueron enviadas de regreso a Ravensbrück, allí siguió  realizando trabajo esclavo a pesar de que su cuerpo ya no podía aguantar más. La liberación le llegó  a nuestra Elvira en la primavera de 1945 en un campo satélite de Ravensbrück, cerca de Leipzig.

Elvira Laubinger sobrevivió al Porrajmos, sus parientes, sus primos, habían quedado dispersados durante la guerra. Tras regresar del infierno Elvira se encontraba sola. Comenzó a buscar trabajo cerca de Hamburgo, lo encontró en una granja, durante un año tuvo que hacer todo tipo de tareas agrícolas. Algunas personas le comentaban: "Seguro que todavía tienes que tener algún pariente". Junto a una amiga que también había estado en los campos de concentración volvieron a Brunswick para buscar a sus familiares. "Me bajé del tren y fui a Veltenhof... No vi ninguna caravana allí, y donde estaba la nuestra había caído una bomba. Imagina, llego y ¡no vi a ningún ser humano! No había nadie allí". Entonces regresó a Hamburgo sin haber localizado a ninguno de sus familiares. ¡Sólo después de muchos años supo que su hermana todavía estaba viva! Todos los demás habían muerto en el Porrajmos.

Elvira Rosenbach en 
sus años de juventud.
© Familia Laubinger

Elvira conoció a su marido tiempo después de la guerra y formó una familia. Su marido también había estado internado en Auschwitz-Birkenau, era un hombre muy activo  y trabajador, quería vivir, era joven y ya había pasado por mucho. Tuvieron siete hijos, pudieron haber sido once chiquillos, pero dos niñas y dos niños, ambos gemelos, se le murieron cuando tan solo eran unos bebés. Tras la guerra la familia vivió en un carromato, un carro de hojalata, en la Schillerplatz de Hamburgo, en los inviernos pasaban mucho, muchísimo  frío. Eran muy pobres, posteriormente se mudarían a una vivienda. Elvira cayó gravemente enferma a consecuencia de las profundas huellas que en su cuerpo habían dejado los años internada en los campos de concentración y de la dureza, que siendo una chiquilla, tuvo que soportar realizando trabajos forzados, además, de las constantes palizas y vejaciones sufridas durante su calvario. Ante las muchas necesidades que asolaban a la familia, el padre tuvo que tomar la difícil decisión de internar a sus hijos en un Hogar, para los chiquillos aquello significó un verdadero trauma.

Los hijos mayores Rolfi (izquierda) 
y Rigo (derecha)
© Familia Laubinger

En 1956 se instalaron en una casa de campo en Windsbergen, había un gran jardín con 24 árboles frutales. Allí la familia volvió a reunirse, los niños podían jugar, había muchas montañas de arena. Cerca, algunos parientes vivían en caravanas. Su hija dice con respecto a su madre: “Mi madre fue buena. Siempre estábamos felices cuando nos hallábamos en casa. Nuestra madre hizo todo lo que pudo por nosotros”. No había mucho. Seguían siendo demasiado pobres. Pero no necesitaban juguetes caros, se sentían libres, jugando al fútbol o saltando a la comba… “En Navidad teníamos una muñequita, botas de agua, chándal. Éramos muchos niños y las niñas teníamos una muñeca, Caperucita Roja. Tenía trenzas y cabello negro. En casa nunca pasamos hambre. Éramos pobres, pero siempre había algo para comer. Todos los domingos mi madre horneaba dos pasteles grandes en una fuente. Ella nos preparaba budines. Al lado vivían nuestros vecinos, una pareja de ancianos alemanes, que nos ayudaron mucho, mucho, mucho.”

Sus hijos; Ilonka H. con su hermana 
menor Angelika y su hermano Willi
delante de la caravana en Hildesheim,
alrededor de 1968.
© Familia Laubinger

Los niños pasaban en el hogar unas cuatro semanas, seis semanas, justo hasta que Elvira regresaba a casa después de las hospitalizaciones. Más tarde, cuando Elvira tuvo que ser de nuevo hospitalizada, entregaron a los niños a unos familiares de Hildesheim. 

Una de sus hijas recuerda que la abuela nunca besaba a los nietos por miedo a transmitirles la enfermedad. Durante toda la vida de Elvira fueron constantes los ingresos en el hospital.

Elvira Rosenbach.
© Familia Laubinger

Nunca quiso narrar a sus hijas todo su sufrimiento durante el Porrajmos. Si alguna de ellas le preguntaba qué significaba el número de su antebrazo, ella cambiaba de tema pues nunca quería hablar de eso, era tan intenso y profundo el dolor que llevaba en el interior de su corazón y su alma que le impedía hablar de aquellos años. Poco tiempo antes de que Elvira falleciera, la visitó un médico; Éste vio el número de prisionera del campo de concentración tatuado en su antebrazo y le comentó que quería escribir sobre su vida. Pero antes de que eso sucediera, Elvira murió. Elvira tan sólo habló en una ocasión acerca de aquellos años, fue en una entrevista que concedió a Cornelia Maria Hein y Heike Krokowsk para su libro “Es war unmenschenmöglich“. Sinti aus Niedersachsen erzählen – Verfolgung und Vernichtung im Nationalsozialismus und Diskriminierung bis heute“. El capítulo "Dios no quería quemarme" presenta el testimonio de Elvira, su esposo, la Sra. Krokowski y la Sra. Weiss. Lo hizo para que otras personas conocieran todo lo que sufrió, para que puedan leerlo y sepan lo que sucedió, también para sus nietos. Ella comentó: "Si alguna vez estudian el tema en la escuela, enseñadles el libro".

Ilonka H. (izquierda) en conversación con 
su hermana Angelika L. en 2018 durante
la entrevista  en la que relatan la experiencia
 de su madre en el Porrajmos.
© Maria Anna Willer

Fuentes:
- Die Akte Zilli Reichmann: Zur Geschichte der Sinti im 20. Jahrhundert. Heiko Haumann. S. Fischer Verlag.  2016.
- Aus Niedersachsen nach Auschwitz. Niedersächsischer Verband Deutscher Sinti
Verlag für Regionalgeschichte, 2004
- Der Lange Schatten des Völkermords an Sinti und Roma. Heimkimdheidt der Nachkriegsjahre bis 1975. Entrevista realizada por Maria Anna Willer a Ilonka H. y Angelika Laubinger. Páginas 8-13.
- Es war unmenschenmöglich".Sinti aus Niedersachsen erzählen - Verfolgung und Vernichtung im Nationalsozialismus und Diskriminierung bis heute. Q: Hein, C.M.; Krokowski, H.:" Hrsg. vom Niedersächsischen Verband Deutscher Sinti e.V., Hannover 1995. Páginas 35-37.
- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993. Volumen I. Páginas 40-41.

domingo, 28 de julio de 2019

Zinaida Kaplan (nacida Ibragimova)

Zinaida Kaplan
© USC Shoah Foundation

Zinaida Kaplan (nacida Ibragimova) nació en una familia Romá asentada el 23 de agosto de 1934 en Nikolaev, antigua URSS, en la actualidad perteneciente a Ucrania.

Su padre, de nombre Arzlan, trabajaba como herrero, dando continuidad al oficio que durante generaciones había llevado a cabo su familia; su madre, Izibat, realizaba trabajos como pintora y, además, se ocupaba del cuidado y educación de sus hijos.
        
En el verano de 1941, el 16 de agosto se considera la fecha en que las tropas de la Wehrmacht alcanzaron Nikolaev, la maquinaria nazi comenzó la persecución de judíos, Gitanos y comisarios políticos. La familia Kaplan, viendo el riesgo que corría  y temiendo ser denunciados por colaboradores locales, destruyó sus documentos de identificación originales y sobornó a las autoridades locales para que su registro étnico no apareciera en los nuevos documentos (pasaporte y tarjeta de identidad) que les proporcionaron. Debido a su tez oscura, los Kaplan, se hicieron pasar por tártaros, uno de los grupos étnicos que habitaban la zona, a pesar de que ni tan siquiera conocían un vocablo tártaro. En su círculo familiar mantenían la cultura Romaní: la lengua, el matrimonio...

Nikolaev 1941
© Noticiarios rusos y alemanes II Guerra Mundial

De este modo, lograron salvar su vida y escapar de la masacre de Nikolaev, un acto que causó la muerte de 35.782 ciudadanos soviéticos, la mayoría de los cuales eran judíos, llevada a cabo entre el 16 y el 30 de septiembre de 1941. Tuvo lugar en el interior y en las cercanías de la ciudad de Mykolaiv (también conocida como Nikolaev) y la ciudad vecina de Kherson en la entonces URSS (actualmente Ucrania). Los responsables de la masacre fueron miembros del Einsatzgruppe D bajo el mando de Otto Ohlendorf, quien más tarde sería condenado a muerte en la horca en el juicio de los Einsatzgruppen en Nuremberg. Los asesinatos se cometieron por muchos de los mismos soldados que participaron en la masacre de Babi Yar, y las víctimas quedaron registradas en un documento del Einsatzgruppe del 2 de octubre de 1941 como "judíos y comunistas". En muchos de estos fusilamientos en masa a la población Romaní se la mataba sin reseñar su origen étnico. El Einsatzgruppe D, de todos los Einsatzgruppen, incluso desempeñó un papel pionero en la persecución de los Gitanos soviéticos, porque los Teilkommandos de Ohlendorf fueron los primeros en pasar al exterminio concertado de la población Gitana en general. Dos fusilamientos masivos de la región de Nikolaev ([también Nikolajew en alemán) se remontan a septiembre y octubre de 1941. Significativamente, las víctimas en el primer caso (registrado) eran Romaníes sedentarios: 100 a 150 Gitanos, entre ellos mujeres y niños, a los que vivían en un asentamiento de casas de madera se les ordenó que se montaran a bordo de camiones para conducirlos al lugar de ejecución. Cuando los Romanís se negaron, los fusilaron frente a sus hogares. Otro grupo de Gitanos fue fusilado en la Estepa Nogai, al este de Nikolaev, aproximadamente en el mismo período. La razón que se arguyó para tal proceder fue que poseían una ametralladora rusa en su carromato. Con toda probabilidad, la primera orden para matar a todos los Romanís provino del propio Ohlendorf. En su defensa en el Juicio de Nuremberg de los Einsatzgruppen, sin embargo, recurrió a una estrategia doblemente pérfida para justificar sus acciones, por un lado, para intentar ocultar su responsabilidad personal, por el otro, Ohlendorf buscó fortalecer la acusación general de espionaje a través de su presunto “experto conocimiento de los Gitanos", deliberadamente minimizó el alcance real de las "acciones Gitanas" llevadas a cabo bajo su mando.

Niños de Nikolaev 1941
© Noticiarios rusos y alemanes II Guerra Mundial

La familia de Zinaida sobrevivió a la persecución viviendo bajo su falsa identidad hasta que, en marzo de 1944, las fuerzas armadas soviéticas liberaron aquella zona.

Pero aquí no acabó su sufrimiento, ya que a consecuencia de los prejuicios que existían contra los Romanís, acrecentados estos en la URSS de la posguerra, Zinaida y su familia continuaron viviendo bajo la identidad tártara tras la finalización de la contienda.

Zinaida se casó con Savva Kaplan en 1953. Tuvieron tres hijos y ocho nietos.

Fuentes:
- Entrevista llevada a cabo en Nikolaev, Ucrania el 7 de octubre de 1998 por Artur Fredekind con la ayuda del cámara Andrei Neposedov. USC Shoah Foundation.
- Biografía de Zinaida Kaplan recogida en el documento publicado por la USC Shoah Foundation en colaboración con el Centro di ricerca sulle relazioni interculturali dell’Universitá Cattolica del sacro Cuore.
- The National Socialist Genocide of the Roma in the German-occupied Soviet Union.
Report for the Documentary and Cultural Centre of German Sinti and Roma. Martin Holler. Heidelberg 2009. Página 154.
- Jewish History of Mykolayiv (Nikolayev), Kherson Gubernia, Amira Lapidot Hemme. 2012. JewishGen.

- The Holocaust: A History of the Jews of Europe During the Second World War. Martin Gilbert. London. 1987 Macmillan Publishers. Páginas. 206, 849.