sábado, 21 de marzo de 2020

Frieda Horvath, nacida Schröder

Frieda Horvath, nacida Schröder, 1949.
© Familia Horvath / Imzeugenstand


Frieda Horvath, nacida Schröder, llegó a este mundo el 18 de julio de 1926 en Slupsk, Alemania. Frieda creció en el seno de una familia Sinti al lado de sus padres (Albert y Johanna Schröder) y sus cinco hermanos; Waldemar, Max Siegfried, Heini y Willi, y tres hermanas, Erna, Herta y Lola, además, en su casa también compartían espacio sus abuelos paternos.
        
         Entre los primeros recuerdos de su infancia rememora que en los veranos siempre emplazaban, cerca de donde vivía, una especie de feria, con tiovivos y algunas atracciones más. Sus padres eran muy estrictos y no daban mucha libertad a los chicos para andar por ahí solos. Frieda tenía dos hermanos más pequeños de los que se ocupaba cuando salía del colegio. En vacaciones trabajaba en el campo para ayudar a la familia y en invierno cuidaba de los animales que poseían en la modesta casa con un trozo de tierra que su padre había construido con mucho sudor y gran esfuerzo. La pequeña granja la constituían tres ovejas, un cerdo, un caballo y algunos pollos y conejos. En la escuela a ninguno de los compañeros se le ocurría meterse con ella por su origen Gitano, si alguno lo hacía recibía su merecido porque nuestra protagonista poseía cierto carácter. Frieda permaneció ocho años en la educación primaria. Cuando terminó su etapa escolar realizó todo tipo de trabajos para participar en la economía familiar, desde repartir periódicos hasta tareas agrícolas.

Un mal día de 1943, unos policías comunicaron a los Schröder que debían presentarse en la oficina del consejo local. Con ellos debían portar todos sus documentos de identidad y llevar puesta ropa de abrigo. No sospechaban nada de por qué los citaban, pero su padre intuía lo que iba a suceder, así que, anduvo listo y antes de acudir a la oficina policial logró vender la casa de su sueños, la que tanto trabajo le había costado levantar, a unos alemanes, porque en su fuero interno sabía que nunca volverían: “Le preguntamos: "Papá, ¿de dónde sacaste ese dinero? ¿Dónde está nuestra casa? "Y luego, en prisión, lo explicó por primera vez: "Vendí la casa porque nos van a llevar muy lejos ". Entonces comenzamos a llorar. Luego dijo: "Es bueno que hayamos vendido la casa. Al menos habrá alguien que la cuide". En  la oficina del consejo local les comunicaron que los trasladaban a un sitio en el que les entregarían una parcela de tierra en la que podrían cultivar y cuidar algunos animales.

Pero los Schröder desconocían el lugar al que los llevaban. Aquella noche la pasaron encerrados en una celda de una prisión. Por la mañana los condujeron hasta la estación y los montaron en un tren que se dirigió a Danzig. En Danzig los subieron a un vagón de carga de esos que normalmente se usaban para transportar ganado. Había paja en el suelo y un cubo de agua y muchas familias en su interior. Ese cubo hacía las veces de inodoro. Fue algo terrible. El convoy se detuvo en muchas estaciones y algunos vagones eran desacoplados. Pero, ¿adónde se dirigían?, continuaban sin saberlo.

Frieda contaba 16 años cuando el 14 de marzo de 1943 el tren se detuvo en Auschwitz-Birkenau, Polonia. Frieda, durante toda su vida, recordará con hondo dolor el fatídico día de la llegada a aquel lugar… el miedo se apodera de ella, bajan del tren… gritos… incertidumbre… la larga fila, unos detrás de otros… el miedo a morir… le tatúan un número en uno de sus antebrazos, Z-3359… la desesperación… el llanto de los niños… el pánico… su antebrazo hinchado… abandonada a un fatal destino,… le cortan su largo pelo, desaparecen sus bonitas trenzas Sintizas… llanto…. el barracón de las duchas… la obligan a desnudarse … la vergüenza de verse sin ropa delante de su padre y de sus hermanos, con todo lo que ello conlleva para una mujer Gitana… gritos y más llantos y siempre el miedo… intenta cubrirse el cuerpo con un trozo de tela, algunos SS y otros prisioneros les gritan y los golpean con saña...  terror… entran a la sala de duchas… terror… y entonces el agua comienza a salir de las duchas… salen… les entregan ropas que han pertenecido a otros prisioneros con un triángulo negro cosido (triángulo que los categoriza en el campo como Gitanos) y una tira de tela con su nueva identidad en el campo su número de prisionera, Z-3359…  la llegada a otro barracón… la obligan a pasar delante de unos médicos… una revisión… a los enfermos los apartan del resto.

Sector BII con sus barracones de madera poco 
tiempo después de haberse finalizado su construcción
© Foto SS. Auschwitz Birkenau State Museum Archives. 
Original en Yad Vashem

El grupo  y entre ellos la familia comienza a recorrer a pie el camino que separa el campo principal de Auschwitz del de Birkenau… es marzo y en este lugar son frecuentes las lluvias…  el camino lleno de fango… los zapatos se hunden irremisiblemente en el lodo y prácticamente no la dejan caminar…. Vallas y personas por todos lados… Frieda y su familia ingresan en una sección del campo… hay muchos Romanís… es el Zigeunerlager, en el sector BIIe de Birkenau… barracón 8… ratas y ratones corriendo a sus anchas por el interior… por la noche se arropan con mantas sucias, malolientes y repletas de pulgas y piojos… en este sitio no hay lugar para la dignidad humana. No se puede describir tanta miseria, tanto dolor… de noche se apretujan como pueden en las literas, seis personas durmiendo arriba y otras seis abajo. Los hombres ocupan la parte superior y las mujeres la inferior. A sus hermanos los asignan a las cocinas... Tiempo después a Frieda también la enviarán allí. Tienen acceso a comida, a cáscaras de patatas a restos de alimentos, desafiando con ello constantemente la vigilancia de los kapos y de los SS porque el hambre puede más que el miedo… Cada mañana, les dan un trozo de pan y un té de color azulado, que sabe a rayos… Y después, al kommando de trabajo en las cocinas hasta el mediodía… Su misión preparar una especie de sopa hirviendo a base de mucha agua, unas pocas remolachas, patatas y zanahorias sin pelar, todo mezclado en una olla. Tras comer vuelta a su lugar de trabajo hasta la caída de la tarde.

Su hermana Erna en el momento del arresto estaba embarazada de ocho meses, cumple dentro de un mes. Pero, Erna, al poco de ingresar en Birkenau comienza a sufrir un episodio de tifus y los SS se la llevan a uno de los barracones del sector BIIe en el que existe un “laboratorio” en el que ingresan a las mujeres que van a dar a luz, allí le practican una cesárea. Terriblemente, su hermana nunca verá a su recién nacido. La pobre no para de gritar: “¿Dónde está mi bebe? “¿Dónde está mi bebe?”… Tras el alumbramiento, los SS se lo han llevado y lo han asesinado. Cada día se convierte en una lucha por sobrevivir. Cada noche en una pesadilla temiendo no despertar.

En julio de 1944 muchas niñas y mujeres jóvenes que aún se mantienen aptas para el trabajo y cuentan con una salud más o menos decente las transfieren en un transporte al campo de Ravensbrück. Nada más llegar, a ella y a sus hermanas, las bañan con yodo como modo de desinfección. Su hermana Lola, llega herida en un pie y por eso la obligan a permanecer en el campo principal, mientras que Frieda, Erna y Herta, al cabo de una semana, las trasladan al campo de Graslitz. Este campo comienza a funcionar el 7 de agosto de 1944, el grueso de las prisioneras está conformado por alemanas, niñas polacas y mujeres checas; así como numerosas jóvenes Gitanas y un grupo numeroso de mujeres judías del Aussenlager Rochlitz. En Graslitz, Frieda, realiza trabajo esclavo en una fábrica de municiones perforando piezas metálicas; ésta forma parte de una instalación perteneciente a la compañía aérea Hakenfelde GmbH (LBV), una filial del grupo Siemens. Se ubica en una planta de producción de una antigua fábrica textil en desuso. En uno de los pisos superiores de la planta de la fábrica se aloja a las prisioneras.  El grupo de vigilancia del campo se halla conformado por 10 hombres de las SS, y hasta 19 guardias. Muchas prisioneras describen la actitud del Kommandofuhrer Richter hacia las presas como correcta. Su sucesor Dziobaka y los Oberaufseherinnen Elfriede Tribus y Helene Schmidt actúan con mayor brutalidad. En una ocasión, un SS, castiga a Frieda a permanecer sumergida hasta el vientre dentro de un barril de agua fría desde el amanecer hasta el mediodía. Las piernas se le duermen con el frío, ella las masajea constantemente para intentar que la sangre de nuevo corra por sus venas. Cuando la sacan del tonel, sus hermanas la abrigan con mantas, sus miembros inferiores se encuentran prácticamente congelados. En Graslitz, Frieda está bajo las órdenes de un capataz alemán que siempre la ayuda y trata a las prisioneras correctamente. Es un buen hombre que cuando puede le da a Frieda un trozo de pan con mantequilla.

Fachada exterior del antiguo Campo 
de concentración de Graslitz.
© Gedenkstaette-Flossenbürg

El 15 de abril de 1945 los SS evacuan el campo de Graslitz. Obligan a las mujeres a caminar en una marcha de la muerte con dirección a Marienbad (Mariánské Lázně). A varias presas las fusilan en el camino. Por fin, las tropas estadounidenses las liberan a finales de abril de 1945.

Para Frieda el momento más terrible llega cuando descubre el destino de su gente. Su padre había fallecido de tifus durante el calvario nazi a mediados de 1944 tras haber sido internado en el Krankenbaracke, cuando Frieda aún se hallaba tras las vallas del campo de familias gitanas en Birkenau. Uno de los prisioneros más antiguos de aquel barracón le dijo a Frieda que los médicos le habían puesto a su padre una inyección y que después de esta su padre falleció, tras esto vinieron con un carro, cargaron a los muertos y se los llevaron para quemarlos. A su madre y su hermana pequeña, Heini, las asesinaron en las cámaras de gas tiempo después de que Frieda fuese trasladada de Birkenau a Ravensbrück. Frieda, nunca pudo olvidar a lo largo de toda su vida aquel último beso de su madre, ni las lágrimas en los ojos de su hermana cuando partió del Zigeunerlager.

Tras la guerra, en 1949, se casó con Johann Horvath, un Romá que había estado también prisionero en un campo de concentración, juntos tuvieron cinco hijos; Johann, Franz, Hermine. Martin y Renaldo y ha disfrutado del cariño de veinte nietos. Durante décadas la obligaron a mudarse de un campo de refugiados a otro hasta que finalmente en 1971 consiguió establecerse en un apartamento en Linz an der Donau. Su marido falleció en 1991 y su hijo Franz en 2007.

Frieda Horvath, 2009
© Imzeugenstand

Su familia y la cocina fueron sus dos grandes pasiones, a Frieda le encantaba verse rodeada de los suyos y prepararles una buena comida.

Frieda Horvath falleció el 20 de marzo de 2016.

Frieda Horvath dando 
su testimonio.
© Ravensbrück memorial

Fuentes:
- Taking the Stand: We Have More to Say, de Bernhard Rammerstorfer. Xlibris Corporation. Páginas 167- 195.
- Leben und überleben: Frauen erzählen vom 20. Jahrhundert. Elisabeth Welzig Böhlau, 2006.
- Entrevista a Frieda Horvath por Helga Amesberger y cámara de Tina Leisch en 2013 para IKF und VideoArchiv Ravensbrück.
- Frauen im KZ: Möglichkeiten und Grenzen der historischen Forschung am Beispiel des KZ Flossenbürg und seiner Aussenlager. Lorbeer, 2010.
- Flossenbürg: das Konzentrationslager Flossenbürg und seine Außenlager. Wolfgang Benz. C.H.Beck, 2007
- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993. Volumen I. Páginas 242-243.
- Der Ort des Terrors: Geschichte der nationalsozialistischen Konzentrationslager, Volumen 4. Wolfgang Benz, Barbara Distel, Angelika Königseder C.H.Beck, 2006. Páginas 123-125.
- Sinti und Roma im KZ Flossenbürg und in seinen Aussenlagern Wolkenburg und Zwodau.Norbert Aas Bumerang, 2001.