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Marie Procházková
© USHMM
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Margita (Marie) Procházková (nacida Miklosova),
vino al mundo el 13 de octubre de 1924 en Regetovka, Eslovaquia cerca de la
frontera con Polonia. La familia habitaba una modestísima vivienda a las
afueras del pueblo, formaban parte de una pequeña comunidad de cuatro familias
Gitanas que vivían en la localidad. De su niñez recuerda, principalmente, la
pobreza y, el dolor que le produjo, cuando contaba tan sólo ocho años, la
muerte de su madre. Marie era la única niña, además de dos hermanos pequeños,
uno de seis años y otro de cuatro.
Marie asistió a una escuela rutena. A la
pequeña le encantaba estudiar, terminó el octavo grado, pero las circunstancias
y su padre le impidieron proseguir con su aprendizaje. Una vez llegado el
momento de marcharse a la ciudad para continuar allí estudiando, su padre la
cogió un día y le dijo: “No puedes marcharte, solamente tengo una hija y no
puedo dejar que te vayas lejos de aquí, además, no poseo el dinero suficiente
para pagar tus estudios”.
Y es que su padre se dedicaba a la música
tocando por diferentes lugares. Su instrumento principal era el violín. Siempre
estaba fuera. Tocaba en bodas y todo tipo de celebraciones, mientras tanto la
joven se quedaba en casa. Marie trabajó como campesina y realizando aquellas
tareas donde podía ganar algo de dinero para ayudar a la frágil economía
familiar y permitirles así sobrevivir.
Pasado un tiempo su padre contrajo nuevo
matrimonio. Su madrastra nunca la tró muy bien ni le tuvo un especial cariño. La
pareja tuvo cinco hijos, dos niños y tres niñas.
Y estalló la guerra y la vida continuó como
pudo en aquel lugar fronterizo. Así fue hasta 1943 los alemanes llegaron hasta
su casa, sin ninguna explicación ni
razón los detuvieron y se los llevaron a todos montados en unos carros tirados
por caballos. No les dejaron llevar nada consigo. Su padre lloraba y la joven Marie
también. Toda una vida quedaba atrás. Fueron deportados al campo de
concentración de Dubova en Polonia, a unos 30 kilómetros de la frontera con
Eslovaquia. El campo estaba vallado con alambre de espino, había un edificio
más grande y otros más pequeños de madera, los hombres estaban separados de las
mujeres. En aquel lugar las condiciones fueron terribles, en el interior de los
pequeños barracones no había camas ni literas ni una manta con la que
arroparse, solamente su ropa y el duro suelo, posteriormente les entregarían
unos jergones de paja que por la mañana amontonaban y por la noche volvían a
extenderlos en el suelo:
La
comida era muy escasa únicamente les daban algo de comer a mediodía, una sopa
acuosa con muy poca sustancia. A todo esto había que añadir el terror que
producían las ejecuciones diarias, el miedo, lo malvadas que eran las
vigilantes alemanas. Recuerda Marie una experiencia traumática que nunca ha
podido olvidar, se las llevaron en carros hasta un lugar en el que yacían muchos
soldados muertos, eran checos. Los obligaron a registrar todos los cadáveres
para quitarles los relojes, pulseras, pero lo peor era para los anillos que no
podían sacarse de los dedos, les entregaron una especie de cuchillos con los
que cortar los dedos y, de este modo, extraer los anillos. Había unas cajas de madera
en las que clasificaban aquel botín. En un momento de descuido de sus
vigilantes, Marie intentó guardarse una de aquellas joyas pero en un movimiento
se le cayó al suelo, los alemanes la descubrieron y la golpearon casi hasta
matarla. En un carro la condujeron hasta la enfermería y permaneció en ese
sitio durante un mes.
En el otoño de 1944 los prisioneros huyeron cuando
los rusos llegaron a Dubova. Caminando durante tres semanas, en un viaje
dramático, comiendo lo que le daban o de lo que había por el campo, llegó hasta
su casa, en ella se encontraban su madrastra y dos de sus hermanos pequeños. Sobrevivieron
mendigando en el pueblo. Pasado un tiempo su padre regresó de su internamiento
en los campos y poco a poco fueron sacando fuerzas de flaqueza para tirar adelante.
Marie se encontraba exhausta, derrotada, agotada y pasó los siguientes tres meses
en cama bajo los cuidados de su padre que nunca la abandonó ni la dejó
desfallecer. El padre comenzó a tocar su violín, su madrastra mendigaba en las
aldeas, unas pocas patatas, un pedacito de carne y, de nuevo la vida proseguía
su incierto rumbo en el camino. Así fue como sobrevivieron.
Posteriormente
se trasladaron a vivir a Varnsdorf, (en la actualidad República Checa). Marie
comenzó a trabajar en una fábrica textil, en ese lugar se enamoró de un Gitano
checo, se casó y tuvieron seis hijos; pero su primer esposo la dejó; y Marie se
volvió a casar y tuvo cinco hijos más.
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Marie Procházková en un momento
de la entrevista en 1997
© USHMM
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Marie ha vivido en Fulnek, República Checa.
Fuentes
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Entrevista con Marie Procházková realizada por Beth Jacob el 22 de junio de
1997. USHMM. Colección de The Jeff and Toby Herr Oral History Archive.