jueves, 31 de diciembre de 2015

Anna Kwiatkowska

Anna Kwiatkowska
© USC Shoah Foundation

Anna Kwiatkowska nació en la localidad de Wolbrom, provincia de Malopolska en Polonia, en el seno de una familia Romaní el 20 de marzo 1923.

El padre de Anna era tratante de caballos, junto a su familia recorría los caminos de la región polaca de Silesia de feria en feria, de localidad en localidad buscándose y ganándose la vida, su madre se dedicaba a decir la buenaventura, el ancestral arte de la adivinación. Su progenitor también ayudaba al cuidado de la numerosa prole familiar. Viajaban en carromatos, las jornadas resultaban duras pero la felicidad completa, los campamentos, la naturaleza, las conversaciones alrededor del fuego nocturno, los chiquillos correteando por doquier… Durante el invierno la familia estacionaba en Wolbrom.

El estallido de la II Guerra Mundial les pilló en el camino concretamente en un bosque cercano a la localidad de Bieruń, cerca de Katowice. Este hecho supuso que aquel mundo de libertad se viera cercenado, fueron detenidos y encarcelados junto a otros 100 Romaníes en el gueto de Miechow, al norte de Cracovia, allí permanecieron encerrados durante 2 meses. Fueron liberados pero tiempo después… durante un viaje a través de Silesia, otra vez los detuvieron, Anna recuerda que fue al cruzar un puente sobre el río Przemsza (un afluente del alto Vístula), los encarcelaron en una prisión en Myslowice donde los nazis habían establecido una cárcel y diversos campos de trabajo. Obligaron a Anna a realizar diferentes tareas en Sosnowiec, y en Bedzin, tales como la limpieza de obras, la demolición de casas a lo largo de algunas carreteras, etc.

Anna en compañía de otro Gitano se las arregló consiguiendo escapar de una de aquellas obras, se marcharon a la región de Kielce donde había muchos Romaníes, algunos ocuparon diversas casas abandonadas otros permanecieron en sus carromatos pero todos se establecieron en zonas cercanas al bosque. Así se mantuvieron alrededor de un año hasta que los nazis comenzaron la represión hacia los Gitanos de la región. Anna y otras familias, los Wiśniewskich, Brzezińskich, Dolińskich, Pawłowskich, Majewskich, Buriańskich se organizaron en un tabor y decidieron emprender el camino hacia Cracovia.

A principios de 1942 los alemanes la detuvieron y la condujeron al gueto de Kielce que había sido erigido por los nazis en abril de 1941, una valla de madera combinada con alambre de púas rodeaba aquel lugar. Casi 30.000 personas se hacinaban tras sus muros, en su mayoría judíos. Cada dos días se les entregaba la ración de comida que consistía oficialmente en 130 gramos de pan por persona. La mayoría de los que se encontraban encerrados intentaban cambiar sus ropas por alimentos pero la situación empeoraba día tras día. A Anna la obligaron de nuevo a realizar trabajo esclavo; construcción de carreteras, arreglo de cunetas y fortificaciones militares…  En el gueto estuvo recluida junto a su hija Leokadia y las familias Buriańskich, Piłków y Pawłowskich. Finalmente el gueto fue liquidado en el verano de 1942 y Anna conducida al campo de trabajo. En enero de 1945, los rusos llegaron, la guerra por fin había terminado.

Calle del gueto de Kielce
© Yad Vashem

Toda la familia de la madre de Anna murió fusilada por los nazis en un bosque polaco cercano a Miechow. Su hermana Zofia y la madre de Anna fueron deportadas al campo de Auschwitz-Birkenau, ambas murieron asesinadas en el campo de exterminio polaco. Su padre fue deportado con destino al campo de concentración de Ravensbrück.

Anna sobrevivió al Porrajmos y después de la guerra vivió en Chrzanow.

Fuentes.
- Biografía de Anna Kwiatkowska del Romskiego Instytutu Historycznego escrita el 14 de octubre de 1997.
- Testimonio de Anna Kwiatkowska en el vídeo “Fate of the Roma” de la USC Shoah Foundation, The Institute for Visual History and Education.
- Entrevista a Anna Kwiatkowska. Código de la entrevista 35577. Holocaust Survivors and Victims Database. USHMM.
- Gueto de Kielce. Shoah Resource Center Yad Vashem.
- The Memorial Book of the Residents of Silesia, Podbeskidzie and Dąbrowskie Basin. Księga Pamięci Mieszkańcy Śląska, Podbeskidzia, Zagłębia Dąbrowskiego. Irena Pająk. Katowice Division of Auschwitz Preservation Society 1998.
- Prześladowania i masowa zagłada Romów podczas II wojny światowej w świetle relacji i wspomnień. Jerzy Dębski y  Joanna Talewicz-Kwiatkowska. Romski Instytut Historyczny. – Varsovia. 2007

martes, 22 de diciembre de 2015

Alban Lutz

Alban Lutz
© Stolpersteine Salzburg

Alban Lutz nació el 28 de noviembre de 1940 en el campo de confinamiento de Gitanos de Maxglan en las afueras de Salzburgo, Austria.

Alban era el cuarto hijo del matrimonio formado por Anna Bernat y Johann Lutz.   

         Desde el otoño de 1939 existió un campo gitano en Maxglan, para febrero de 1940 unos 100 Romaníes vivían en ese lugar rodeados de un vallado de alambre de espino. En el verano de 1940 la mayor parte de la población Romaní que residía en Salzburgo, unas 270 personas, fueron arrestadas por orden de Anton Böhmer, el SS-Sturmbannführer y superintendente de la ciudad austriaca. A los detenidos los condujeron hasta Maxglan. La organización del campo tenía algunos elementos coincidentes con la estructura de un campo de concentración, por ejemplo, en este lugar aquellos prisioneros que ya habían pasado por una experiencia previa como prisioneros del sistema concentracionario nazi eran situados como kapos, con el objeto de mantener la disciplina en el interior del mismo. 

Niños Romaníes en el Zigunerlager de Maxglan
© Asociación Ketani

           Durante los años que estuvo activo, Maxglan mantuvo unas cifras constantes de prisioneros, entre 300 y 400. Las condiciones de vida en su interior resultaban extremadamente duras y difíciles, como muestran las fotografías, el hacinamiento y la falta de medidas de higiene facilitaban la propagación de enfermedades. Los hombres sanos eran organizados en grupos de trabajo con el objeto de realizar tareas tales como el arreglo de carreteras, trabajos de construcción… Los castigos corporales constituían una nota predominante en el día a día del campo.

Romaníes en el Zigunerlager de Maxglan
© Asociación Ketani

         El padre de Alban fue deportado al campo de concentración de Gross-Rosen, donde falleció el 19 de febrero de 1943.

Maxglan fue clausurado en la primavera de 1943, su cierre vino motivado por la publicación del decreto de Auschwitz y la consiguiente deportación de casi todos los Romaníes (160 personas) que allí se encontraban encerrados con destino al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau. Otro grupo de Romaníes fue conducido al campo de Lakenbach en Austria.

Romaníes en el Zigunerlager de Maxglan
© Asociación Ketani

En 1943 el pequeño Alban, su madre y sus hermanos Rudolf, Olga y Elvira fueron deportados hasta Auschwitz-Birkenau en Polonia. Alban recibió el número de prisionero Z-5901

Alban Lutz murió en Birkenau el 1 de julio de 1943 a la edad de 2 años; sus infantiles ojos jamás vieron la libertad.

Monumento en recuerdo de los Romaníes 
que estuvieron prisioneros en el Zigeunerlager de Maxglan.
© Sammelsurium

 
Fuentes:
- Research: Gert Kerschbaumer; detailed biographical information available for download under the heading “Materials“)

- Rombase. “History and Politics, Holocaust, Internment and Deportation. Michael Teichmann. Octubre de 2001.

- De la ciencia de las razas a los campos de exterminio. Karola Fings, Herbert Heuss, Franck Sparing. Presencia Gitana. 1999. Páginas 62- 63

- Arbeiter für den Endsieg: Zwangsarbeit im Reichsgau Salzburg 1939-1945. Oskar Dohle, Nicole Slupetzky. Böhlau Verlag Wien, 2004. Páginas 231- 233

sábado, 28 de noviembre de 2015

Lidiia Egorova

Lidiia Egorova
© USC Shoah Foundation



Lidiia Egorova (de nacimiento Krylova) vino al mundo en el año 1923, nació en una familia que vivía en un asentamiento Romaní en Lukinichi, en la región de Smolensko en la antigua Unión Soviética.

Sus padres, Nikita y Klavdiia, tuvieron seis hijos. Trabajaban como agricultores en una granja colectiva local. Reseñar que muchos Romaníes estaban asentados desde el siglo XIX en la región de Smolensko, la mayor parte de ellos se dedicaban a las labores agrícolas siguiendo un estilo de vida sedentario. Con la reestructuración de la agricultura llevada a cabo por los bolcheviques tras la Revolución Rusa, se originaron en los años veinte y treinta los denominados "Zigeunerkolchosen" (Koljoses Gitanos). A comienzos de la II Guerra Mundial dos de ellos continuaban funcionando, uno en Aleksandrovka (región de Smolensko, en Rusia) y otro en Koroliovo (en la región de los Cárpatos ucranianos)

A Lidiia le encantaba ir a la escuela y aprender, estudió en el notable colegio interno de Serebryanka, sus asignaturas las estudiaba tanto en ruso como en romanés. Lidiia consiguió su certificado educativo como especialista en motores mecánicos, posteriormente comenzó la formación profesional en Osinovka, cerca de Orsha, esta era su vida hasta que la Alemania nazi invadió la Unión Soviética en junio de 1941 y todo su proyecto de futuro se vino abajo, Lidiia se vio obligada a alejarse de la zona de combate, logrando regresar a su casa tras quince jornadas de camino, al llegar se enteró de que su familia había sido evacuada hacia el Este, concretamente a la región de Saratov.

Durante la ocupación alemana, Lidiia realizó trabajos agrícolas, pero… en la tarde del 23 de abril de 1942, dos oficiales alemanes aparecieron en el pueblo de Aleksandrovka, encargaron al contable del Koljós local que preparara una lista de los residentes donde quedara registrada la familia y su origen nacional. Cerca de las cinco de la madrugada del 24 de abril, soldados de las SS (probablemente un Teilkommando –unidad más pequeña- del Einsatzgruppe B) entraron armados en las casas del pueblo, sacaron a todos sus moradores y los condujeron hasta un lugar cerca de un lago. También llevaron hasta allí a varias familias de la aldea vecina de Devkino.

         Un oficial alemán, que hablaba correctamente el ruso, comenzó a dar lectura a una lista repleta de nombres, según la cual se procedió a dividir a los retenidos en dos grupos; por un lado los rusos y por otro los Romaníes. Después de que la selección finalizara, a los habitantes rusos los enviaron de regreso a sus casas, mientras que a los Gitanos los obligaron a permanecer allí bajo estrecha vigilancia…. temor, miedo, incertidumbre… los nazis eligieron a los hombres más fuertes, les entregaron palas y los obligaron a excavar dos profundas zanjas. A eso de las dos de la tarde los alemanes llevaron a las mujeres, niños y ancianos con dirección hacia las fosas, los golpeaban con palos y látigos como si estuviesen tratando con ganado, a algunos les pegaron con tal violencia que los dejaron inconscientes. Esto provocó que se desatara el pánico, algunas personas, en mitad de la confusión, consiguieron escapar. La ansiedad crecía entre los Romaníes y más después de que les quedara claro lo que iba a suceder. Les conminaron a que entregaran cualquier objeto de valor que portaran consigo. Varias mujeres suplicaron clemencia, adujeron que eran rusas. Los alemanes comenzaron a desnudarlas para someterlas a una especie de "examen racial". Según los relatos de los testigos, la piel y el color de pelo jugaron un papel decisivo.

Finalmente, a los hombres también los sometieron al mismo procedimiento, inspeccionaron sus cuerpos, les tocaban el pecho y las manos, agarraban su nariz y miraban detrás de las orejas… de este modo algunos consiguieron escapar de una muerta segura. A una mujer se le permitió, bajo vigilancia, regresar a su casa en busca de su tarjeta rusa de identidad. A partir de ahí comenzó la masacre, conducían a cada familia hasta el borde mismo de la fosa, si alguien se negaba a acercarse lo golpeaban y lo llevaban a rastras, llanto, desesperación… un soldado alemán armado con una pistola era el encargado de llevar a cabo las ejecuciones. En primer lugar asesinaban a los chiquillos de entre 10 y 12 años delante de sus madres, luego si estas sostenían entre sus brazos a sus bebés se lo arrebataban y lo arrojaban con vida a la fosa, solamente después de esto disparaban a la madre, algunas madres no podían soportar el tormento y saltaban a la fosa tras sus bebés.

El destino quiso que Lidiia Krylova fuese puesta en libertad en el último momento, después de que la llevaran hasta el borde de la fosa para proceder a su ejecución, en un último intento por sobrevivir, la joven comenzó a gritar que no la mataran que ella era rusa,  un policía local la “examinó” y la dejaron marcharse. Según testimonio de la propia Lidiia Egorova, cuando esto sucedió ya habían asesinado a cerca de 70 personas.

Después de matar a mujeres y niños, los alemanes obligaron a los hombres Romaníes a tapar con tierra la fosa común, todo antes de que los fusilaran a ellos en la segunda fosa. Cuando la masacre finalizó los SS regresaron a la ciudad de Smolensko, llevándose con ellos los objetos de valor y algunas de las ropas de las víctimas.

La posterior exhumación de los cadáveres tras la guerra reveló que un total de 176 personas murieron asesinadas por los nazis aquel 24 de abril de 1942. De ellas143 -62 mujeres, 29 hombres y  52 niños- pudieron ser identificadas, 33 personas no poseían documentos o registros familiares. Entre las víctimas adultas se incluían las maestras y los agricultores de los koljoses. En el fusilamiento de los Romaníes de Aleksandrovka el grado de asimilación social o el sedentarismo no jugaron un papel decisivo, no hubo interrogatorios para descubrir a posibles partisanos, exterminaron a los Gitanos de Aleksandrovka por el hecho de ser Romaníes. La doble selección por medio de listas de nombres y “exámenes físicos” demuestra la motivación ideológica racial de los autores más allá de cualquier sombra de duda.

Después de la masacre, Lidiia escapó hasta la localidad cercana de Kiryukovo, vivió en esa localidad hasta que el Ejército Rojo liberó aquel territorio entre finales de 1943 y principios de 1944. Tras la liberación, comenzó a trabajar en un hospital militar y en un koljós local.

Después de la finalización de la guerra, continuó trabajando en la granja colectiva Se casó dos veces y tuvo seis hijos.

Para los Romaníes soviéticos Aleksandrovka se convirtió en el lugar central de la memoria del pueblo Gitano. Por iniciativa de los sobrevivientes se solicitó la creación de un memorial en los años sesenta. En 1974 el Smolensk Gebietskommissar aprobó la erección de un monumento en el lugar de los hechos, pero este no se hizo realidad hasta agosto de 1982. En la lápida reza un sencillo texto: "Aquí están enterrados 176 pacíficos ciudadanos de Aleksandrovka, fueron fusilados por los invasores fascistas alemanes el 24 de abril de 1942." Como es costumbre de todos los monumentos soviéticos, no se reconoce el origen étnico de las víctimas, sin embargo, el monumento de Aleksandrovka es el único de la era soviética dedicado al recuerdo del sufrimiento Romaní durante la II Guerra Mundial. Por lo tanto, tiene un significado especial como lugar de recuerdo para los Gitanos de Rusia.

Aleksandrovka, monumento en memoria de los Romaníes
 que murieron fusilados por los nazis en abril de 1942. 
© Stiftung Denkmal für die ermordeten Juden europas


Fuentes:
- Entrevista a Lidiia Egorova realizada por Anna Anfimova y filmada por el cámara Evgenii Kurbatov en Safonovo,  región de Smolensko, Rusia el 6 de julio de 1997. Notas Biográficas Universitá Cattolica del Sacro Cuore y USC Shoah Foundation.
- The National Socialist Genocide of the Roma in the German-occupied Soviet Union. Martin Holler. Report for the Documentary and Cultural Centre of German Sinti and Roma. Heidelberg, 2009. Página 37.
Roma Denkmal Aleksandrowka. Stiftung Denkmal für die ermordeten Juden europas
- Der nationalsozialistische Genozid an den Roma Osteuropas:Geschichte und künstlerische Verarbeitung. Felicitas Fischer von Weikersthal. Böhlau Verlag Köln Weimar, 2008. Página 266
- New Soviet Gypsies: Nationality, Performance, and Selfhood in the Early Soviet Union. Brigid O'Keeffe. University of Toronto Press, 2013.
- Between Past and Future: The Roma of Central and Eastern Europe. Will Guy. University of Hertfordshire Press. 2001. Página 244.

- The Gypsies During the Second World War.The Final Chapter. Edited by Donald Kenrick. University of Hertfordshire Press, 2006. Página 114.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Katica Djurdjevich

Katica Djurdjevich
© Paul Polansky/Kosovo Roma Refugee Foundation

Katica Djurdjevich nació en 1921 en la pequeña localidad croata de Viri en el seno de una familia Romaní.

Creció siguiendo el estilo de vida tradicional de las familias Lovara. Su padre recorría los pueblos vecinos con su caballo y su carro, vendiendo los más variados artículos o ayudando en las labores agrícolas en las que lo requerían. Su madre era una experta en el arte de la adivinación.

Katica se casó muy joven con un Rom Kalderash, Milan Shain, pronto nuestra protagonista traería al mundo dos hijos. Se establecieron en Pitomača en el norte de Croacia, allí Katica continuó la tradición familiar de la videncia, habilidad que había aprendido de su madre y de su abuela.

         Hasta 1941 la vida para los Romaníes en la Croacia rural había sido como casi siempre muy difícil, con mucha pobreza, con enormes dificultades para salir adelante, sin acceso al sistema educativo pero… todo empeoró fatal y dramáticamente cuando la guerra llegó hasta Yugoslavia en la primavera de 1941 y la población Romaní comenzó a sufrir los abusos y la violencia de los Ustacha, una organización nacionalista-católica croata que basaba su política en la ideología racial, que fue aliada de los nazis y que se caracterizó por el empleo continuado de una crueldad extrema contra las minorías étnicas, principalmente Gitanos, serbios y judíos.

Una noche llegaron los Ustacha a Pitomača, reunieron a todos los Romaníes de la población con el fin de humillarlos, los obligaron a tocar música y a bailar sin parar. Katica recuerda que, en varias ocasiones, su marido la escondió de los Ustacha antes de que entraran por la fuerza en su domicilio, Katica vivía siempre atemorizada, aterrada más que por lo que le pasara a ella por lo que les pudiera pasar a sus hijos.

Los primeros a los que detuvieron fueron los parientes de Katica en Viri, los deportaron al terrible campo de concentración de Jasenovac. El marido y el tío de Katica sufrieron una selección y se los llevaron para realizar trabajos forzados en Alemania, ella permaneció al cuidado de sus pequeños en Pitomača. El terror a ser detenidos era constante… una noche, casi al final de la guerra, Katica, sus dos hijos y algunos parientes de la familia de su marido fueron detenidos, los montaron en un tren compuesto de vagones para transporte de ganado y los deportaron a Jasenovac. 

Tren de la muerte en Jasenovac. Memoria de la Deportación.
© Petar Milošević 

Transcurridos ocho días en aquel infierno les informaron de que podían volver a sus casas, las órdenes habían cambiado y al tratarse de “Gitanos no nómadas” no serían encarcelados. Regresaron a Pitomača en el mismo convoy de vagones que los había trasladado hasta aquel lugar, pero cuando llegaron se encontraron un paisaje desolador, los Ustachas habían saqueado e incendiado sus hogares.

Al finalizar la contienda mundial el marido de Katica regresó con su familia. Desde entonces nunca nadie los compensó por el sufrimiento padecido, ni por haber sido un trabajador forzado en Alemania durante la II Guerra Mundial, ni por la persecución a que se vieron sometidos en Croacia por haber nacido Romaníes, nunca nadie les dio nada por la pérdida de sus propiedades... Silencio, sólo el maldito silencio…

De hecho casi cincuenta años después de aquello, durante la guerra de 1991-1995 los viejos miedos retornaron.

Portada del extraordinario libro del insigne Paul Polansky.
© Paul Polansky

Fuentes
- Biografía de Katica Djurdjevich en la página web Holocaust Memmorial Day Trust. 18 de junio de 2015.
- One blood, one flame: The oral histories of the Yugoslav gypsies before, during and after WWII. Paul Polansky. Editorial Nish. 2007-2008.
- Einziges Land, in dem Judenfrage und Zigeunerfrage gelöst: die Verfolgung der Roma im faschistisch besetzten Jugoslawien 1941-1945. Karola Fings, Cordula Lissner, Frank Sparing. Editorial Köln Rom e.V.
- Blank pages of the Holocaust : Gypsies in Yugoslavia during World War II. Elizabeta Jevtic. 2004

sábado, 17 de octubre de 2015

Familia de Klara Schopper y Josef Wernicke

Klara Schopper.
© Gelsenzentrum Gelsenkirchen

Klara Schopper nació el 2 de agosto de 1918 en Breslau, Alemania.  Sus padres fueron Adolf y Patzura Schopper.

A mediados de los años treinta la familia Schopper se estableció en Gelsenkirchen en un modesto apartamento del área metropolitana.

Desde 1934 Klara vivió en Gelsenkirchen junto a su esposo Josef Wernicke (nacido en 1916). 

Klara Schopper. Esta foto fue tomada por 
la Policía Criminal de Gelsenkirchen en 1936.
© Gelsenzentrum Gelsenkirchen

La pareja tuvo dos hijos, Walter, nacido el 25 de agosto de 1938 y Hans Josef, el 8 de abril de 1940 ambos en la ciudad minera de la región del Ruhr.

Josef Wernicke
© Gelsenzentrum Gelsenkirchen

En marzo de 1943 Klara Schopper fue deportada junto a su familia al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, allí le tatuaron el número de prisionera Z-2663.

La familia fue recluida en el Campo para Familias Gitanas, sector BIIe de Birkenau. 

La vida se hizo muerte para el pequeño Hans Josef el 20 de abril de 1943, Walter falleció pero la fecha del fallecimiento no fue registrada, Josef Wernicke encontró la muerte el 19 de noviembre de 1943 y Klara Schopper murió el 13 de abril de 1944, todos en Birkenau.

Klara Schopper, Josef Wernicke, Walter Schopper y Hans Josef Schopper  que nunca olvidemos vuestros nombres.

Fuentes:
- Andreas Jordan. Gelsenzentrum Gelsenkirchen. Septiembre de 2010


- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993. Volumen I. Páginas 196-197.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Anuţa Branzan

Anuţa Branzan
© Colección privada Michelle Kelso


Anuţa Branzan nació en 1934 en Rosiori de Vede, una ciudad situada al sur de Rumanía a unos 120 km. de la capital.

Anuţa vivía junto a sus padres y sus tres hermanas; Marieta la mayor, y las pequeñas Margareta y Verginia. Formaban una familia muy unida, pobres, pero inmensamente felices. Habitaban una modesta vivienda de tan solo dos habitaciones con “solería” de tierra. Su padre se llamaba Pavel Radu, un hombre que se mostraba siempre cariñoso con todos y dividía su vida; entre el amor a su familia, su trabajo de zapatero y la música, en el escaso tiempo que le quedaba libre. Su madre, Constantina, se dedicaba a las tareas del hogar y echando una mano a los familiares que vivían en las cercanías.

Corría el mes de septiembre de 1942, Anuţa y sus hermanas se preparaban como las demás chiquillas para comenzar el nuevo curso escolar, nuestra protagonista contaba tan solo ocho añitos, mas el destino y el discurrir del enrevesado camino de la vida les tenía guardada una terrible sorpresa… la policía llegó hasta la vivienda donde residían, llegaron de noche… les comunicaron que iban a ser reasentados en otro lugar del país.

Anuţa Branzan - segunda por la derecha - y sus hermanas 
en 1942. Una de sus tías las llevó a un estudio fotográfico 
pocos días antes de la deportación.
© Colección privada Michelle Kelso, Ann Arbor / Michigan, EE.UU.

Aquella misma jornada trasladaron a la familia hasta el campo de fútbol de una ciudad cercana, ahí permanecieron retenidos hasta que días después los subieron a un tren compuesto de vagones para transporte de ganado con el objeto de deportarlos junto a otros 13.000 Romaníes hasta Transnistria, región  a la que ya habían trasladado en el transcurso de meses anteriores a los Gitanos nómadas.

Tras un largo viaje repleto de sufrimiento y penalidades llegaron al destino prefijado por las autoridades rumanas, lo que allí vivirían todas estas personas resultaría dantesco, dramático, inenarrable. En un principio los ubicaron en campos abiertos o en graneros abandonados para finalmente alojarlos en refugios más permanentes. Anuţa recuerda que en torno a un mes durmieron a cielo raso. Con posterioridad los reubicaron en una granja, donde había un granero y un almacén, pero… en ese lugar no había sitio para todos por lo que muchos de ellos tuvieron que permanecer a la intemperie. Más tarde, los trasladaron con carros de caballos a diversos cuarteles militares situados en la costa, muy cerca de la ciudad de Oceacov, permanecieron recluidos durante dos meses. Finalmente, las autoridades decidieron dividir a los Romaníes; por un lado los Gitanos tradicionales, por otro los Gitanos asimilados. A Anuţa y su familia los condujeron a Vladimirovka, una pequeña localidad que tenía sólo dos calles. Los responsables reorganizaron el pueblo, obligaron a los rusos que vivían a instalarse en una calle y los Gitanos quedaron concentrados en la otra, situaron a tantas familias como se podían meter en las viviendas. En total más de 700 Romaníes se hacinaban en aquella aldea, de tres a cinco familias por casa. Había gendarmes rumanos que los vigilaban constantemente.

Durante el tiempo que permanecieron allí los llevaron un par de veces a trabajar en el campo, la tarea consistía en cortar las malas hierbas que crecían en los campos de maíz. Aunque Anuţa era una niña la obligaron también a realizar este tipo trabajos. Las mujeres rusas le gritaban: "¡Vamos, tú también. Anushka, al maíz!" Anuţa recuerda que en una ocasión dos gendarmes rumanos la sorprendieron en el campo rebuscando algo que llevarse a la boca, tras descubrirla, la golpearon con el látigo con tanta fuerza que del miedo que pasó se cagó patas abajo. Los gendarmes le dijeron que si alguna vez la volvían a ver por allí de nuevo, la matarían.

Sobrevivir cada día en aquel lugar resultaba tremendamente difícil, todo estaba prohibido, todo, incluso salir de casa sin el permiso de los gendarmes. El contacto entre lugareños y deportados estaba muy limitado, a pesar de que los rusos vivían en la otra calle sólo se encontraban con ellos en los campos de trabajo o cuando los guardias permitían a los propietarios rusos comprobar cómo se hallaban sus antiguas casas ahora ocupadas por los Romaníes, o también cuando había que enterrar a los muertos... Ni siquiera les permitían ir a buscar un poco de agua. Cuando el carro con el agua llegaba, los policías llamaban a las puertas de las viviendas y gritaban desde la calle para que los Gitanos saliesen con su cubo, jarras, tazas o cualquier objeto donde almacenar el agua de la carreta. Si no tenías nada donde guardar el agua o si no podías salir porque estabas enfermo, te quedabas sin agua. Ni siquiera un poco de agua con la que humedecer los labios, nada de nada… y eso significaba la muerte segura.

Con la alimentación ocurría otro tanto, las raciones, por otorgarles un nombre, resultaban escasas y el hambre apretaba y dolía. Allí no había comida. Al principio, durante un tiempo los guardias les entregaban una lata con cereales, de esas que se dan a los animales, pero esto no duró más de dos o tres meses… después dejaron de entregarles la ración diaria y desde ese momento ya no repartieron absolutamente nada.

En el verano siguiente les dieron forraje para comer, hierbas, raíces. Todos se hallaban esqueléticos. Condenados a una muerte inminente. Anuţa  narra que se sentían como animales salvajes. Sólo les quedaba esperar la llegada de la señora de la guadaña. En el día a día era lo único que esperaban en aquel maldito lugar.

No había médico, ni medicinas. Anuţa, una chiquilla de ocho o nueve años de edad, ¿qué podía hacer para sobrevivir? Mientras sus padres se mantuvieron con vida, la niña no sufrió mucho. Su madre les repartía su ración de comida. Su padre, para alimentarlos, vendió todo lo que poseían, incluso la mayor parte de la ropa.

Pero todo se complicaba día a día, una chica joven, que vivía en la misma casa de Anuţa, enfermó de tifus. Pavel, el padre de nuestra protagonista la sacó de allí para evitar que los demás enfermaran. Pero en mitad de tanta calamidad pronto contrajeron la enfermedad. Su madre dejó de comer, ni siquiera bebía agua, se pasaba el día golpeando su cabeza contra las paredes, lamentando su destino, iba de un lado a otro de la vivienda y lloraba, gritaba, imploraba: "No puedo ver a mis hijas así, no tienen pan, ni tan siquiera agua " Su madre sufría viéndolos en aquel estado. Constantina enfermó y a los tres o cuatro días de contraer la enfermedad murió de tifus. La noche que su madre falleció, su hermana mediana durmió en sus brazos toda la noche. Margareta no sabía que estaba muerta. Anuţa se percató del fallecimiento de su madre cuando su padre comenzó a llorar, y entre llantos dijeron: "¡Se acabó, ha muerto!"

Los rusos que vivían en la otra calle del pueblo eran los encargados de enterrar a los muertos. Para llevarlo a cabo llevaban un gancho de unos cinco metros de largo y un carro, para evitar acercarse a los enfermos. Obligaban a las personas de la casa a cargarlos en el carro. Todos los días iban y venían con el carro lleno, llamaban a la ventana de las casas para preguntar si había algún muerto. En las afueras de la localidad habían cavado una gran fosa y en ese lugar enterraron a cientos de personas.
Anuţa no ha podido olvidar aquel día, por la mañana:
Un hombre llamó a la ventana.
 - ¿Tienen muertos?, preguntó.
- Sí, contestó Pavel.
Su hermana levantó la mirada e inquirió
- ¿Quién ha muerto, papá?
- Mamá…
Llanto y dolor en grito por la pérdida de una madre. Su padre tuvo que trasladar el cuerpo de su mujer hasta el carro… soledad de un hombre en mitad de una calle, soledad y tristeza en los ojos de tres niñas viendo como se llevan a su madre…

Poco tiempo después murió su padre. Las tres chiquillas se quedaron solas, sin nadie que cuidara de ellas, sin ninguna ayuda, abandonadas a su suerte… pero tenían la fe de sobrevivir y se buscaron la vida como pudieron.... “Fue sólo a través del poder de Dios el que nos hizo resistir

Anuţa Branzan mostrando la foto que les 
hicieron en 1942 de ella y sus hermanas.
© Livio Senigallesi Buenavista photo

Fuentes:
-  Recognizing the Roma: a study of the Holocaust as viewed in Romania. Michelle L. Kelso
- Gypsy Deportation from Romania to Transnistria 1942-44. In the Shadow of the Swastika. Michelle Kelso, Hartfield 1999; Viorel Achim, Documente privind deportarea tiganilor in Romania, Editura Enciclopedica, Bucuresti, 2004.
- Deportation to Transnistria. The Story of Anuta Branzan. Web Roma Sinti Genocide.
- Right to Remember A Handbook for Education with Young People on the Roma Genocide. Ellie Keen. Editado por Rui Gomes. Council of Europe, 2014. Pág. 105

lunes, 31 de agosto de 2015

Christian Pfeil

Christian Pfeil
© Marcus Stölb

Los Pfeil, familia Romaní, que generación tras generación llevaban viviendo varios siglos en Alemania. En los años en que los nazis detentaron el poder tenían fijada su residencia en Trier, ciudad de Renania-Palatinado, ubicada en la ribera derecha del río Mosela y considerada la urbe más antigua de Alemania.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial la Oficina Principal de Seguridad del Reich, con sede de Berlín, comenzó a organizar la deportación de todos los Judíos y todos los Gitanos del Reich alemán a la Polonia ocupada. Así, se subía otro peldaño en la escalada de persecución y opresión de los Romaníes en el Reich.

La madrugada del 16 de mayo de 1940, los Pfeil fueron arrestados por la policía criminal: abuelos, padres, siete hermanos, tíos, tías y primos, en total 26 personas. En un primer momento los llevaron a la comisaría de Trier-Oeste y posteriormente los condujeron a un campo de tránsito en Colonia, el de Köln-Deutz. Les retiraron la ciudadanía alemana y sus documentos de identidad, que fueron reemplazados por una tarjeta de identificación con una gran Z (Zigeuner: Gitanos) estampada en ella.

Alrededor de 2.500 Gitanos quedaron concentrados en las ciudades de Hamburgo, cerca de Stuttgart y Colonia. De estos, en torno a 400 eran Gitanos de la ciudad de Colonia, otros 200 venían del distrito gubernamental de Colonia, Aquisgrán, Bonn, Coblenza y Trier y alrededor de 330 gitanos de Dusseldorf y la región del Ruhr.

El convoy partió el 21 de mayo de 1940 de la estación ferroviaria de Deutz-Tief con destino a los guetos y campos en el llamado "Gobierno General" en Polonia. Los deportados fueron enviados a refugios improvisados ​​y allí los sometieron a trabajos forzados (construcción de fortificaciones fronterizas, carreteras, aeródromos y campos.)

Monumento en recuerdo de los deportados en Köln-Deutz.
© Verband Deutscher Sinti und Roma


A mediados de 1942 la mayoría de aquellos deportados fueron enviados a los guetos.

Nuestro protagonista, Crhristian Pfeil, aún no había nacido cuando todos estos hechos tuvieron lugar.

En agosto de 1943 cuatro de sus hermanos mayores Clemens, Alfons, Luise y Willi fueron deportados a Auschwitz-Birkenau, ninguno de ellos regresó a su casa.

Una parte de su familia había sido enviada al campo de concentración y exterminio de Lublin-Majdanek. Christian Pfeil vino al mundo en ese terrible lugar un día del mes de enero de 1944. El sufrimiento en medio del que nació y el sitio en el que dio sus primeros llantos en esta vida ha quedado profundamente grabado en su alma y afirma que la siguiente generación a la que padeció el Porrajmos quedó tan marcada por estos sucesos como la anterior. Crhristian Pfeil piensa que fue un milagro que su familia, viviendo en mitad de aquel infierno de hambre, miedo constante a la muerte, frío y enfermedad cuidara de él, un bebé indefenso y que gracias a su amor y cuidados consiguiera sobrevivir al horror.

Majdanek, Polonia, 1944, barracones después de la liberación del campo.
© Yad Vashem


Una parte de los suyos sobrevivió al Porrajmos pero el destino de la mayor parte de los otros miembros de sus parientes es desconocido.

Después de la guerra, regresó con parte de su familia a Trier, la ciudad de la que habían salido detenidos sus familiares en mayo de 1940.

Christian fue creciendo y percatándose de que en la escuela el resto de niños "siempre me hacían sentir que nunca era bienvenido. En aquel tiempo odiaba Alemania.

Pero otro dramático hecho ha marcado la vida de Christian. A mediados de los años noventa regentaba un restaurante, el Alter Bahnhof, al sur de Trier. En dos ocasiones unos desconocidos devastaron su establecimiento y lo llenaron de símbolos nazis. En un primer momento pensó en abandonar el país, pero con la inestimable ayuda de la música y las numerosas conversaciones con amigos y conocidos le han ayudado durante todos este tiempo transcurrido para cicatrizar las heridas. Christian comenta "He perdonado a la sociedad alemana. Sin embargo, todo lo que ocurrió nunca debe ser olvidado." Los autores nunca fueron detenidos.

En 1998 la Landesverband Deutscher Sinti en Trier solicitó al alcalde de la localidad erigir un monumento para conmemorar a los Romaníes asesinados durante la II Guerra Mundial. En 2003 después de una intensa labor el consejo de la ciudad eligió el lugar donde se situaría, concretamente detrás de la catedral, en un lugar donde se ubicó la antigua prisión. En el otoño de 2010, seis artistas, en su mayoría de la zona de Trier, compitieron por el diseño del monumento.El 16 de marzo de 2011, el jurado se decantó por el diseño presentado por el Prof. Clas Steinmann.

Por fin, el memorial en Trier en recuerdo de los deportados y víctimas Romaníes del Porrajmos, se inauguró el jueves 10 de septiembre de 2012 por iniciativa de la Landesverbandes Deutscher Sinti und Roma de Renania-Palatinado tras catorce años intentando hacer realidad este monumento, Christian Pfeil intervino con un emotivo discurso en el acto de inauguración.

En él monumento podemos leer:
La dignidad de todas las personas es inviolable,
en memoria a los Gitanos deportados durante los
años del nacionalsocialismo.

Hombres, mujeres y niños de nuestra ciudad,
era de su casa y fueron deportados y asesinados
en los campos de concentración.

Patrocinador de este monumento:
Ciudadanos de Trier
La ciudad de Trier
La diócesis de Trier
Fundación Cultural Sparkasse Trier
Fundación para la Cultura de Renania-Palatinado
Iniciador: Asociación Alemana de Sinti y Roma

Monumento en Trier en recuerdo de los deportados y 
víctimas Romaníes del Porrajmos.
© Verband Deutscher Sinti und Roma


Fuentes:
- Im Gedächtnis der Stadt verankert. Rathaus Zeitung Trier. 11 de septiembre de 2012.
- Man kann verzeihen, el darf aber nicht vergessen. Artículo periodístico firmado por Marcus Stölb aparecido en el 16 VOR Nachrichten aus Trier el 10 de septiembre de 2012.
- Im Ghetto geboren und trotzdem mit den Deutschen wieder versöhnt. Artículo periodístico firmado por Katja Bernardy aparecido en el Volksfreund el 9 de septiembre de 2012.
- Stattführer. Trier im Nationalsozialismus. Zuche, Thomas (Hrsg.): 3. Aufl., Trier 2005. Páginas 88-89.
- Gedenkstätten für die Opfer des Nationalsozialismus. Eine Dokumentation, 2., überarb. und erw. Auflg., Band I, von Puvogel, Ulrike/Stankowski, Martin. Bonn 1995, Páginas 569-570.