Philomena Franz, nacida
Köhler, vino al mundo el 21 de julio de 1922 en Biberach an der Riss, Alemania,
en el seno de una familia Romaní. Philomena creció junto a sus ocho hermanos en
la casa familiar en Rohrdorf en Messkirch Oberschwaben. Sus padres y parientes
se dedicaban a la música, actuando por escenarios de todo el país y del
extranjero, bajo el nombre de “Theatre
and Musicians Ensemble Haag”. El padre de Philomena, Johann Köhler, tocaba
el violonchelo y su madre era cantante. Philomena se subió por primera vez a las
tablas siendo aún muy pequeña, cantaba y actuaba como bailarina. Su abuelo
Johannes Haag ya había sido un reconocido violonchelista. En 1906, el cuarteto
de cuerda en el que Johannes Haag tocaba el violonchelo, ganó un concurso
internacional cuyo premio era la "Golden Rose", que les entregó el
mismísimo Kaiser Guillermo II. "Nuestra
familia era tremendamente popular en Württemberg, en Heilbronn, en Stuttgart, en
Ulm y especialmente en Hechingen".
En 1933 Philomena Franz a
los once años fue testigo de cómo su país comenzó el descenso a los infiernos: “Todo sucedió de forma rápida a partir del
año 1933. Muy pronto nos dijeron [...] que no éramos arios y que no debíamos
mezclarnos con los alemanes, de lo contrario, nos internarían en un campo. Comenzaron
a medirnos la nariz, a anotar el color de nuestro pelo y de nuestra piel. Luego,
nos retiraron los pasaportes. El resto de la población alemana sabía lo que ocurría,
pero no todos obraron del mismo modo, hubo algunas personas que se daban cuenta
de lo que pasaba, pero que se sentían impotentes por no poder hacer nada".
Los Franz vendieron su casa entre 1935 y 1937 y se mudaron a Bad Cannstatt, un
distrito de Stuttgart.
Su respetado abuelo Johannes
Haag murió en 1937. Está enterrado en Tübingen en el mismo cementerio que
Friedrich Hölderlin.
Transcurridos cinco años desde
que los nazis accedieran al poder en Alemania, los Romanís se vieron expuestos
a una creciente ola de exclusión y persecución. A la adolescente Philomena la
expulsaron de la “Escuela Secundaria Femenina Olgastrasse” de Stuttgart en 1938
a la edad de 16 años por su origen Sinti. En ese año la familia todavía disfrutaba
de contratos importantes, por ejemplo, en el Liederhalle de Stuttgart, en la
Ópera Kroll de Berlín, en el Lido de París, y hasta esas ciudades viajaban en
su propio coche, un elegante Horch Pullman.
Gradualmente, a los Sinti se
les prohibió "viajar". Con la publicación del Decreto de 17 de
octubre de 1939 "Festsierungserlass", a los Gitanos definitivamente se
les prohibía abandonar su lugar de residencia. Ese mismo año en la frontera
tras regresar de París al final de una exitosa gira, la Gestapo les requisó el
coche familiar, además de toda la documentación, también les confiscaron sus
instrumentos musicales, el dinero, las joyas, los relojes... Al llegar a casa tuvieron
que malvender sus caballos y carromatos, finalmente se les forzaba a dejar
atrás su modo de vida
Y en ese atrás quedó la libertad que otorga el
camino el verde de la tierra y el azul del cielo:
"Nuestra
caravana era espléndida, con alacenas abovedadas que llegaban desde el suelo al
techo. Todo era de caoba, con espejos de marcos de plomo, las camas y los
armarios decorados con hermosas incrustaciones. El interior del carromato
estaba forrado de linóleo: rosas amarillas sobre fondo azul. En el centro se
encontraba la sala de estar con un sofá de felpa azul con flores amarillas.
Detrás de la puerta corrediza, la cocina. La estufa, cromada. La tubería de la
estufa, esmaltada en azul y pintada con flores amarillas. Las ollas de cobre en
las paredes [...] Una caravana maravillosa, hermosa, cubierta con tejas de
madera por dentro y por fuera. Con discos grabados que representaban castillos
y fortalezas. Ocho metros de largo y 2,50 metros de ancho. En ese momento ya
costaba 2.000 marcos. En ese tiempo esa era la cantidad de dinero que se pagaba
por una casa. Por supuesto, no todos los Sinti viajaban con tantas comodidades
como nosotros. La mayoría de ellos atravesaban el campo con la carreta cubierta
y solo tenían algunas ollas y las modestas carpas en las que dormían.”
En 1940, obligaron a Philomena,
de 18 años, a realizar trabajos forzados en una empresa de armas de Stuttgart. La
vida transcurría cada vez entre más y más dificultades.
El 21 de abril de 1944 Philomena llega en un tren
de vagones para transporte de ganado, junto a otras muchas familias Gitanas, al
campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia. Le
tatuaron en uno de sus antebrazos el número de prisionera Z-10550. La
internaron en el Campo para Familias Gitanas en el sector BIIe de Birkenau. A
Philomena los guardias la obligaron a trabajar en el burdel del campo, pero
ella, de forma valiente se negó y a consecuencia de su negativa la trasladaron a
un kommando de trabajos forzados en el que tenía que trasladar las cenizas de
los cadáveres incinerados en los hornos crematorios hasta un camión.
Philomena Franz narra sobre
su internamiento en Auschwitz-Birkenau:
“Recuerdo
una escena que nunca olvidaré en mi vida. Había un barracón con muchos perros
pastores alemanes. En ese lugar había siempre un gran barril lleno de galletas
para perros. Un día, la tapa que tenía encima se movió un poco. Se podían ver perfectamente
las galletas. El hambre nos estaba matando. Cuando pasamos, miramos con desesperación
hacia el barril y la idea de acercarse un poco para agarrar una galleta nos
atormentaba. Pero aquello resultaba imposible porque los guardias con sus
ametralladoras nos vigilaban desde arriba. Con nosotros venían también niños a
los que les había abandonado el sentido común y que no podían evaluar el
peligro de la situación. Entonces sucedió: uno de los niños se salió de la
fila. Intenté retenerlo, fue demasiado tarde. El niño se escapó de entre mis
brazos. El guardia inmediatamente lo mató desde el puesto de vigilancia y el
pequeño cayó al suelo hecho jirones por los disparos... No puedo seguir contando.
Me cuesta demasiado".
El 24 de mayo de 1944 es
transferida junto a otras mujeres aptas aún para trabajar desde Birkenau al
campo de concentración de Ravensbrück. Quedó registrada con el número de
prisionera 40307. En Ravensbrück se reunió de nuevo con su hermana y a ambas las
internaron en el subcampo de Schlieben. Allí trabajaban bajo tierra en la
fabricación de bombas explosivas durante turnos de 12 a 14 horas diarias.
Philomena Franz intentó en
dos ocasiones escapar de los campos de concentración. Durante
el primer intento de huida del subcampo de Schlieben, observó que durante el
turno de noche un guarda tocó la valla, que generalmente estaba electrificada,
y ésta estaba desconectada. Se armó de valor, y sin pensar en nada más se dejó caer
tras la cerca en un pozo de grava. Consiguió escabullirse por el prado y
alcanzar el bosque. Pero, poco duró su aventura, la detuvieron y la llevaron al
pueblo más cercano donde permaneció retenida en la finca del alcalde durante
varios días. La mujer del alcalde le proporcionó en secreto algo de comida. Después,
la devolvieron al campo y como castigo, a ambas hermanas las colgaron, durante
horas atadas de las manos, de la horca. La hermana de Philomena Franz falleció
como resultado de esta tortura, la propia Philomena Franz sobrevivió de milagro
a tan cruel castigo.
A Philomena Franz la
volvieron a trasladar por segunda vez al campo de concentración y exterminio de
Auschwitz-Birkenau a finales de 1944. Philomena permaneció allí durante unas
tres semanas más. Luego la transfirieron de regreso a Alemania al subcampo de
Wittenberg donde la obligaron a realizar trabajos forzados en una fábrica de
aviones, tenía que soldar piezas de aviones.
En ese lugar contó con la
ayuda de uno de sus vigilantes:
“A
menudo he pensado en este hombre. Nunca me dirigió una sola palabra, nunca me
habló. Pero cada vez que me iba a la cama cada noche me encontraba escondido un
trozo de pan. [...] Sé que era aquel hombre. Estaba convencida de que se
trataba de él por el cariño con el que me trataba. Intenté escribirle una nota.
Fui a las letrinas y le puse: ¡Por favor ayúdame! ¡Consígueme unos alicates
aislantes!". Al día siguiente, Philoomena encontró unos
alicates debajo de su lugar de trabajo y una hoja de papel en la que que se
leía que a las 12 de la noche no había electricidad corriendo a través de la
cerca. Philomena Franz decidió huir con otras doce mujeres. Primero se escondieron
en un refugio antiaéreo que se situaba a unos dos o tres metros de la cerca de
alambre de púas. Juntas lograron hacer dos agujeros en la valla con los
alicates aislantes. Todas las mujeres consiguieron escapar y corrieron hacia la
carretera que conducía al Elba. Philomena les previno de que no deberían
dirigirse hacia la ciudad, ya que allí las atraparían rápidamente. De repente,
en mitad de la oscuridad de la noche se quedó sola de nuevo. Cuando los SS se dieron
cuenta de la fuga desplazaron un camión equipado con ametralladoras para
detener a las fugadas. Philomena comenzó a oír disparos, corrió, llegó a orillas
del Elba, se lanzó al agua helada y nadó con las escasas fuerzas que le quedaban
hasta alcanzar la orilla opuesta.
En su huida llegó hasta una casa donde vivían
un hombre mayor y su hija que la acogieron y la mantuvieron escondida hasta que
el territorio fue liberado por el Ejército Rojo a finales de abril de 1945.
“Estaba
tan sucia, tan asquerosa. Y aquella cama blanca, la almohada, era todo tan
extraño después de todos esos años que me resultaba imposible dormir en ella.
Me llevó de tres a cuatro días volver a acostumbrarme a la cama. Y Marga, la
hija del hombre, me limpió los piojos, me dio su ropa. Marga: nunca olvidaré su
nombre en toda mi vida".
Cuando terminó la guerra,
Philomena Franz tenía 22 años. En Bamberg conoció a su futuro esposo, Conrad. Era
músico y había perdido a su primera esposa y a sus cuatro hijos en Auschwitz.
En 1949, Philomena Franz
reanudó la tradición musical familiar junto a su futuro marido y a uno de sus
hermanos, también sobreviviente y que era violinista de jazz. El grupo de
música Sinti actuó en el comedor de oficiales de las fuerzas de ocupación
estadounidenses, a menudo delante del comandante en jefe aliado, Dwight D.
Eisenhower en Ansbach, o en Tübingen del general Charles de Gaulle. Philomena
Franz cantaba éxitos estadounidenses.
En los años siguientes,
Philomena formó una familia de cinco hijos con su esposo. Vivieron primero
vendiendo telas puerta a puerta y más tarde del negocio de las antigüedades en poblaciones
entre Colonia y Limburg an der Lahn. Philomena Franz ha sufrido a lo largo de
su vida de periodos de fuerte depresión, siendo necesaria en ocasiones su
hospitalización durante meses. En uno de ellos comenzó a escribir su
experiencia en los años del Porrajmos.
Después de que a su hijo lo
discriminaran racialmente en su escuela a principios de la década de 1960, Philomena
junto a su hijo mayor comenzó a contar cuentos de hadas de tradición Romaní en
los colegios.
En 1960 Philomena Franz
recibió una indemnización de 3500 marcos alemanes y posteriormente un pago
adicional, la denominada "reparación" de 15.000 marcos. La Oficina de
Bienestar Social cobró este pago adicional, hecho que a menudo les sucedía a
los Romanís, por lo que el matrimonio no
vio ni un mísero marco.
En 1975
perdió a tres de sus hijos en un accidente de tráfico y su marido falleció ese
mismo año.
En 1982 publicó su libro
donde relata su experiencia " Zwischen Liebe und Hass: ein Zigeunerleben".
A la edad de 73 años,
Philomena Franz recibió la Cruz Federal al Mérito.
En 2001 la galardonaron con
el premio “Mujeres en Europa Alemania 2001”.
Philomena ha participado en múltiples
actos de recuerdo contando su testimonio en escuelas y universidades, así como
en programas de radio y televisión.
Fuentes:
- Zwischen Liebe und
Hass. Ein Zigeunerleben. Philomena Franz. Herder. Freiburg im Breisgau
1985.
- Philomena Franz. Die Liebe hat den Tod besiegt. Michael Albus. Düsseldorf
1988.
- “Mich hat Auschwitz
nie verlassen”. Überlebende des Konzentrationslagers berichten. Susanne Beyer /
Martin Doerry (Hrsg.). München 2015.
- Zigeunermärchen. Philomena
Franz. Bonn 1982.
- Tragen wir einen
Blütenzweig im Herzen, so wird sich immer wieder ein
Singvogel darauf
niederlassen. Philomena Franz. Norderstedt 2012.
- Verachtet, verstoßen, vernichtet. Kinder- und Jugendjahre unterm Hakenkreuz. Harald Roth,
(Hrsg.). Würzburg 1995.
- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993. Volumen I. Páginas 706-707.