lunes, 4 de noviembre de 2019

Margita (Marie) Procházková (nacida Miklosova)

Marie Procházková
© USHMM

Margita (Marie) Procházková (nacida Miklosova), vino al mundo el 13 de octubre de 1924 en Regetovka, Eslovaquia cerca de la frontera con Polonia. La familia habitaba una modestísima vivienda a las afueras del pueblo, formaban parte de una pequeña comunidad de cuatro familias Gitanas que vivían en la localidad. De su niñez recuerda, principalmente, la pobreza y, el dolor que le produjo, cuando contaba tan sólo ocho años, la muerte de su madre. Marie era la única niña, además de dos hermanos pequeños, uno de seis años y otro de cuatro.

Marie asistió a una escuela rutena. A la pequeña le encantaba estudiar, terminó el octavo grado, pero las circunstancias y su padre le impidieron proseguir con su aprendizaje. Una vez llegado el momento de marcharse a la ciudad para continuar allí estudiando, su padre la cogió un día y le dijo: “No puedes marcharte, solamente tengo una hija y no puedo dejar que te vayas lejos de aquí, además, no poseo el dinero suficiente para pagar tus estudios”.

Y es que su padre se dedicaba a la música tocando por diferentes lugares. Su instrumento principal era el violín. Siempre estaba fuera. Tocaba en bodas y todo tipo de celebraciones, mientras tanto la joven se quedaba en casa. Marie trabajó como campesina y realizando aquellas tareas donde podía ganar algo de dinero para ayudar a la frágil economía familiar y permitirles así sobrevivir.

Pasado un tiempo su padre contrajo nuevo matrimonio. Su madrastra nunca la tró muy bien ni le tuvo un especial cariño. La pareja tuvo cinco hijos, dos niños y tres niñas.

Y estalló la guerra y la vida continuó como pudo en aquel lugar fronterizo. Así fue hasta 1943 los alemanes llegaron hasta su casa, sin ninguna explicación  ni razón los detuvieron y se los llevaron a todos montados en unos carros tirados por caballos. No les dejaron llevar nada consigo. Su padre lloraba y la joven Marie también. Toda una vida quedaba atrás. Fueron deportados al campo de concentración de Dubova en Polonia, a unos 30 kilómetros de la frontera con Eslovaquia. El campo estaba vallado con alambre de espino, había un edificio más grande y otros más pequeños de madera, los hombres estaban separados de las mujeres. En aquel lugar las condiciones fueron terribles, en el interior de los pequeños barracones no había camas ni literas ni una manta con la que arroparse, solamente su ropa y el duro suelo, posteriormente les entregarían unos jergones de paja que por la mañana amontonaban y por la noche volvían a extenderlos en el suelo:
La comida era muy escasa únicamente les daban algo de comer a mediodía, una sopa acuosa con muy poca sustancia. A todo esto había que añadir el terror que producían las ejecuciones diarias, el miedo, lo malvadas que eran las vigilantes alemanas. Recuerda Marie una experiencia traumática que nunca ha podido olvidar, se las llevaron en carros hasta un lugar en el que yacían muchos soldados muertos, eran checos. Los obligaron a registrar todos los cadáveres para quitarles los relojes, pulseras, pero lo peor era para los anillos que no podían sacarse de los dedos, les entregaron una especie de cuchillos con los que cortar los dedos y, de este modo, extraer los anillos. Había unas cajas de madera en las que clasificaban aquel botín. En un momento de descuido de sus vigilantes, Marie intentó guardarse una de aquellas joyas pero en un movimiento se le cayó al suelo, los alemanes la descubrieron y la golpearon casi hasta matarla. En un carro la condujeron hasta la enfermería y permaneció en ese sitio durante un mes.

En el otoño de 1944 los prisioneros huyeron cuando los rusos llegaron a Dubova. Caminando durante tres semanas, en un viaje dramático, comiendo lo que le daban o de lo que había por el campo, llegó hasta su casa, en ella se encontraban su madrastra y dos de sus hermanos pequeños. Sobrevivieron mendigando en el pueblo. Pasado un tiempo su padre regresó de su internamiento en los campos y poco a poco fueron sacando fuerzas de flaqueza para tirar adelante. Marie se encontraba exhausta, derrotada, agotada y pasó los siguientes tres meses en cama bajo los cuidados de su padre que nunca la abandonó ni la dejó desfallecer. El padre comenzó a tocar su violín, su madrastra mendigaba en las aldeas, unas pocas patatas, un pedacito de carne y, de nuevo la vida proseguía su incierto rumbo en el camino. Así fue como sobrevivieron.

         Posteriormente se trasladaron a vivir a Varnsdorf, (en la actualidad República Checa). Marie comenzó a trabajar en una fábrica textil, en ese lugar se enamoró de un Gitano checo, se casó y tuvieron seis hijos; pero su primer esposo la dejó; y Marie se volvió a casar y tuvo cinco hijos más. 

Marie Procházková en un momento 
de la entrevista en 1997
© USHMM

Marie ha vivido en Fulnek, República Checa.

Fuentes
- Entrevista con Marie Procházková realizada por Beth Jacob el 22 de junio de 1997. USHMM. Colección de The Jeff and Toby Herr Oral History Archive.