viernes, 19 de octubre de 2018

Márie Ondrášová

Marie Ondrasova.
© USHMM.

Marie Ondrasova, nació el 1 de enero de 1926 en una familia Romaní que residía en Tvorovice, distrito de Prostejov, antigua Checoslovaquia. Fue la mayor de siete hermanos, seis chicas y un chico. Durante su infancia no asistió a la escuela ya que en su lugar se vio obligada a ganarse un jornal desde muy jovencita.

Su progenitor trabajaba como obrero de la construcción en Prerov, mientras, los niños ayudaban realizando tareas agrícolas para los campesinos de la zona; su hermana, la que iba detrás de ella y Marie realizaban trabajos duros en el campo, mientras que sus hermanos pequeños ayudaban en tareas tales como recoger patatas o remolacha… Al finalizar la jornada laboral los campesinos les entregaban alimentos y pan pero casi nunca les daban dinero.


En otras ocasiones, cuando su madre trabajaba era Marie quien cuidaba de los niños y se encargaba de las tareas domésticas; cocinar, darles de comer, bañarlos, etc. A pesar de tanto esfuerzo el dinero nunca era el suficiente para llevar una vida desahogada. Vivían en una casa modesta del Consejo, con una habitación que hacía las veces de salón, cocina y dormitorio y que poseía un patio en el que, siempre que podían, se salían los niños a jugar y donde su madre tenía sueltas cinco o seis gallinas y en las mejores y raras ocasiones algún pato o algún ganso. La gente de los alrededores los trataba bien, ellos eran la única familia Gitana del pueblo. A Marie la llamaban Kvetka. Todos los domingos acudían a la iglesia a oír misa con la esposa de un granjero.

Marie Ondrasova en su primera comunión
© Museo de Cultura Romaní de Brno.


Entonces llegaron los alemanes a Tvorovice, al primero por el que vinieron fue a por su padre, Marie recuerda que a los pocos días se presentó en su casa la señora Vavrikova, que era la persona encargada en el pueblo de recibir, clasificar y repartir el correo y los telegramas, además de ser la responsable de la central telefónica, produciéndose la siguiente conversación: "Kvetka, ¿dónde está tu madre?" Marie respondió: "No sé dónde está, estará trabajando". " Anda, ve y búscala". "¿Pero por qué señora Vavrikova, por qué, es tan importante ir ahora mismo a buscarla?". "Sí lo es, ve Kvetka, debes encontrar ahora mismo a tu madre".

En ese tiempo su madre se hallaba embarazada de la hermana menor de Marie. Echó a correr en busca de su madre, cuando regresó, la señora Vavrikova le dijo: "Ondraska, entra en la cocina, debo decirte algo muy importante”. Así fue como se enteraron, primero de que su padre formaba parte del grupo de la Resistencia del pueblo y segundo, del destino fatal que había corrido.

Probablemente un mes después, en junio de 1942 llegó un camión hasta el hogar de los Ondrasova. Los gendarmes los forzaron a montarse y los condujeron a Prerov, a la gran escuela. Allí había mucha gente, una multitud de personas. Familias enteras; madres, abuelos, primos, a muchos los conocía Marie. La escuela estaba llena, abarrotada y por todas partes soldados alemanes.

Permanecieron retenidos una semana mientras reunían en la escuela a todos los Romaníes de la zona. Pasado ese tiempo los montaron de nuevo en camiones y los llevaron hasta la estación de trenes, los metieron en vagones para transporte de ganado y los trasladaron a Kunstat, los obligaron a formar en filas de a tres y caminado llegaron hasta el campo de concentración de Hodonin. Éste estaba situado en una pequeña colina en el interior de un bosque, barracones de madera rodeados por una cerca, también de madera. En la calle del segundo lado corría un pequeño riachuelo. Había hombres y mujeres trabajando en las calles, otros también en la cantera, algunos llevaban pesadas piedras en carros de los que tenían que empujar. Vestían trajes de rayas y en la parte superior algo que parecía un abrigo negro, calzaban zuecos. El interior de los barracones se hallaba repleto de literas de madera a los que los internados llamaban jaulas. A Marie le cortaron sus preciosas coletas y le raparon su hermoso pelo. Marie tuvo suerte y le encomendaron un trabajo en el dispensario como enfermera, ocupó una posición de privilegio dentro del escalafón de prisioneros, por lo que no la obligaban a soportar las largas esperas de pie, tanto por la mañana y por la noche, para pasar lista, mientras, a otros hombres, mujeres y niños los enviaron a trabajar a los terribles kommandos de la cantera. 

Vista del Campo de concentración de Hodonin.
© Kapura.

La comida en aquel lugar era terrible, verdadera bazofia. Por la mañana les daban una especie de café negro caliente y un pedazo de pan. Su madre, tenía la cabeza calva y la dejaban llevar una bufanda a cuadros, e hizo una bolsa con ella guardando su pan allí para que los niños pudieran comerlo al día siguiente. Para la comida y la cena les entregaban un cuenco de sopa de patatas y remolacha, en el que casi todo el contenido era agua.

El Dr. Habanec, un médico civil checo, atendió en el parto a su madre. En mitad de aquel infierno nació la pequeña Sonicka. Fue uno de los treinta y seis bebés que nacieron en Hodonin.

Un día llegaron hasta el campo unos civiles alemanes que parecían médicos. Montaron una tienda de campaña en el exterior del campo. Comenzaron a llevar hasta allí a todos los prisioneros de Hodonin. En la tienda, les hacían muchas preguntas acerca de sus antepasados, medían sus bocas, sus cabezas, comprobaban el color de sus ojos… y los internados no sabían por qué aquellas personas procedían de ese modo. Llegó el turno de su madre, midieron en su cuerpo todo lo mensurable y le preguntaron por el nombre de sus padres y sus abuelos. Resultó que una de sus abuelas poseía origen alemán, ario en el argot nazi. Por ello quedaron categorizados como Gitanos de sangre mezclada, mestizos. Por ese hecho, cuando comenzó la ola de deportaciones hacia el Este, su familia al completo fue trasladada a la enfermería.

Pasado un tiempo comenzaron a llevarse a la gente del campo de Hodonin con destino a otros campos. Pero los Ondrasova permanecían en el dispensario, incluso su abuela estaba allí, toda la familia. Su madre sufría por todos pero en especial por la pequeña Sonicka de seis meses. Su madre tenía una amiga, a la que conocía del pasado, se llamaba Kolcova, su hija bebé había muerto y sus mamas aún tenían leche, ella sola era capaz de alimentar a tres niños. Las mamas de su madre por el contrario se habían quedado sin leche para alimentar a Sonicka. A la señora Kolcova la iban a trasladar a otro campo así que le pidió a la madre de Marie: “Dame a, tu hija, por favor, cuando nos dejen salir de aquí, la cuidaré y te la traeré de vuelta, no te preocupes". La vida tiene en su recorrido momentos en los que una persona ha de tomar una difícil decisión. Les habían dicho que los que se marchaban los trasladaban a un lugar mejor. Así fue como su madre entregó a su bebé a aquella mujer. Llegó el terrible día de la separación, los trasladaron a otro campo y Sonicka se marchó con ellos. El dolor de aquella madre resultaba indescriptible.

Vista del Campo de concentración de Hodonin.
© Český rozhlas

La familia de Marie fue liberada del campo en el verano de 1944, habían permanecido internados trece largos meses, su madre volvió al pueblo con los niños. Marie se fue a Olesnice a servir. El Dr. Habanec quería que la joven se incorporara al hospital en Policka para hacer un curso de partera, pero, Marie sólo tenía una idea en la cabeza, ponerse a trabajar y ganar algo de dinero con el que ayudar a su familia.

Un día quisieron llevarse de nuevo detenida a su madre, mas, unos gendarmes checos las pusieron sobre aviso: "Ondraska, si tienes familiares márchate antes de que te arresten". Así que guardaron todo lo que pudieron en bolsas, y se marcharon. Su hermana mayor, una hija de su padre de su primer matrimonio, vivía en Eslovaquia y hacia allí se echaron al camino. Nada importaba, ni el hambre, ni el intenso frío, lo principal para ellos era estar junto a su madre, y conseguir salvarse todos. En su caminar, cerca de Hrozenkov, se cruzaron de nuevo los alemanes, y nuevamente la suerte se puso de su lado. Los pararon, les pidieron los documentos de identidad, no llevaban ningún papel consigo, desde que salieron habían tomado la decisión de hacerse pasar por una familia checa de apellido Novotna que huía de los bombardeos. Del mismo modo acordaron que su madre y su abuela, que sabían hablar en alemán, no lo utilizaran para así no levantar sospechas. Al no entenderse con los alemanes acudieron unos gendarmes checos. Los alemanes les preguntaron si conocían a aquella familia. Su madre y su abuela lloraban. Marie tomó las riendas de la conversación y les comentó que se dirigían a Eslovaquia a casa de una hermana, tras un diálogo entre los alemanes y los gendarmes les dijeron a estos que se los llevaran hasta la gendarmería. En ese lugar las llevaron hasta la oficina, luego vino, el jefe, las miró y dijo: "Kvetka, así que ahora eres Novotna" Y Marie extrañada preguntó: "¿De dónde me conoces?" y el jefe de los gendarmes contestó: "Kvetka, por favor, no intentes decirme que te llamas Novotna, te conozco desde que eras una niña, como Ondrasova. ¿No me conoces?, soy Marianek de Tvorovice ". Así fue como de nuevo el azar del destino se puso del lado de Marie y su familia. "Tengo que protegeros, así que os quedaréis aquí en Brno en una celda de la prisión para no levantar sospechas". En la cárcel las obligaron a limpiar las oficinas, pero los oficiales les traían margarina, pan o lo que podían, todos les ayudaron. Durante el tiempo que estuvieron en aquel lugar nadie los denunció y los trataron bien. Un día se presentó, avisado por Marianek, el Sr. Vrba, a quien tiempo atrás habían servido en su casa, los sacó de la prisión, los llevó a la estación de ferrocarril con sus maletas y les pagó el billete de tren. Se fueron a Pivin y su madre a Tvorovice. En el hogar de los Vrba permanecieron hasta que los rusos llegaron y con ellos el final de la guerra y la vida poco a poco volvió a recobrar su bendita rutina.

Pero aún había una espina clavada en el corazón d ela familia y en particular de su madre, el destino de la pequeña Sonicka. Su madre preguntaba a todos los que regresaban de los campos de la muerte, de este modo se enteró del lugar dónde estaba la niña La señora Kolcova, la mujer a la que se la había entregado, había muerto de cáncer, pero la hermana de esta señora se había hecho cargo de la pequeña. Así fue como volvió con la familia, Sonicka, la hermana menor de Marie que tenía 13 meses cuando se separó de ellos y tres años cuando regresó a casa. Había sobrevivido a los campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y Ravensbrück.

La familia se dispersó por todo el mundo; Marie ha pasado su vida vendiendo algodón de azúcar durante 25 años en los parques de atracciones; y finalmente mudándose a Liberec, Checoslovaquia. Ha tenido cinco hijos, dos niños y tres niñas.

         Fuentes
- Entrevista a Marie Ondrasova. United States Holocaust Memorial Museum Collection, cortesía de la Fundación Jeff y Toby Herr. 20 de junio de 1997.