miércoles, 18 de abril de 2012

Edward Paczkowski

Edward Paczkowski
© Action Reconciliation Service for Peace
Edward Paczkowski, nació el 20 de marzo de 1930 en la pequeña ciudad polaca de Grabow.
Edward nació en una familia Gitana. Sus padres, Franciszek y Zofia tenían en cuenta las leyes, costumbres y tradiciones Romaníes. Su padre era herrero de profesión y tenía la reputación de un buen artesano en Grabow, el pueblo polaco donde vivían.

En la década de 1930 su familia llevaba una vida nómada, viajando por toda Polonia, especialmente en el ámbito de Wojewodschaft Kielce y Łódź. Durante el invierno, alquilaban algún lugar donde permanecer durante la gélida estación, principalmente en las ciudades pequeñas. Además del apartamento poseían un establo para sus caballos. Cuando llegaba marzo de nuevo se echaban al camino.

Al mismo tiempo que seguían las prescripciones marcadas por las tradiciones Romaníes, sus padres educaron a sus hijos en el espíritu y amor hacia Polonia. Todos sus hermanos y él acudieron a la escuela polaca, y sus progenitores se preocuparon de que sintieran el apego a la patria.

Edward recuerda que en 1936, se matriculó en la escuela primaria en Grabow. En 1938 su padre encontró trabajo en Tomaszów. Edward había asistido a la escuela desde niño y su abuelo además le enseñó el oficio de herrero.

Cuando su padre se estableció en Tomaszow, montó un taller y contrató a ocho trabajadores polacos. Su madre se hizo cargo de la casa. En total la familia de Edward estaba constituida por sus padres, cuatro hermanos, y una hermana, que era la mayor. De los pequeños, Edward era el más joven de la casa, por lo que su hermana se ocupaba durante mucho tiempo de su cuidado.

En marzo de 1939 su hermano Józef Benek al que todo el mundo conocía por Benek, era tres años mayor que él y le encantaba salir de excursión con grupos de Boy Scouts. En ese año su hermano le sugirió que también se uniera a los scouts, concretamente al grupo Scouts Zuchów de su  escuela y con posterioridad al grupo Starszo- Harcerskiego.

Pero desgraciadamente las nubes negras de la Historia se cernieron sobre el bello país de Polonia. Edward recuerda con exactitud como fue el primer día de la guerra, aquel 1 de septiembre amaneció un día muy hermoso, soleado y cálido. Temprano por la mañana, se levantaron, alertados por el fuerte rugir de motores. Resultó que estaban volando a baja altura los aviones alemanes. A última hora de la tarde de aquella jornada su padre enganchó al caballo a la carreta, mientras que su madre y sus hermanos comenzaron a empacar todas las pertenencias. Durante varios días deambularon sin un rumbo fijo, de un sitio a otro, todo fue así hasta que la ciudad en la que se encontraban cayó ocupada por el ejército alemán. De este modo, su padre tomó la decisión de regresar a su nativa Grabow. En el primer período de la ocupación alemana, la familia vivía con tranquilidad. Las autoridades alemanas hasta ese momento no parecían preocuparse de los Romaníes polacos. Pero poco tiempo después se inició la persecución de la población, los saqueos de cultivos y sobre todo la cotidianeidad en la que se convirtió que los alemanes golpearan sin mediar aviso a la gente. Al mismo tiempo, su hermano mayor, Józef comenzó a desaparecer cada vez con mayor frecuencia de la casa. Edward vio que se reunía con asiduidad con sus colegas Scouts Por supuesto, en ese momento nuestro protagonista no tenía ni la más remota idea de lo que ello significaba.

A partir de 1940, Benek se convirtió en miembro activo, Armia Krajowa, del Ejército Nacional Polaco.

No fue hasta más o menos, en una fecha cercana a la primavera de 1942, sin duda después del cumpleaños de Edward, cuando nuestro joven se metió sin que nadie lo llamara en una conversación que mantenía su hermano. Durante la conferencia, Edward les dijo que se sentía lo suficientemente mayor y con la habilidad y capacidad de observación necesarias, aprendizajes que había recibido cuando pertenecía a la Organización Scout, para ingresar en el grupo de su hermano y ser de utilidad prestando su servicio a Polonia. Después de esta conversación, Jozef le hizo jurar junto a la Santa Cruz y le ordenó, que en ningún caso y jamás nadie nunca debía saber nada acerca de las actividades que llevaba na cabo y jamás decir ni tan siquiera con quien se reunía. Por supuesto, Edward no sabía cómo se llamaba el grupo (sólo más tarde en la cárcel su hermano le contó que se trataba del Ejército). A partir de ese momento comenzó a realizar distintas tareas, principalmente entregar órdenes ocultas e informes. En la mayoría de las ocasiones su hermano era quien le encomendaba los trabajos, aunque cuando fue adquiriendo la confianza de los demás, éstos también le ordenaban distintas misiones. Además se encargaba de observar el movimiento de camiones alemanes, tomaba notas y se las entregaba a un superior.

Su servicio a la Resistencia Polaca duró varios meses, concretamente hasta el verano de 1942. Un día de la estación estival los alemanes detuvieron a su hermano y, finalmente, después de muchos interrogatorios llevados a cabo por la Gestapo, combinados con brutales palizas y golpes terribles, Edward fue internado en la prisión de Radom. A pesar de las numerosas vejaciones y torturas, Edward era un muchacho fuerte que podía soportarlo todo y lo más importante no romper nunca el juramento que había hecho ante su hermano y ante Dios. A finales de septiembre de 1942, los nazis lo llevaron hasta una estación de tren. Lo montaron en un vagón y después de unas horas, el convoy se detuvo. De un fuerte golpe alguien abrió la puerta y pasado un rato escucharon un fuerte estruendo, gritos ¡Raus!, ¡Raus!, ¡Raus! Edward fue uno de los primeros en saltar del vagón y de inmediato un hombre de las SS empezó a golpearlo en el estómago, con la culata de un fusil. Tras los primeros instantes de pánico Edward pudo percatarse de que junto a los soldados alemanes armados con fusiles también había muchos hombres extraños, vestidos con trajes de rayas y que portaban palos en sus manos.

Tras la confusión general de ese momento, uno de aquellos hombres con el traje de rayas se dirigió a los recién llegados (más tarde supo que era el Kapo de los prisioneros) se alinearon en formación y los condujeron hacia otro lugar del campo, bajo la escolta de hombres de las SS. Tal vez después de cinco minutos llegaron junto a la puerta en la que pudo leer la inscripción Arbeit macht frei”, y también pudo ver las vallas con alambre de púas. Transcurrieron un par de horas. Lo llevaron junto a unas mesas en las que estaban sentados otros hombres vestidos de rayas. Allí Edward tuvo que decirles su nombre, su fecha y lugar de nacimiento, su ocupación, los nombres de sus padres y el nombre de soltera de su madre. El hombre que había sentado al otro lado de la mesa escribió todos esos datos y le entregó a Edward un trozo de papel con el número 66485, y a su hermano, el número siguiente, es decir, 66486. Pasado ese momento, un hombre les informó de que eran prisioneros del Auschwitz Konzentrationslager. Entonces los llevaron hacia uno de los muchos barracones que allí había, en su interior literas de tres niveles para dormir. Edward estaba sufriendo lo que en el argot del campo se conocía como periodo de cuarentena. Durante este tiempo, tuvieron que aprender a cantar canciones alemanas y a realizar todo tipo de ejercicios. Edward recuerda que durante esos días lo golpearon muchísimas veces, porque a nuestro protagonista le costaba mucho trabajo aprender a decir su número de prisionero en alemán. Después de dos o tres semanas, fue asignado al equipo de trabajo DAW - Deutsche Ausrüstungswerke-. Su trabajo consistía en realizar trabajos de carpintería, y producir cajas de municiones para la artillería. El kommando realizaba además obras complementarias diversas, como ordenar y apilar tablones de madera. El trabajo era muy duro, pero la suerte que tuvo Edward y que seguramente posibilitó su supervivencia fue, que este se llevaba a cabo en espacios interiores.

Tiempo después lo trasladaron a un lugar situado a unos tres kilómetros de distancia del campo de Birkenau.

Tras dos semanas de nuevo llegó un traslado, en esta ocasión al campo de concentración de Buchenwald, en el interior de Alemania. Pasado un tiempo relativamente corto, otro traslado en este caso al campo de Dora, allí trabajó en unos túneles excavados en las rocas, produciendo armas y piezas para las nuevas bombas alemanas V1 y V2.

Casi al final de la guerra, puede ser que fuese a primeros de abril de 1945, durante la evacuación que estaba teniendo lugar en los campos de concentración, fue trasladado al campo de Bergen-Belsen, lugar en el que por fin fue liberado por el ejército británico. Después de varias semanas de alegría por haber logrado sobrevivir al Porrajmos regresó a su país amado, Polonia.

Toda su familia falleció en el genocidio nazi contra el pueblo Gitano. Edward ha dedicado gran parte de su vida a llevar su testimonio hasta los más jóvenes, con el objetivo de que aquellos hechos que el padeció nunca más vuelvan a repetirse.

Edward Paczkowski fotografiado junto a un grupo de estudiantes.
© BHAK BHAS

 
          El señor Paczkowski fue invitado a participar en los actos de conmemoración del 65 aniversario de la liberación del Campo de Auschwitz, pero tuvo la fatal suerte de que poco tiempo antes del evento se rompió una pierna, por lo que no pudo leer su discurso.


Edward Paczkowski durante el acto de recuerdo de agosto de 2011 a las víctimas del Porrajmos en Birkenau
© Dziennik Polski 4 de agosto de 2011

Esta es la historia de Edward Paczkowski, aquel jovencito que durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial se unió a la Resistencia polaca siendo todavía un niño y como gracias a su valentía gitana fue capaz de sobrevivir a la torturas de la Gestapo y a cinco campos de concentración. Toda su familia fue asesinada en el Porrajmos, el genocidio nazi de los Romaníes.

Fuentes:
- Edward Paczkowski. Romskiego Instytutu Historycznego.
- Edward Paczkowski. Panstwowe Muzeum Auschwitz-Birkenau Oswiecim, Polonia
- Zegota: Juifs et Polonais dans la Résistance, 1939-1945. Władysław Bartoszewski. Critérion, 1992. 333 páginas