Rosa Winter en 1937 ó 1938 cuando contaba 13 ó 14 años. © Familia Winter |
La
mayor parte de los historiografía existente sobre el Holocausto señala que la
causa principal de la persecución a los Romaníes en la Alemania nazi, vino
motivada porque estos quedaron englobados dentro de la categoría de
asociales, los nazis los señalaron como criminales y consideraron que
representaban una amenaza para la sociedad alemana, sin embargo, y desde mi
modesta opinión, como creo que ya ha quedado demostrado en innumerables de las
biografías ya trazadas en este blog, la verdadera razón por las que los
nacionalsocialistas persiguieron al pueblo Romaní no fue otra que su origen
racial, como ejemplo de esta aseveración os dejo la reflexión de la
sobreviviente Romaní Rosa Winter:
“Yo
nunca hubiera estado en un campo si yo no hubiera nacido
Gitana. No tenía antecedentes penales, ni nada, tan
sólo era una niña. La única razón por la que me llevaron a ellos
fue por mi raza, porque era Gitana.” Rosa Winter
Rosa
Winter nacida Kerndlbacher, vino al mundo en Königswiesen (Alta Austria)
el 23 de diciembre de 1923. Era la cuarta hija de una familia Sinti que vivía a
la manera nómada. Rosa tenía once hermanos. Su madre se llamaba Marie. La
familia recorría con su caravana cada pueblo, cada ciudad de Austria vendiendo
mercancías y artículos de todo tipo. Rosa nunca tuvo la ocasión de acudir a la
escuela, y esto fue así, porque no le quedó otro remedio que ayudar a sus
padres, quedándose al cuidado de sus hermanos más pequeños. De este modo,
transcurrió la infancia de Rosa, al lado de su familia, ganándose a duras penas
la vida día a día con aquello que vendían, yendo de un lugar para otro, bajo el
techo estrellado del cielo nocturno, al calor de una hoguera, entre juegos y
trabajo.
"Nunca
fuimos a la escuela, porque hoy estábamos aquí y mañana allí.
Nos encontrábamos con nuestros conocidos, y
éramos tremendamente felices. Cuando estábamos
en los mercados, los hombres cantaban y
tocaban música, sí música. Todo transcurría de manera
tranquila. Sí, unos vendían más y otros menos, pero si
algo reinaba era la solidaridad. Se preparaba una gran olla de
sopa y todo el mundo comía, todo el mundo. Fue aquel
un tiempo muy hermoso lleno de tranquilidad."
Parte de la familia de Rosa Winter a finales
de la década de 1920. © Familia Winter |
Hasta 1938 alrededor de 3000 Sinti vivían
recorriendo Austria, como lo hacía la familia de Rosa. Después
del "Anschluss" (anexión de Austria al Reich alemán), entró en vigor el "Festsetzungsbescheid"
("Decreto de detención") por el que se prohibió a los Romaníes
trasladarse de un sitio a otro y quedaron obligados a fijar un "lugar de residencia
temporal.”
Rosa Winter fotografiada junto a una de sus
primas a la edad de 13 ó 14 años. © Familia Winter |
En el otoño de 1939, mientras la familia de Rosa permanecía
estacionada en la ciudad de Salzburgo, muy temprano, al levantarse, el lugar
fue rodeado por policías de la Kripo. Los detuvieron, les quitaron su caravana,
sus caballos y sus mercancías. Posteriormente los condujeron a un recinto
cerrado situado en una pista de carreras de caballos, los obligaron a alojarse
en los establos, ocupando dos o tres familias el lugar que ocuparía un caballo.
Rosa fue enviada en septiembre de 1940 al Campo de Confinamiento
para Gitanos de Maxglan, allí, los prisioneros tenían que realizar trabajo
esclavo, arreglando carreteras, alcantarillado… No recibían nada de dinero por
su trabajo, tan sólo múltiples golpes de los vigilantes y de otros prisioneros
que se ocupaban de la custodia. El único consuelo de Rosa fue que en ese campo
se encontraba junto a su familia.
Romaníes internados en el Campo de
Confinamiento
de Gitanos de Maxglan/Leopoldskron cerca de Salzburgo en 1939
© DÖW |
En Maxglan la
directora de cine nazi, Leni Riefenstahl seleccionaría, poco tiempo después de
la llegada de Rosa y su familia, de entre los prisioneros a un grupo de extras
para realizar su próxima película “Tiefland” que iba a comenzar a rodar en
aquel otoño. Rosa formó parte de aquellos de entre 40 y 60 prisioneros Romaníes
que enviaron a Krünn en Mittenwald (Alemania) para participar en el rodaje del film. Los sueldos
de los extras; 6 Reichsmark por adulto y 50 Pfennige por niño no los recibían los
prisioneros sino que se entregaban a la Administración del Campo bajo la excusa
de que ese dinero era necesario para la manutención de los allí internados. Los extras no recibieron nada, ni tan siquiera una mínima
compensación tras la guerra. Durante el rodaje del film, Rosa recibió una carta de su
madre, en ella le decía que en fechas próximas iba a ser deportada, pero que no
sabía a qué lugar. También le comentaba que cuando supiera algo más le
escribiría de nuevo. Al enterarse de esto, Rosa se escapó, pero su aventura
duró poco tiempo, de nuevo fue detenida, esta vez en Rosenheim, su intento de
huida fue calificado como “sabotaje en el trabajo”. La condujeron a la prisión policial de Salzburgo… cuando
abrió la puerta de la celda se reencontró con su madre.
Después de dos o tres días ocurrió lo siguiente…
“Helene Riefenstahl me
visitó allí. Y lo hizo con la esperanza de que yo
le pediría perdón. Pero no, yo no... no, yo no lo
hice. "¡Oh, ya veo!" dijo ella, "entonces el
resultado final será el campo de concentración. Si eso es lo que
deseas, allí irás.” Mi madre se puso de rodillas ante ella implorando por
misericordia que no hiciera eso, pero ella no quiso escuchar.”
Rosa Winter en el film de Leni
Riefenstahl “Tiefland” en 1940 © Periódico Oberösterreichische AZ/Tagblatt |
A Rosa la deportaron pocos días después de
mantener esta conversación con destino al campo de concentración de
Ravensbrück, campo terrible, que significó la muerte para miles de
mujeres.
Era el año 1941, nada más llegar, a Rosa le raparon la cabeza y le
dieron el traje de rayas que vestían las prisioneras.
Trabajo duro, frío, calor, hambre, humillaciones, golpes… Los
nazis obligaron a Rosa a realizar trabajos forzados en un kommando que partía
del campo al amanecer y volvía cuando el día se convertía en noche. Su
dramática experiencia se halla impregnada de dolor, de enorme pérdida y al
mismo tiempo de ganas de seguir viviendo, de sobrevivir. Resulta dramático su
testimonio cuando señala el anhelo que tenían las prisioneras de calor durante
el gélido invierno, trabajando durante horas y horas a la intemperie nevada,
por el contrario, en los calurosos días de verano, en ocasiones, lloraba de
rabia porque no tenían ni una gota de agua que llevarse a la boca con la que
saciar su sed. En el trabajo, además, les estaba prohibido ir a hacer sus
necesidades, debían aguantar todo el día y hasta que no volvían al barracón no
era posible. Rosa narra como algunas mujeres plantaban cara a la adversidad y
procedían con gran astucia y riesgo del siguiente modo: muy temprano tras
levantarse y proceder a vestirse, no se ponían ropa interior, así cuando se
hallaran trabajando en grupo, rápidamente y aprovechando cualquier descuido de
sus vigilantes, hacer de cuerpo protegidas por el resto de compañeras,
intentando por todos los medios que el guardia o el kapo no las viera, si las
descubrían, aquella acción podía significar una muerte segura…
Mujeres prisioneras en Ravensbrúck en un Kommando de
trabajo. © Deutsches Bundesarchiv |
Ravensbrück fue un campo atroz. Cuenta Rosa que una noche, en
torno a las ocho o nueve, lavó su traje de prisionera y cuando lo estaba
colgando en una ventana del barracón para que se secara para la siguiente
jornada… de repente un perro se abalanzó sobre ella y casi la mata. En
Ravensbrück había perros entrenados para atacar a seres humanos. Los perros la
mordieron por todas partes, en el pecho, la cabeza, el abdomen… una de las
heridas del pecho era tan profunda que incluso cabía el puño de un niño. Rosa
pensó que había llegado su hora, pero al rato los perros dejaron de darle
dentelladas, pero no contentas sus vigilantes con lo que Rosa ya había sufrido,
comenzaron a golpearla con una vara. Fue algo espantoso, toda llena de heridas
y de dolor. A esto se unía que no podía acudir a la enfermería, Rosa conocía
que aquella prisionera que entraba a la enfermería no volvía a salir de allí ya
que le pinchaban con una jeringuilla y la mataban. Entonces, su tía le apuntó
un remedio, curar las heridas con su propia orina, así procedió, las heridas le
produjeron enorme quemazon durante días pero al tiempo sanaron.
En abril de 1945, Rosa Winter consiguió escapar junto con siete
mujeres y dos hombres en el transcurso de una marcha que los llevaba desde
Barth (un subcampo de Ravensbrück) al campo de Schwarzenforst, entre el grupo
de huidos se encontraba su futuro compañero sentimental.
Acabó la guerra. Rosa regresó a Linz. Durante más de un año buscó
por todos sitios a su familia, pero aparte de un tío, nadie más había
conseguido sobrevivir al gran devoramiento del pueblo Gitano, el Porrajmos. Su
padre había muerto gaseado en el campo de concentración de Buchenwald, su madre
y sus hermanos habían perecido en las cámaras de gas de Auschwitz, y una
hermana y una de sus tías murieron de hambre en el campo de concentración de
Bergen-Belsen.
Rosa fue la única de su familia que consiguió sobrevivir al
Porrajmos. A lo largo de su vida siempre se preguntó:
“¿Por qué? ¿Para qué escapé? ¿Para qué? ¿Por qué yo? cuando todos
los demás murieron. Éramos una gran familia. Mi padre tenía muchos hermanos, mi
madre tenía muchos hermanos, todos ellos tenían hijos y ninguno sobrevivió… Por
eso pienso ¿por qué yo? Yo tendría que haber muerto también en el campo de
concentración. Entonces me hubiera ahorrado todo lo de después. Todo esto.
Encontrarte sola, y no tener a nadie con quien hablar”
A Rosa, quizá la salvó la Baxt (suerte,
halo, destino) que señala que todo en esta vida tiene un sentido y los Romaníes
a esto lo llaman con la mágica palabra, Baxt.
Tras la guerra no acabó el sufrimiento de Rosa, vivió con su
pareja en un carromato, en un lugar que le habían asignado en Linz, trabajando
como vendedora de frutas. En 1946 nació su hija y su hijo nació en 1948.
Rosa Winter junto a su hija en 1948. © Familia Winter |
Los prejuicios contra los Romaníes continuaron en Austria después
de finalizada la contienda, justificándose la persecución de los Sinti y Romá como
“necesarias medidas preventivas de la policía criminal” Los campos de
confinamiento de Gitanos de Maxglan y Lakenbach no fueron reconocidos como
campos de concentración. Además, muchos Romaníes eran apátridas, por lo tanto
no tenían ningún derecho a recibir indemnización alguna. El gobierno austriaco
prosiguió con la política de asentamientos, se convirtieron en frecuentes las
multas comerciales contra la población Romaní y, la posibilidad de vivir en
carromatos se limitaba a unos pocos lugares designados al efecto.
En 1966 la familia vivió en Viena durante un tiempo, luego se
marcharon y se alojaron en un apartamento en la Alta Austria.
Rosa Winter y su pareja han sufrido toda su vida las fatales
consecuencias físicas y psicológicas del largo periodo de tiempo que pasaron
internados en los campos de concentración.
No fue hasta 1993, ¡48 años después del fin de la guerra! Cuando,
por fin, reconocieron plenamente a los Romaníes austriacos como víctimas del
nacionalsocialismo.
Su compañero
murió de leucemia en 1985. Rosa Winter dependió de la seguridad social durante
años. No tuvo derecho a una pensión ya que le fue negada la nacionalidad
austriaca hasta 1991. Sólo le fue otorgada tras habérsele concedido una pensión
como víctima.
Rosa Winter en mayo de 1999 © Helga Amesberger |
En una de sus reflexiones Rosa apunta con hondo dolor:
“Cuando era joven viajaba a muchos lugares, sin pasaporte, sin
nada. Ahora tengo pasaporte y no voy a ningún sitio, sola en este profundo
agujero en el que me hallo. ¡De veras, si quieren pueden llevarse su pasaporte!”
En 2004 Ludwig Laher editó un libro contando las experiencias
vitales de Rosa Winter, su hija Gitta Martl y su nieta Nicole
Martl lleva por título “Uns hat es nicht geben sollen - Drei Generationen
Sinti-Frauen erzählen”
Portada del libro “Uns hat es nicht geben
sollen -
Drei Generationen Sinti-Frauen erzählen”
© Promedia Verlagsges |
En diciembre de 2004 le fue concedida la
Medalla de Oro al Mérito del Lánder de Alta Austria.
Rosa Winter falleció el 16 de mayo de 2005
a los 81 años de edad. Rosa te
bisterdon tumare anava.
Fuentes:
- Caminos hacia Ravensbrück. Memorias de
Mujeres austriacas sobrevivientes del Campo de Concentración. Realizado por Katrin Auer, Daniela Gahleitner, Sylvia Köchl, Corinna Oesch,
Christa Putz y Michaela Schaurecker. Rosa Winter .
- Uns hat es nicht geben sollen - Drei
Generationen Sinti-Frauen resalen, Martl, Gitta; Martl, Nicole; Winter, Rosa.
Editorial Franz Steinmassl.
- Ich geb Dir einen Mantel, daß Du ihn noch
in Freiheit tragen kannst. Widerstand im KZ. Österreichische Frauen erzählen,
hrsg. de Karin Berger u. a., Viena 1987 .
- Gypsies' fate haunts film muse of
Hitler. Artículo aparecido en The
Observer firmado por Kate Connolly en Berlín el 18 de agosto de 2002.
- Documental “Vom Leben und Überleben. Wege nach Ravensbrück. Das
Frauenkonzentrationslager in der Erinnerung:” Bernadette Dewald y - Gerda
Klingenböck .
- Vom Leben und Überleben:
Lebensgeschichten. Helga Amesberger, Brigitte Halbmayr, Katrin Auer. Promedia
Verlagsges. Mbh, 2001. Pagina 250 .
- Documental "So richtig volgefrei.
Rosa Winter" Karin Berger, Lotte Podgornik. 1990.