miércoles, 30 de octubre de 2013

Rosa Winter


Rosa Winter en 1937 ó 1938 
cuando contaba 13 ó 14 años.
© Familia Winter

La mayor parte de los historiografía existente sobre el Holocausto señala que la causa principal de la persecución a los Romaníes en la Alemania nazi, vino motivada porque estos quedaron englobados dentro de la categoría de asociales, los nazis los señalaron como criminales y consideraron que representaban una amenaza para la sociedad alemana, sin embargo, y desde mi modesta opinión, como creo que ya ha quedado demostrado en innumerables de las biografías ya trazadas en este blog, la verdadera razón por las que los nacionalsocialistas persiguieron al pueblo Romaní no fue otra que su origen racial, como ejemplo de esta aseveración os dejo la reflexión de la sobreviviente Romaní Rosa Winter:

“Yo nunca hubiera estado en un campo si yo no hubiera nacido Gitana. No tenía antecedentes penales, ni nada, tan sólo era una niña. La única razón por la que me llevaron a ellos fue por mi raza, porque era Gitana.” Rosa Winter

Rosa Winter nacida Kerndlbacher, vino al mundo en Königswiesen (Alta Austria) el 23 de diciembre de 1923. Era la cuarta hija de una familia Sinti que vivía a la manera nómada. Rosa tenía once hermanos. Su madre se llamaba Marie. La familia recorría con su caravana cada pueblo, cada ciudad de Austria vendiendo mercancías y artículos de todo tipo. Rosa nunca tuvo la ocasión de acudir a la escuela, y esto fue así, porque no le quedó otro remedio que ayudar a sus padres, quedándose al cuidado de sus hermanos más pequeños. De este modo, transcurrió la infancia de Rosa, al lado de su familia, ganándose a duras penas la vida día a día con aquello que vendían, yendo de un lugar para otro, bajo el techo estrellado del cielo nocturno, al calor de una hoguera, entre juegos y trabajo.


"Nunca fuimos a la escuela, porque hoy estábamos aquí y mañana allí. Nos encontrábamos con nuestros conocidos, y éramos tremendamente felices. Cuando estábamos en los mercados, los hombres cantaban y tocaban música, sí música. Todo transcurría de manera tranquila. Sí, unos vendían más y otros menos, pero si algo reinaba era la solidaridad. Se preparaba una gran olla de sopa y todo el mundo comía, todo el mundo. Fue aquel un tiempo muy hermoso lleno de tranquilidad."

Parte de la familia de Rosa Winter a finales de la década de 1920.
© Familia Winter

Hasta 1938 alrededor de 3000 Sinti vivían recorriendo Austria, como lo hacía la familia de Rosa. Después del "Anschluss" (anexión de Austria al Reich alemán), entró en vigor el "Festsetzungsbescheid" ("Decreto de detención") por el que se prohibió a los Romaníes trasladarse de un sitio a otro y quedaron obligados a fijar un "lugar de residencia temporal.”  
  
Rosa Winter fotografiada junto a una de sus primas a la edad de 13 ó 14 años.
© Familia Winter
En el otoño de 1939, mientras la familia de Rosa permanecía estacionada en la ciudad de Salzburgo, muy temprano, al levantarse, el lugar fue rodeado por policías de la Kripo. Los detuvieron, les quitaron su caravana, sus caballos y sus mercancías. Posteriormente los condujeron a un recinto cerrado situado en una pista de carreras de caballos, los obligaron a alojarse en los establos, ocupando dos o tres familias el lugar que ocuparía un caballo.


Rosa fue enviada en septiembre de 1940 al Campo de Confinamiento para Gitanos de Maxglan, allí, los prisioneros tenían que realizar trabajo esclavo, arreglando carreteras, alcantarillado… No recibían nada de dinero por su trabajo, tan sólo múltiples golpes de los vigilantes y de otros prisioneros que se ocupaban de la custodia. El único consuelo de Rosa fue que en ese campo se encontraba junto a su familia.

Romaníes internados en el Campo de Confinamiento
de Gitanos de Maxglan/Leopoldskron cerca de Salzburgo en 1939
© DÖW


En Maxglan la directora de cine nazi, Leni Riefenstahl seleccionaría, poco tiempo después de la llegada de Rosa y su familia, de entre los prisioneros a un grupo de extras para realizar su próxima película “Tiefland” que iba a comenzar a rodar en aquel otoño. Rosa formó parte de aquellos de entre 40 y 60 prisioneros Romaníes que enviaron a Krünn en Mittenwald (Alemania) para participar en el rodaje del film. Los sueldos de los extras; 6 Reichsmark por adulto y 50 Pfennige por niño no los recibían los prisioneros sino que se entregaban a la Administración del Campo bajo la excusa de que ese dinero era necesario para la manutención de los allí internados. Los extras no recibieron nada, ni tan siquiera una  mínima compensación tras la guerra. Durante el rodaje del film, Rosa recibió una carta de su madre, en ella le decía que en fechas próximas iba a ser deportada, pero que no sabía a qué lugar. También le comentaba que cuando supiera algo más le escribiría de nuevo. Al enterarse de esto, Rosa se escapó, pero su aventura duró poco tiempo, de nuevo fue detenida, esta vez en Rosenheim, su intento de huida fue  calificado como “sabotaje en el trabajo”. La condujeron a la prisión policial de Salzburgo… cuando abrió la puerta de la celda se reencontró con su madre.

Lista de prisioneros Romaníes del Campo de Maxglan,
seleccionados por Leni Riefenstahl para su película
“Tiefland” Rosa Winter aparece anotada en el documento
 con el nombre “Kiefer, Rosa Johanna”.  Lista compilada
 por el SS-Sturmbannführer Dr. Böhmer el 23 de septiembre de 1940.
© DÖW

Después de dos o tres días ocurrió lo siguiente…
 “Helene Riefenstahl me visitó allí. Y lo hizo con la esperanza de que yo le pediría perdón. Pero no, yo no... no, yo no lo hice. "¡Oh, ya veo!" dijo ella, "entonces el resultado final será el campo de concentración. Si eso es lo que deseas, allí irás.” Mi madre se puso de rodillas ante ella implorando por misericordia que no hiciera eso, pero ella no quiso escuchar.”


Rosa Winter en el film de Leni Riefenstahl “Tiefland” en 1940
© Periódico Oberösterreichische AZ/Tagblatt

A Rosa la deportaron pocos días después de mantener esta conversación con destino al campo de concentración de Ravensbrück, campo terrible, que significó la muerte para miles de mujeres.

Era el año 1941, nada más llegar, a Rosa le raparon la cabeza y le dieron el traje de rayas que vestían las prisioneras.


Trabajo duro, frío, calor, hambre, humillaciones, golpes… Los nazis obligaron a Rosa a realizar trabajos forzados en un kommando que partía del campo al amanecer y volvía cuando el día se convertía en noche. Su dramática experiencia se halla impregnada de dolor, de enorme pérdida y al mismo tiempo de ganas de seguir viviendo, de sobrevivir. Resulta dramático su testimonio cuando señala el anhelo que tenían las prisioneras de calor durante el gélido invierno, trabajando durante horas y horas a la intemperie nevada, por el contrario, en los calurosos días de verano, en ocasiones, lloraba de rabia porque no tenían ni una gota de agua que llevarse a la boca con la que saciar su sed. En el trabajo, además, les estaba prohibido ir a hacer sus necesidades, debían aguantar todo el día y hasta que no volvían al barracón no era posible. Rosa narra como algunas mujeres plantaban cara a la adversidad y procedían con gran astucia y riesgo del siguiente modo: muy temprano tras levantarse y proceder a vestirse, no se ponían ropa interior, así cuando se hallaran trabajando en grupo, rápidamente y aprovechando cualquier descuido de sus vigilantes, hacer de cuerpo protegidas por el resto de compañeras, intentando por todos los medios que el guardia o el kapo no las viera, si las descubrían, aquella acción podía significar una muerte segura…

Mujeres prisioneras en Ravensbrúck en un Kommando de trabajo.
© Deutsches Bundesarchiv

Ravensbrück fue un campo atroz. Cuenta Rosa que una noche, en torno a las ocho o nueve, lavó su traje de prisionera y cuando lo estaba colgando en una ventana del barracón para que se secara para la siguiente jornada… de repente un perro se abalanzó sobre ella y casi la mata. En Ravensbrück había perros entrenados para atacar a seres humanos. Los perros la mordieron por todas partes, en el pecho, la cabeza, el abdomen… una de las heridas del pecho era tan profunda que incluso cabía el puño de un niño. Rosa pensó que había llegado su hora, pero al rato los perros dejaron de darle dentelladas, pero no contentas sus vigilantes con lo que Rosa ya había sufrido, comenzaron a golpearla con una vara. Fue algo espantoso, toda llena de heridas y de dolor. A esto se unía que no podía acudir a la enfermería, Rosa conocía que aquella prisionera que entraba a la enfermería no volvía a salir de allí ya que le pinchaban con una jeringuilla y la mataban. Entonces, su tía le apuntó un remedio, curar las heridas con su propia orina, así procedió, las heridas le produjeron enorme quemazon durante días pero al tiempo sanaron.

En abril de 1945, Rosa Winter consiguió escapar junto con siete mujeres y dos hombres en el transcurso de una marcha que los llevaba desde Barth (un subcampo de Ravensbrück) al campo de Schwarzenforst, entre el grupo de huidos se encontraba su futuro compañero sentimental.

Acabó la guerra. Rosa regresó a Linz. Durante más de un año buscó por todos sitios a su familia, pero aparte de un tío, nadie más había conseguido sobrevivir al gran devoramiento del pueblo Gitano, el Porrajmos. Su padre había muerto gaseado en el campo de concentración de Buchenwald, su madre y sus hermanos habían perecido en las cámaras de gas de Auschwitz, y una hermana y una de sus tías murieron de hambre en el campo de concentración de Bergen-Belsen.

Rosa fue la única de su familia que consiguió sobrevivir al Porrajmos. A lo largo de su vida siempre se preguntó:

“¿Por qué? ¿Para qué escapé? ¿Para qué? ¿Por qué yo? cuando todos los demás murieron. Éramos una gran familia. Mi padre tenía muchos hermanos, mi madre tenía muchos hermanos, todos ellos tenían hijos y ninguno sobrevivió… Por eso pienso ¿por qué yo? Yo tendría que haber muerto también en el campo de concentración. Entonces me hubiera ahorrado todo lo de después. Todo esto. Encontrarte sola, y no tener a nadie con quien hablar”

A Rosa, quizá la salvó la Baxt (suerte, halo, destino) que señala que todo en esta vida tiene un sentido y los Romaníes a esto lo llaman con la mágica palabra, Baxt.


Tras la guerra no acabó el sufrimiento de Rosa, vivió con su pareja en un carromato, en un lugar que le habían asignado en Linz, trabajando como vendedora de frutas. En 1946 nació su hija y su hijo nació en 1948.

    Rosa Winter junto a su hija en 1948.
© Familia Winter

Los prejuicios contra los Romaníes continuaron en Austria después de finalizada la contienda, justificándose la persecución de los Sinti y Romá como “necesarias medidas preventivas de la policía criminal” Los campos de confinamiento de Gitanos de Maxglan y Lakenbach no fueron reconocidos como campos de concentración. Además, muchos Romaníes eran apátridas, por lo tanto no tenían ningún derecho a recibir indemnización alguna. El gobierno austriaco prosiguió con la política de asentamientos, se convirtieron en frecuentes las multas comerciales contra la población Romaní y, la posibilidad de vivir en carromatos se limitaba a unos pocos lugares designados al efecto.

En 1966 la familia vivió en Viena durante un tiempo, luego se marcharon y se alojaron en un apartamento en la Alta Austria.

Rosa Winter y su pareja han sufrido toda su vida las fatales consecuencias físicas y psicológicas del largo periodo de tiempo que pasaron internados en los campos de concentración.

No fue hasta 1993, ¡48 años después del fin de la guerra! Cuando, por fin, reconocieron plenamente a los Romaníes austriacos como víctimas del nacionalsocialismo.

La hija de Rosa Winter, Rosa Martl, comenzó una campaña
 que resultaría casi interminable desde mediados
de los 70, por el reconocimiento de su madre como
víctima del nacionalsocialismo y también para que
se le otorgase la nacionalidad austriaca. Extracto de una
 respuesta denegando la petición a Rosa Winter
por parte de la Cancillería Federal.
© Familia Winter

Su compañero murió de leucemia en 1985. Rosa Winter dependió de la seguridad social durante años. No tuvo derecho a una pensión ya que le fue negada la nacionalidad austriaca hasta 1991. Sólo le fue otorgada tras habérsele concedido una pensión como víctima.

Rosa Winter en mayo de 1999
© Helga Amesberger

En una de sus reflexiones Rosa apunta con hondo dolor:

“Cuando era joven viajaba a muchos lugares, sin pasaporte, sin nada. Ahora tengo pasaporte y no voy a ningún sitio, sola en este profundo agujero en el que me hallo. ¡De veras, si quieren pueden llevarse su pasaporte!”


En 2004 Ludwig Laher editó un libro contando las experiencias vitales de Rosa Winter, su hija Gitta Martl y su nieta Nicole Martl lleva por título “Uns hat es nicht geben sollen - Drei Generationen Sinti-Frauen erzählen”
  
Portada del libro “Uns hat es nicht geben sollen -
Drei Generationen Sinti-Frauen erzählen”
© Promedia Verlagsges

En diciembre de 2004 le fue concedida la Medalla de Oro al Mérito del Lánder de Alta Austria.

Rosa Winter falleció el 16 de mayo de 2005 a los 81 años de edad. Rosa te bisterdon tumare anava.

Fuentes:
- Caminos hacia Ravensbrück. Memorias de Mujeres austriacas sobrevivientes del Campo de Concentración. Realizado por Katrin Auer, Daniela Gahleitner, Sylvia Köchl, Corinna Oesch, Christa Putz y Michaela Schaurecker. Rosa Winter.
- Uns hat es nicht geben sollen - Drei Generationen Sinti-Frauen resalen, Martl, Gitta; Martl, Nicole; Winter, Rosa. Editorial Franz Steinmassl.
- Ich geb Dir einen Mantel, daß Du ihn noch in Freiheit tragen kannst. Widerstand im KZ. Österreichische Frauen erzählen, hrsg. de Karin Berger u. a., Viena 1987.
Gypsies' fate haunts film muse of Hitler. Artículo aparecido en The Observer firmado por Kate Connolly en Berlín el 18 de agosto de 2002.
- Documental “Vom Leben und Überleben. Wege nach Ravensbrück. Das Frauenkonzentrationslager in der Erinnerung:” Bernadette Dewald y - Gerda Klingenböck.
- Vom Leben und Überleben: Lebensgeschichten. Helga Amesberger, Brigitte Halbmayr, Katrin Auer. Promedia Verlagsges. Mbh, 2001. Pagina 250.
- Documental "So richtig volgefrei. Rosa Winter" Karin Berger, Lotte Podgornik. 1990.