Katharina Horvath en
los años
cincuenta.
© Ravensbrück Erinnen
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Katharina Horvath nació el 12 de
junio de 1924 en el Burgenland, Austria, en el seno de una familia Romaní. Esta
era una de las regiones más pobres del país, al mismo tiempo, allí vivían la
mayor parte de los Romaníes que habitaban esta nación centroeuropea, formando
parte, dentro de la pirámide social, de una subclase rural completamente
empobrecida.
La familia de Katharina eran pobres,
por lo que a ella y a sus once hermanos no les quedó otra opción que, desde muy
pequeños, ponerse a trabajar en el campo para contribuir a los ingresos
familiares.
La situación familiar resultaba en
extremo complicada. Sus padres tenían que atender a una prole muy numerosa en
medio de tremendas dificultades económicas. Katharina fue aceptada por la
familia Groyer como hija de crianza. Vivían en Trausdorf y allí acudió a una
escuela de educación primaria.
La clase de Katharina Horvath.
© Ravensbrück Erinnen
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Pero de
nuevo la vida cambió drásticamente en 1938 tras la anexión de Austria al Reich
de Hitler, el Anschluss. Paulatinamente, las medidas contra la
población Romaní fueron aumentando. El 5 de junio de 1939, el Reichskriminalpolizeiamt ordenó detener
y deportar a un campo de concentración a 3000 Gitanos, finalmente el número
total de detenidos ascendió a 1012 personas. El 29 de junio 1939, seleccionaron
a 440 de entre los retenidos, con edades comprendidas entre 14 y 50 años para
ser enviados el campo de concentración de Ravensbrück. Dos tercios de los
deportados eran menores de 30 años, incluyendo a más de la mitad de ellos con
edades que iban de los 14 a
los 19 años. En Ravensbrück fueron registrados como Gitanos y sus números de
prisionero quedaron comprendidos entre el 1514 y el 1953. Katharina Horvath contaba
15 años de edad cuando fue deportada al campo de Ravensbrück. Katharina
recuerda que los montaron a bordo de un camión y los llevaron hasta Eisenstadt,
allí los alojaron en unos establos. Soledad, dolor y silencio. Desde que había
comenzado el proceso de deportación, la policía no permitía que nadie hablase
con ellos. A continuación, los trasladaron hasta la estación y los montaron en
un tren. Katharina recuerda que llegaron a Fischamend, en ese lugar los
metieron en una fábrica cuyos techos eran de plástico. Más tarde, de nuevo al
tren y llegaron hasta un lugar en Baviera. Katharina rememora los insultos que
les gritaban alemanes corrientes: “¡Gitanas!
¡Cerdas sucias!”. De nuevo, el tren en marcha, ruido de raíles y dolor del
silencio… Desde el vagón no se observaban pueblos. El tren se detuvo, los
bajaron y tras andar por una carretera llegaron al campo de concentración de
Ravensbrück.
Katharina y el resto de prisioneras
fueron obligadas a realizar trabajos forzados.
Mujeres realizando trabajos
forzados en el campo de Ravensbrück
© Bild
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Tras un tiempo fue trasladada al
campo de concentración de Mauthausen, en Austria, en este campo finalmente fue
liberada por las tropas estadounidenses el 5 de mayo de 1945. Tras seis años
internada en campos de concentración Katharina tenía veinte años y pesaba tan
solo 41 kilogramos .
Poco a poco fue recobrando algo de su
salud y con la ayuda de un prisionero de Viena regresó a la región del Burgenland.
Su primer objetivo fue intentar obtener información del destino de su familia.
Terrible resultó el momento cuando se enteró de que sus once hermanos y sus
padres habían perecido asesinados en Auschwitz.
Katharina regreso junto a su antigua
familia de adopción y le llevó un largo tiempo recuperarse, al menos de las
consecuencias físicas de la reclusión de seis años, las psicológicas le
acompañarían hasta su fallecimiento.
Katharina se casó con Walter Horvath
formando una familia numerosa de seis hijos.
Katharina
Horvath murió el 18 de octubre de 2005.
Fuentes:
- Entrevista a Katharina Horvath realizada por Helga
Amesberger, cámara Tina Leisch. Institut für Konfliktforschung. 1999.
- Vom Leben und Überleben – Wege
nach Ravensbrück. Helga Amesberger, Brigitte Halbmayr y Katrin Auer. Promedia.
2001. Página 86-91.