sábado, 8 de enero de 2011

Te bisterdon tumare anava (Nunca olvidaremos vuestros nombres)

Partimos de la base de que el Holocausto, el Porrajmos… representan hechos sin precedentes en la Historia, pues nos preguntamos ¿cómo es posible que dentro de una sociedad culturalmente desarrollada, como en este caso era Alemania, en pleno corazón de la milenaria Europa, el ser humano sea capaz, en nombre de una ideología de:
-          legislar y diseñar todo un modernizado y altamente eficaz aparato burocrático,
-          de dotar de todas las infraestructuras necesarias,
-          de destinar en mitad de una guerra una cantidad ingente de soldados y personal al programa,
-          de diseñar modernas fábricas de muerte, cuyo único objetivo sea asesinar a millones de personas?.
Un buen día me tropecé buceando en Internet con una página web y en ella una frase en Romaní “Te bisterdon tumare anava” (“Nunca olvidaremos vuestros nombres”).
Esta frase me ayudó a responder a la pregunta ¿Por dónde empezar? Comenzaremos por las personas, sí, por sus nombres, por sus fotografías, por sus pequeñas o grandes vivencias, en una palabra, memoria, la memoria de aquellas personas que desaparecieron en mitad de la noche más negra de la Humanidad, de aquellas personas que por el azar del destino sobrevivieron a lo imposible, la barbarie del nazismo, el Holocausto judío, el Porrajmos gitano.
Se nos hace muy difícil comprender cifras altísimas y en el caso que nos ocupa aún más, nuestra mente no puede procesar la representación del número de víctimas que llegan a las seis cifras en el caso de los gitanos e incluso en el de los judíos a siete. Imaginarse a doscientos cincuenta mil o a quinientos mil muertos nos resulta imposible, nuestro cerebro es incapaz de representar ese número, de reconocer la dimensión total que supone la tragedia del Porrajmos. Intentemos poner un ejemplo actual, por desgracia, hoy en día los accidentes de tráfico se han convertido en una de las principales causas de muerte de nuestra avanzada y moderna sociedad, cuando el lunes visionamos las noticias, se nos informa que durante el pasado fin de semana fallecieron, pongamos por caso, 23 personas. Para nosotros se convierte en una noticia más dentro de la vorágine de información de sucesos de la jornada, pero… ¡Ay, Dios mío!… que ocurre cuando un sábado cualquiera una llamada de teléfono interrumpe nuestros quehaceres, lo descolgamos y al otro lado, una voz conocida, llorosa, entrecortada por el dolor, nos dice… Juan Antonio acaba de sufrir un accidente y ha muerto… ahí las cifras dejan de ser número y se transforman en el dolor de la pérdida de un amigo, profundo dolor.

Deportación de Romaníes desde Asperg (Alemania) a Polonia
22 de mayo de 1940.
© Deutsches Bundesarchiv (Archivo de Alemania Federal)

           Por ello creo importante empezar a recordar, a través de estas fotografías, a personas que todas ellas tienen dos nexos en común, y lanzo la siguiente pregunta: ¿Cuáles son esos dos nexos?

El primero que todas las personas que aparecerán en este blog son Romaníes y el segundo que además fueron víctimas en el Porrajmos.