© Laznia Galeria |
Lágrimas de silencio en una noche sin
luna que permanece oculta en el horizonte de un ayer olvidado…
Noche del 2 de agosto de 1944…
Barracones del sector BIIe… Birkenau… Polonia…
En el Campo para Familias Gitanas
quedan pocos prisioneros, unos 3000 Romaníes, la mayoría mujeres, ancianos y
niños. Los nazis llevan varios meses trasladando en trenes a otros campos en el
interior del Reich a los prisioneros que se hallan aún aptos para trabajar.
Ocho
de la tarde… 2 de agosto de 1944... Birkenau… Noche de los Gitanos...
Ruido de motores que se acercan… camiones que llegan hasta el sector BIIe…
soldados de las SS… fieros perros que no cesan de ladrar… soldados… gritos…
órdenes… miedo…
Las autoridades del complejo de
concentración y exterminio han ordenado la liquidación del Campo para Familias
Gitanas. Los alemanes se muestran precavidos después de que el
intento de eliminación del Campo Gitano fracasara el 16 de mayo anterior,
debido a la valiente revuelta de los Gitanos…
Los SS gritan… ordenan a los Romaníes
que salgan de sus barracones y formen en filas… incertidumbre… pánico…
terror… Los habitantes de este sector de Birkenau saben que aquellos vehículos
vienen para llevárselos, pero los nazis intentan disipar las sospechas,
entregan a cada prisionero una ración de pan y otra de embutido… la mayoría
piensan que la razón de que hayan venido a por ellos es que los van a trasladar
a otro campo de concentración, como desde un tiempo a esta parte han venido
haciendo con algunos familiares y compañeros de cautiverio…
Los primeros grupos de prisioneros
montan en los camiones… inician su marcha… un halo de esperanza… no se dirigen
hacia los crematorios…
© Karl Stojka |
La noche con su tupido velo negro se
ha adueñado del campo… los camiones circulan con lentitud… de repente…
cambian de dirección y toman el camino de la muerte… se dirigen hacia
los edificios donde se sitúan los crematorios. Los Romaníes gritan… lloran… tratan
desesperadamente de defenderse… lanzan los objetos que tienen a mano… intentan
desarmar a los SS… tratan de escapar… pero esta vez su lucha resulta un
esfuerzo vano. Llegan refuerzos, más SS… se suceden escenas terribles; mujeres
y niños Gitanos arrodillados delante de sus verdugos, gritando: “¡Tened piedad,
tened piedad de nosotros!” No sirve de nada. Los SS los golpean brutalmente…
los patean… los empujan de nuevo hacia los camiones… Algunas personas yacen
muertas como consecuencia de los golpes… los soldados arrojan sus cuerpos al
interior de los camiones.
Camino de la Muerte. Birkenau © Gigatel Cyf (Ltd) |
Los vehículos reanudan su marcha… se
detienen en el exterior del Crematorio 5… sobre el estribo de cada uno de
los vehículos vienen de pie hombres de las SS acompañando a aquel convoy de la
muerte... los soldados bajan primero y posteriormente obligan a los prisioneros
a apearse... entran en el edificio… miedo… un pasillo fuertemente custodiado de
SS… llegan a los vestuarios… Mientras tanto en el patio, los camiones vuelven
al sector BIIe para transportar a más Romaníes… pasan unos veinte minutos… de
nuevo los camiones detienen su marcha fuera del Crematorio 5… pánico... un
pasillo… soldados de las SS… vestuarios... los camiones se marchan… Este
proceso se repetirá dos o tres veces más, hasta casi la medianoche, unas mil
personas atestan los vestuarios del crematorio 5. El resto de los prisioneros
del Campo de Familias Gitanas ha sido conducido al Crematorio 3.
Crematorio V en Birkenau. © Yad Vashem |
El primer grupo se encuentra en el
interior del vestuario… varios SS-Unterführers llegan y ordenan a los
prisioneros que deben situarse al final de la sala y desnudarse.
Simultáneamente hombres de las SS que estaban cerca de la puerta del fondo se
alejan y forman una especie de cordón delante de la multitud. Transcurrido un
tiempo hacen su aparición algunos mandos de las SS, entre ellos el Komanndant
de Auschwitz II, Kramer; el Lagerführer Schwarzhuber; algunos médicos; y otros
miembros de las SS. Incluso Moll, encargado de dirigir el proceso rutinario de
exterminio, corre afanosamente y más alterado que de costumbre de un lado para
otro rodeado de sus subordinados dando instrucciones y órdenes.
Los Romaníes conocen a algunos de los
hombres de las SS que se encuentran en la sala e intentan conversar en alemán
con ellos… un último intento por sobrevivir… pero sus suplicas no encuentran
respuesta. Esta manera de proceder termina por apagar las escasas esperanzas de
supervivencia de los prisioneros…
El vestuario se halla completamente
repleto de personas. A cada minuto que transcurre el sentimiento de
desesperación entre los prisioneros se acrecienta. La sala se ha convertido en
un enjambre gigantesco. Pánico… dolor… miedo… los Romaníes intentan rebelarse contra
el destino que los nazis han determinado. Por todas partes se escuchan gritos
desesperados… lamentos… coros de voces gritan: “¡Somos ciudadanos alemanes! ¡No
hemos hecho nada malo!” Otros braman “¡Queremos vivir! ¿Por qué nos queréis
matar?” Pero en aquel lugar antesala de la muerte, infierno en la Tierra, no
hay lugar a la misericordia. La rutina del exterminio prosigue su curso
habitual. Moll y sus ayudantes amartillan sus armas, ordenan a los prisioneros
que se encuentran completamente desnudos que se encaminen hacia las tres salas.
Los prisioneros avanzan hacia el interior… unos lloran desesperados… se
abrazan… gritan a los SS: "¡Somos ciudadanos alemanes! ¡No nos podéis
hacer esto! ¡Asesinos!" otros se persignan y elevan sus oraciones a Dios…
Los llantos y gritos desesperados se
escuchan procedentes del interior… hasta que pasados unos minutos se apagan las
últimas voces… silencio… sólo silencio… Noche del 2 al 3 de agosto de 1944…
Birkenau… Polonia… Zigeunernacht.
Na bistar.
© Karl Stojka |
Fuentes:
- Eyewitness
Auschwitz: three years in the gas chambers. Filip Müller, Helmut Freitag, Susanne Flatauer. Ivan R. Dee, 1999 - 180
páginas. Páginas 149-152.
- Testimonio de Lazlo Tilany
sobre la Liquidación del Zigeunerlager. En "Den Rauch hatten wir
täglich vor Augen": der nationalsozialistische Völkermord an den
Sinti und Roma. Dokumentations- und Kulturzentrum Deutscher Sinti und
Roma, Romani Rose. Wunderhorn, página 327.