Walpurga Horvath en 1946.
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Walpurga Horvath nació el 15 de noviembre de 1923 en Trausdorf,
población perteneciente a la región austriaca del Burgenland. Walpurga y su
familia vivían en un asentamiento Romaní que estaba constituido de tres casas.
El padre de Walpurga Horvath trabajaba en la construcción de
carreteras y en las canteras, en invierno se dedicaba a fabricar canastas para
los agricultores de la zona que la madre de Walpurga canjeaba por alimentos en
las aldeas cercanas.
Walpurga y sus siete hermanos llevaban una existencia tranquila,
protegida por sus padres y libre de preocupaciones. Sin embargo, todo empezó a
cambiar poco después del "Anschluss" la anexión de Austria por parte
de los nazis en 1938.
Una mañana muy temprano, a eso de las 5 ó las 6 de la mañana,
cuando todos se estaban preparando para salir hacia su trabajo, los SA llegaron
hasta el asentamiento donde vivía la familia de Walpurga. Élla y los demás les
pidieron a los soldados permiso para recoger sus tijeras y los demás utensilios
que necesitaban para desarrollar su labor, pero las SA les contestaron que
donde iban no necesitaban nada de eso. Ni tan siquiera pudieron ponerse el
delantal, delantal que siempre llevaban puesto. Los padres de Walpurga por ese
tiempo se encontraban en casa de unos tíos de nuestra protagonista en
Grosshöflein, por lo que pudieron escapar a esta redada, aunque un año o dos
después de que se llevaran a sus hijos, fueron conducidos al campo de
confinamiento de Gitanos de Lakenbach.
Mientras tanto, el 25 de junio de 1938, Kathi (prima de Walpurga),
Estefanía (hermana de Walpurga) y Walpurga fueron deportadas desde Trausdorf
hasta Eisenstadt, allí las condujeron hasta la sede del gobierno provincial y desde
ese punto de recogida las trasladaron en camiones hasta Fischamend, donde
permanecieron toda aquella noche.
Desde allí serían conducidas a su destino final, el campo de
concentración de Ravensbück. Nada más llegar al punto de reunión observaron que
allí ya se encontraban numerosos Romaníes, muchos, muchos Romaníes, de las que
muchas de ellas eran mujeres, también había algunos Jenische. Los SS las
agolparon en el andén cerca de un tren de mercancías, las manejaban a través de
un vallado, como si se tratase de un transporte de animales. No les dieron
agua, ni nada. Walpurga recuerda sobre todo el enorme calor que hacía. Desde
Fischamend las deportaron en vagones para transporte de ganado con destino al
campo de concentración de Ravensbrück. No hicieron ninguna parada durante todo
el viaje.
Nada más llegar a Ravensbrück y tras permanecer de pie en
formación durante mucho rato las condujeron hasta la “sala de duchas”. En este
lugar las dirigieron primero hasta un vestuario, una sala muy grande, donde
fueron obligadas a desnudarse. Sus ropas se quedaron en la sala mientras unos
prisioneros las recogían y sobre todo se preocupaban por encontrar joyas.
Walpurga recuerda como le quitaron su precioso collar de confirmación (se había
confirmado dos o tres años antes) unos pendientes que le había dado su madre y
unas pocas piedras preciosas.
De las duchas las llevaron a los barracones. A Walpurga le fue
asignado el Barracón 8. En su interior había unas 50 personas.
En el campo tuvo que llevar a cabo trabajo esclavo para los nazis,
les obligaban a excavar en la tierra y amontonarla, todo esto bajo el abrasador
calor, no les daban ni tan siquiera un poco de agua. Las prisioneras que caían
derrumbadas por el agotamiento eran fatalmente golpeadas o mordidas por fieros
perros.
Tiempo después Walpurga fue trasladada a una fábrica de aviones
que había cerca de Ravensbrück, allí llegaban muy temprano cada mañana y
pasaban todo el día confeccionando ropa militar o haciendo paracaídas. Walpurga
se ocupaba de realizar tareas de costura, tenía que coser las juntas de los
pantalones y ponerle botones.
Walpurga recuerda que en aquel lugar había una niña discapacitada
que se llamaba Kapa, un día le dijo a Paula Sarközi de Rudersdorf, “-Auntie ¿Ahora qué
estamos en Viena?” La pobre chiquilla se pensaba que se
encontraban en Viena. Incluso en mitad de aquel horror y tanto sufrimiento
había lugar para sonreír y todas bromeaban con aquella ocurrencia de la pobre
muchachita. Pero un día los nazis se la llevaron, seguramente la mataron inmediatamente.
En Ravensbrúck, Walpurga no albergaba ninguna esperanza de volver
a casa, carecía de esperanza, pensaba que nunca saldría viva de allí, lo único
que le hacía pensar que tendría alguna oportunidad de seguir viviendo era que a
los nazis les interesaba mantenerla viva por su trabajo, y los alemanes, así
pensaba Walpurga, la mantendrían con vida si les era de utilidad.
Poco tiempo antes del final de la guerra, de Ravensbrück fue
trasladada al campo de concentración de Bergen-Belsen, aquello era un verdadero
infierno, cuando llegó aún había nieve en el suelo, le entregaron unos zuecos.
Walpurga enfermó, su hermana y Pitscha de St. Margarethen cargaban con la pobre
y debilitada Walpurga. La llevaban caminando apoyada sobre sus hombros. Si los
SS las hubieran visto las habrían fusilado a todas de inmediato. Cuando llegaba
el supervisor la soltaban y Walpurga continuaba como podía. Su hermana también
se encontraba muy débil, Walpurga afirma con rotundidad que su hermana Steffi
fue su salvadora. Sin Estefanía no habría podido sobrevivir.
Se acercaba la liberación, pero las penalidades no habían acabado
todavía aquí, el campo era un verdadero caos, Walpurga y su hermana continuaron
durante una semana en el campo, no había agua, ni una cama donde descansar,
nada para sentarse o permanecer de pie. Habían quemado los barracones.
Continuaron deambulando por el campo, de un lugar a otro, a lo lejos, en una
ocasión que iban de un lado a otro del campo, vieron un gran montón de algo que
se les antojó podía ser madera, había montones de madera por todas partes… pero
cuando se acercaron comprobaron que en aquellos montones además de madera
entremezclados con estos habías muchísimos cadáveres, una fila de maderos y
otra fila de muertos, después prendían con aceite ramas de abeto y todo aquel
infierno salía ardiendo, apestaba el aire, la barbarie y la muerte alzaron su
faz delante de los rostros de Estefanía y Walpurga.
Se escuchaban bombardeos y disparos no muy lejanos. Llegaron al
campo tanques con soldados franceses y escoceses, Walpurga recuerda que le dijo
a su hermana “Pero,
si llevan falda” desconocía como era el uniforme de las tropas
escocesas. Los británicos liberaron el campo. Instalaron con toda la celeridad
posible tiendas de campaña, les inyectaron vitaminas, ya que en el campo no
había nada de comida.
A excepción de su hermana Estefanía y Pitscha de St.
Margarethen, nadie más de su grupo
sobrevivió. Ni Koki de Bernstein,
ni Rosalía consiguieron sobrevivir. Los soldados las sacaron de allí
y las llevaron a las casas que habían ocupado los SS, allí motaron hospitales
de campaña, Walpurga había contraído la tuberculosis, recuerda que había tres
camas por habitación, ella ocupó la del medio y cada día traían niños distintos
a las camas situadas a su izquierda y a su derecha. Gracias a Dios Walpurga
pudo sobrevivir. Como un indeleble recuerdo grabado a fuego en su mente,
Walpurga recuerda que le preguntó a un soldado húngaro “¿Dónde se llevan a
los niños?” el soldado contestó “Walli –le
resultaba difícil llamarla por su nombre de pila- los niños vuelven a
sus casas.” Luego cuando logró recuperarse averiguó que en realidad
los niños morían. Entonces Walpurga preguntaba ¿Y por qué yo no me
puedo ir a casa?” “no Walli tú debes quedarte aquí conmigo” le
respondía el soldado. Y entonces Walpurga comenzaba a llorar y a
gritar “¡Mi
hermana también ha muerto, mi hermana está muerta!” Pero
Steffi no había muerto, se encontraba en otro lugar porque su salud se hallaba
en mejor estado y la habían agrupado con aquellos que estaban sanos.
El soldado húngaro le dijo a Walpurga que su hermana estaba viva. “¿Cómo lo
sabes?” preguntó Walpurga, “tu hermana lleva
puesta una blusa roja y te está buscando” respondió el soldado. “Si la ves dile que
estoy viva. “Así lo he hecho, lo que ocurre es que no le está permitido entrar
aquí” Y siempre la consolaba de esta forma cuando Walpurga se venía
abajo.
Hasta que un día los médicos permitieron que Steffi pudiera
visitar a Walpurga. El reencuentro de las dos hermanas supuso uno de los días
más felices en las vidas de ambas. Milagrosamente, con la excepción
de su hermano Pepi y una sobrina, toda su familia sobrevivió al
Porrajmos.
Después de que Walpurga y su
hermana Estefanía pasaran un año y medio
de recuperación en Suecia, volvieron a Austria en 1947.
A Walpurga y su
familia les dieron una habitación en la
casa municipal de Trausdorf, ya que todas
sus casas habían sido destruidas durante la guerra.
Así relata Walpurga su vuelta a casa:
“Volver a
casa, fue algo maravilloso para nosotras,
realmente maravilloso. [...] La tristeza había desaparecido
– la casa de uno es su casa. El hogar es el
hogar, incluso si tan sólo es una choza. Sólo el
amor cuenta, el verdadero amor humano - amor por el
interés de amar, el amor material, ese no interesa.”
A pesar de que estaban felices y de que habían
conseguido algo de ropa y algo que comer, las cicatrices
mentales que dejó el Porrajmos nunca se curaron. Su salud
resquebrajada por tantos años en los campos de concentración le han motivado a
lo largo de su vida constantes enfermedades, pero los más duro han sido las
secuelas mentales, el dolor psicológico del trauma ese nunca ha abandonado
la vida de Walpurga.
Documental Mri Historija. Walpurga Horvath en el
que nos relata su historia
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Poco después, conoció a su futuro marido, Karl Horvath, con quien se casó en 1953. Walpurga trajo dos niños al mundo, Lona y Karl.
Walpurga Horvath con su hija Lona y su hijo Karl en 1956
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Fuentes:
- Lives Remembered. Life Stories of
Victims of National Socialism. Renate S. Meissner on behalf of the National Fond der
Republik Österrecih (Ed.): Viena, 2010, Páginas 250-256.
- Extracto de la
historia de vida de la señora Horvath tomado de una entrevista (realizada en
Romaní) a partir de la documentación de testigos de la época "Mri
Historjia. Historias de la
Vida de los Romá del
Burgenland" por la asociación "Roma Service".
- Articulo de la
revista Romano Centro “Die Mit Den Augen Lacht, Traumschwester Wali, número 53,
páginas 4-5.
- Zigeuner, Roma, Menschen: Lebensberichte
burgenländischer Roma. Erich Maria Schneller. Publisher, Edition Lex Liszt
12, 2006. 108 páginas.