Manole Gheorghe
© Romania Libera
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Manole
Gheorghe nació el 1 de febrero
de 1938 en Rumanía. Cuando contaba
cuatro años las autoridades rumanas lo deportaron a
la región de Transnistria. Manole había
nacido Romaní y el Mariscal Antonescu había tomado la decisión de deportar a
los Gitanos rumanos hasta esa zona. A finales de agosto de 1941 durante
la Segunda Guerra Mundial Transnistria quedó anexionada a
la Rumanía del Eje, que la separó administrativamente de Besarabia y
la unió con las regiones ucranianas de Odesa, Vinnytsia y Pervomaisk.
La familia Gheorghe
vivía en un asentamiento Romaní en Alexandría, una ciudad de Teleorman, en la
región de Muntenia, al sur de Rumanía. Su padre se dedicaba a la orfebrería.
En 1942 el Mariscal
Ion Antonescu promulgó una ley muy influenciada por las directrices y presiones
alemanas con el objeto de deportar a los Gitanos del país. Las
deportaciones hacia Transnistria comenzaron el 1 de junio de
1942, formaron parte del primer contingente los Gitanos nómadas. Antonescu, ordenó que
quedaban sujetos a deportación "todos los campamentos gitanos nómadas del
país" Los Romaníes deportados recorrieron el camino a pie o
en vagones de tren, yendo de un distrito a otro, en
un viaje que duró varias semanas y que parecía nunca tuviese
final.
Mapa de Transnistria 1941-1942
© USHMM
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La segunda fase
incluyó la deportación de Gitanos sedentarios, aquellos considerados
por las autoridades rumanas como "indeseables" ésta fase comenzó
en septiembre de 1942 y afectó a un total de 12.497 personas. El resto de
Romaníes, 18.941 personas serían deportados con posterioridad.
El número total de Gitanos deportados a Transnistria desde junio
de 1942 hasta diciembre de 1943 se acercó a una cifra de 25.000 personas.
La historia de
Manole se asemeja a las vivencias de miles de niños Gitanos rumanos. Siguiendo
el testimonio de nuestro protagonista todo ocurrió muy deprisa… era una noche del verano de 1942,
el reloj marcaba más o menos las cinco de la madrugada, la policía rodeó la
zona y detuvo a Manole junto a toda su
familia; ocho niños, sus padres y
los abuelos. Lo mismo que estaba viviendo la familia Gheorghe les estaba
sucediendo a otras familias del área cercana a Alexandría. Desde los
asentamientos los condujeron en una carreta hasta una estación y los obligaron
a subir a un tren formado por vagones para transporte de ganado. La
incertidumbre y el miedo se reflejaban en los rostros de los retenidos, no sabían
a qué lugar los enviaban, en la estación supieron que los trasladaban a
Transnistria, pero desconocían las razones que motivaban esta deportación.
Transnistria
© Mihai Andrei Leaha
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El convoy inició
su marcha, cruzaron de noche el Bug. En Tiraspol fueron reagrupados, finalmente
se detuvieron en el pequeño pueblo de Koronica, ya en Transnistria. Los
alojaron en establos, allí permanecieron alrededor de cuatro meses. Durante
este tiempo no les dieron nada de comida ni agua, Manole recuerda que no les
quedó otro remedio que beber el agua del río Bug, agua insalubre con sabor a
pescado. No había nada con lo que calentarse, el frío del otoño y del duro
invierno resultaría insoportable. Su madre tuvo que moverse por los pueblos
cercanos de Niceainova y Koronica pidiendo comida de casa en casa a los
lugareños… Un suceso le ocurrió en una ocasión, aquel día la caridad de una
aldeana rusa le regaló “mămăligă” (pan elaborado con harina de maíz y sémola consistente en una
masa de color amarillo) y una botella de leche, su madre continuó mendigando
algo de alimento puerta a puerta mas se topó con unos aldeanos rusos
que se percataron de que la mujer no era del lugar, comenzaron a dispararle con
un rifle, le destrozaron uno de los dedos de su mano. La botella quedó llena de
sangre, medio rota, cuando llegó llevaba la mano envuelta en el delantal, la “mămăligă” también se
encontraba llena de sangre y de la botella de leche solamente quedaba la parte
de abajo de la misma con una cantidad ínfima de leche… pero era tanta el
hambre, que recuerda Manole, “mientras
llorábamos, comíamos”
Las condiciones de vida
eran terribles, a la constante hambre se unía las lamentables condiciones del
lugar, dormían en el suelo, en largos establos de unos 70-100 metros , sin más
colchón que el estiércol que habían dejado las vacas que allí habían estado
antes de que ellos llegaran. Ha pasado mucho tiempo y él no era nada más que un
niño cuando que estos hechos sucedieron pero Manole no ha podido olvidar nada
de lo que allí le ocurrió, el sabor amargo de los “turtiţelor” que la gente
hacía con patatas medio podridas, o los “dughi” (bolitas de heno) que para
hacerlas primero trituraban el heno y con eso se hacía una tarta resultando de
un profundo sabor amargo, muy muy amargo, prácticamente incomestible… pero por
desgracia no había otra cosa que llevarse a la boca. Los mayores recorrían los
campos recogiendo lengüetas de col, hojas quemadas o secas llenas de tierra, luego
las hervían con agua y se las comían.
Establos en Transnistria donde ubicaron a los Romaníes
deportados.
© Mihai Andrei Leaha
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Pasados los cuatro
primeros meses empezaron a recibir raciones de alimentos, les daban unas
cuotas, si se trataba de una familia de unas 10 personas les entregaban un
kilogramo de avena… la avena que comían los caballos. Había un molino de piedra
y los mayores molían por turnos, las piedras del molino se rozaban, además la
avena era mezclada con piedras y arena, aquella mezcla no era harina… muchos
comían y pasado un día o dos morían.
Campo en Transnistria
© Mihai Andrei Leaha
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En
Transnistria, ese lugar de infausto y terrible recuerdo para los Gitanos del
mundo, Manole perdió a gran parte de su familia. Sobre el estiércol y la paja
donde dormían murieron; su abuela, su abuelo, su padre y dos de sus tías. Los enterraron en una fosa común cavada muy
honda, un agujero de unos 50 a
60 metros
de profundidad con forma de cono volteado, la parte de abajo era estrecha y la
de arriba ancha. Todos los días morían de 10 a 15 personas de frío, de enfermedades, de
hambre… y eran lanzados a aquella fosa común. Dadas las condiciones de
vida extremadamente duras en Transnistria aproximadamente 11.000 deportados Romaníes
murieron allí.
Los sobrevivientes
regresaron al país en 1944, al mismo tiempo que se llevaba a cabo la retirada
rumana de la región. Los Gitanos que volvieron a Rumania después de la
liberación tuvieron poca o ninguna oportunidad para contar las experiencias
traumáticas vividas en Transnistria. Los terribles acontecimientos que vivieron
en el espacio fronterizo del río Bug entre 1942-44, son conocidos por los
sobrevivientes Romaníes como “ando Bugo”
(en el río Bug).
Monumento en memoria de los Romaníes que sufrieron el “ando
Bugo”
© Mihai Andrei Leaha
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Quiero mostrar mi
más sincero agradecimiento al alumno de mi colegio Alexandru C.V. por su predisposición
y sus excelentes traducciones al español del rumano.
Fuentes:
- O poveste incredibilă despre canibalism, foamete şi Transnistria. Artículo de Flavia Dragan en Romania Libera., 8 de agosto de 2012.
- The deportation of the Roma and
their treatment in Transnistria. Yad Vashem.
- Ando Bugo: The Romani Holocaust in
Transnistria. Michelle Kelso.
- Recognizing
the roma: a study of the Holocaust as viewed in Romania. Michelle Kelso. A dissertation submitted in partial fulfillment of the requirements for
the degree of Doctor of Philosophy (Sociology) in The University of Michigan
2010.
- Tragedia romilor deportati
in Transnistria, 1942-1945 Radu Ioanid, Michelle
Kelso, LuminiŃa Cioabă (coord.), Mărturii şi documente, Iaşi, ed. Polirom, 2009
-
Deportarea Rromilor in Transnistria. Documente de archiva.
-
Documente privind deportarea tiganilor in Transnistria. 2 volúmenes. Editura
enciclopedica. Editado por Viorel Achim.
-
“Valea plângerii” un film de Mihai Andrei Leaha, Andrei Crisan y Iulia Elena
Hossu. 2013