sábado, 7 de noviembre de 2015

Katica Djurdjevich

Katica Djurdjevich
© Paul Polansky/Kosovo Roma Refugee Foundation

Katica Djurdjevich nació en 1921 en la pequeña localidad croata de Viri en el seno de una familia Romaní.

Creció siguiendo el estilo de vida tradicional de las familias Lovara. Su padre recorría los pueblos vecinos con su caballo y su carro, vendiendo los más variados artículos o ayudando en las labores agrícolas en las que lo requerían. Su madre era una experta en el arte de la adivinación.

Katica se casó muy joven con un Rom Kalderash, Milan Shain, pronto nuestra protagonista traería al mundo dos hijos. Se establecieron en Pitomača en el norte de Croacia, allí Katica continuó la tradición familiar de la videncia, habilidad que había aprendido de su madre y de su abuela.

         Hasta 1941 la vida para los Romaníes en la Croacia rural había sido como casi siempre muy difícil, con mucha pobreza, con enormes dificultades para salir adelante, sin acceso al sistema educativo pero… todo empeoró fatal y dramáticamente cuando la guerra llegó hasta Yugoslavia en la primavera de 1941 y la población Romaní comenzó a sufrir los abusos y la violencia de los Ustacha, una organización nacionalista-católica croata que basaba su política en la ideología racial, que fue aliada de los nazis y que se caracterizó por el empleo continuado de una crueldad extrema contra las minorías étnicas, principalmente Gitanos, serbios y judíos.

Una noche llegaron los Ustacha a Pitomača, reunieron a todos los Romaníes de la población con el fin de humillarlos, los obligaron a tocar música y a bailar sin parar. Katica recuerda que, en varias ocasiones, su marido la escondió de los Ustacha antes de que entraran por la fuerza en su domicilio, Katica vivía siempre atemorizada, aterrada más que por lo que le pasara a ella por lo que les pudiera pasar a sus hijos.

Los primeros a los que detuvieron fueron los parientes de Katica en Viri, los deportaron al terrible campo de concentración de Jasenovac. El marido y el tío de Katica sufrieron una selección y se los llevaron para realizar trabajos forzados en Alemania, ella permaneció al cuidado de sus pequeños en Pitomača. El terror a ser detenidos era constante… una noche, casi al final de la guerra, Katica, sus dos hijos y algunos parientes de la familia de su marido fueron detenidos, los montaron en un tren compuesto de vagones para transporte de ganado y los deportaron a Jasenovac. 

Tren de la muerte en Jasenovac. Memoria de la Deportación.
© Petar Milošević 

Transcurridos ocho días en aquel infierno les informaron de que podían volver a sus casas, las órdenes habían cambiado y al tratarse de “Gitanos no nómadas” no serían encarcelados. Regresaron a Pitomača en el mismo convoy de vagones que los había trasladado hasta aquel lugar, pero cuando llegaron se encontraron un paisaje desolador, los Ustachas habían saqueado e incendiado sus hogares.

Al finalizar la contienda mundial el marido de Katica regresó con su familia. Desde entonces nunca nadie los compensó por el sufrimiento padecido, ni por haber sido un trabajador forzado en Alemania durante la II Guerra Mundial, ni por la persecución a que se vieron sometidos en Croacia por haber nacido Romaníes, nunca nadie les dio nada por la pérdida de sus propiedades... Silencio, sólo el maldito silencio…

De hecho casi cincuenta años después de aquello, durante la guerra de 1991-1995 los viejos miedos retornaron.

Portada del extraordinario libro del insigne Paul Polansky.
© Paul Polansky

Fuentes
- Biografía de Katica Djurdjevich en la página web Holocaust Memmorial Day Trust. 18 de junio de 2015.
- One blood, one flame: The oral histories of the Yugoslav gypsies before, during and after WWII. Paul Polansky. Editorial Nish. 2007-2008.
- Einziges Land, in dem Judenfrage und Zigeunerfrage gelöst: die Verfolgung der Roma im faschistisch besetzten Jugoslawien 1941-1945. Karola Fings, Cordula Lissner, Frank Sparing. Editorial Köln Rom e.V.
- Blank pages of the Holocaust : Gypsies in Yugoslavia during World War II. Elizabeta Jevtic. 2004

sábado, 17 de octubre de 2015

Familia de Klara Schopper y Josef Wernicke

Klara Schopper.
© Gelsenzentrum Gelsenkirchen

Klara Schopper nació el 2 de agosto de 1918 en Breslau, Alemania.  Sus padres fueron Adolf y Patzura Schopper.

A mediados de los años treinta la familia Schopper se estableció en Gelsenkirchen en un modesto apartamento del área metropolitana.

Desde 1934 Klara vivió en Gelsenkirchen junto a su esposo Josef Wernicke (nacido en 1916). 

Klara Schopper. Esta foto fue tomada por 
la Policía Criminal de Gelsenkirchen en 1936.
© Gelsenzentrum Gelsenkirchen

La pareja tuvo dos hijos, Walter, nacido el 25 de agosto de 1938 y Hans Josef, el 8 de abril de 1940 ambos en la ciudad minera de la región del Ruhr.

Josef Wernicke
© Gelsenzentrum Gelsenkirchen

En marzo de 1943 Klara Schopper fue deportada junto a su familia al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, allí le tatuaron el número de prisionera Z-2663.

La familia fue recluida en el Campo para Familias Gitanas, sector BIIe de Birkenau. 

La vida se hizo muerte para el pequeño Hans Josef el 20 de abril de 1943, Walter falleció pero la fecha del fallecimiento no fue registrada, Josef Wernicke encontró la muerte el 19 de noviembre de 1943 y Klara Schopper murió el 13 de abril de 1944, todos en Birkenau.

Klara Schopper, Josef Wernicke, Walter Schopper y Hans Josef Schopper  que nunca olvidemos vuestros nombres.

Fuentes:
- Andreas Jordan. Gelsenzentrum Gelsenkirchen. Septiembre de 2010


- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993. Volumen I. Páginas 196-197.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Anuţa Branzan

Anuţa Branzan
© Colección privada Michelle Kelso


Anuţa Branzan nació en 1934 en Rosiori de Vede, una ciudad situada al sur de Rumanía a unos 120 km. de la capital.

Anuţa vivía junto a sus padres y sus tres hermanas; Marieta la mayor, y las pequeñas Margareta y Verginia. Formaban una familia muy unida, pobres, pero inmensamente felices. Habitaban una modesta vivienda de tan solo dos habitaciones con “solería” de tierra. Su padre se llamaba Pavel Radu, un hombre que se mostraba siempre cariñoso con todos y dividía su vida; entre el amor a su familia, su trabajo de zapatero y la música, en el escaso tiempo que le quedaba libre. Su madre, Constantina, se dedicaba a las tareas del hogar y echando una mano a los familiares que vivían en las cercanías.

Corría el mes de septiembre de 1942, Anuţa y sus hermanas se preparaban como las demás chiquillas para comenzar el nuevo curso escolar, nuestra protagonista contaba tan solo ocho añitos, mas el destino y el discurrir del enrevesado camino de la vida les tenía guardada una terrible sorpresa… la policía llegó hasta la vivienda donde residían, llegaron de noche… les comunicaron que iban a ser reasentados en otro lugar del país.

Anuţa Branzan - segunda por la derecha - y sus hermanas 
en 1942. Una de sus tías las llevó a un estudio fotográfico 
pocos días antes de la deportación.
© Colección privada Michelle Kelso, Ann Arbor / Michigan, EE.UU.

Aquella misma jornada trasladaron a la familia hasta el campo de fútbol de una ciudad cercana, ahí permanecieron retenidos hasta que días después los subieron a un tren compuesto de vagones para transporte de ganado con el objeto de deportarlos junto a otros 13.000 Romaníes hasta Transnistria, región  a la que ya habían trasladado en el transcurso de meses anteriores a los Gitanos nómadas.

Tras un largo viaje repleto de sufrimiento y penalidades llegaron al destino prefijado por las autoridades rumanas, lo que allí vivirían todas estas personas resultaría dantesco, dramático, inenarrable. En un principio los ubicaron en campos abiertos o en graneros abandonados para finalmente alojarlos en refugios más permanentes. Anuţa recuerda que en torno a un mes durmieron a cielo raso. Con posterioridad los reubicaron en una granja, donde había un granero y un almacén, pero… en ese lugar no había sitio para todos por lo que muchos de ellos tuvieron que permanecer a la intemperie. Más tarde, los trasladaron con carros de caballos a diversos cuarteles militares situados en la costa, muy cerca de la ciudad de Oceacov, permanecieron recluidos durante dos meses. Finalmente, las autoridades decidieron dividir a los Romaníes; por un lado los Gitanos tradicionales, por otro los Gitanos asimilados. A Anuţa y su familia los condujeron a Vladimirovka, una pequeña localidad que tenía sólo dos calles. Los responsables reorganizaron el pueblo, obligaron a los rusos que vivían a instalarse en una calle y los Gitanos quedaron concentrados en la otra, situaron a tantas familias como se podían meter en las viviendas. En total más de 700 Romaníes se hacinaban en aquella aldea, de tres a cinco familias por casa. Había gendarmes rumanos que los vigilaban constantemente.

Durante el tiempo que permanecieron allí los llevaron un par de veces a trabajar en el campo, la tarea consistía en cortar las malas hierbas que crecían en los campos de maíz. Aunque Anuţa era una niña la obligaron también a realizar este tipo trabajos. Las mujeres rusas le gritaban: "¡Vamos, tú también. Anushka, al maíz!" Anuţa recuerda que en una ocasión dos gendarmes rumanos la sorprendieron en el campo rebuscando algo que llevarse a la boca, tras descubrirla, la golpearon con el látigo con tanta fuerza que del miedo que pasó se cagó patas abajo. Los gendarmes le dijeron que si alguna vez la volvían a ver por allí de nuevo, la matarían.

Sobrevivir cada día en aquel lugar resultaba tremendamente difícil, todo estaba prohibido, todo, incluso salir de casa sin el permiso de los gendarmes. El contacto entre lugareños y deportados estaba muy limitado, a pesar de que los rusos vivían en la otra calle sólo se encontraban con ellos en los campos de trabajo o cuando los guardias permitían a los propietarios rusos comprobar cómo se hallaban sus antiguas casas ahora ocupadas por los Romaníes, o también cuando había que enterrar a los muertos... Ni siquiera les permitían ir a buscar un poco de agua. Cuando el carro con el agua llegaba, los policías llamaban a las puertas de las viviendas y gritaban desde la calle para que los Gitanos saliesen con su cubo, jarras, tazas o cualquier objeto donde almacenar el agua de la carreta. Si no tenías nada donde guardar el agua o si no podías salir porque estabas enfermo, te quedabas sin agua. Ni siquiera un poco de agua con la que humedecer los labios, nada de nada… y eso significaba la muerte segura.

Con la alimentación ocurría otro tanto, las raciones, por otorgarles un nombre, resultaban escasas y el hambre apretaba y dolía. Allí no había comida. Al principio, durante un tiempo los guardias les entregaban una lata con cereales, de esas que se dan a los animales, pero esto no duró más de dos o tres meses… después dejaron de entregarles la ración diaria y desde ese momento ya no repartieron absolutamente nada.

En el verano siguiente les dieron forraje para comer, hierbas, raíces. Todos se hallaban esqueléticos. Condenados a una muerte inminente. Anuţa  narra que se sentían como animales salvajes. Sólo les quedaba esperar la llegada de la señora de la guadaña. En el día a día era lo único que esperaban en aquel maldito lugar.

No había médico, ni medicinas. Anuţa, una chiquilla de ocho o nueve años de edad, ¿qué podía hacer para sobrevivir? Mientras sus padres se mantuvieron con vida, la niña no sufrió mucho. Su madre les repartía su ración de comida. Su padre, para alimentarlos, vendió todo lo que poseían, incluso la mayor parte de la ropa.

Pero todo se complicaba día a día, una chica joven, que vivía en la misma casa de Anuţa, enfermó de tifus. Pavel, el padre de nuestra protagonista la sacó de allí para evitar que los demás enfermaran. Pero en mitad de tanta calamidad pronto contrajeron la enfermedad. Su madre dejó de comer, ni siquiera bebía agua, se pasaba el día golpeando su cabeza contra las paredes, lamentando su destino, iba de un lado a otro de la vivienda y lloraba, gritaba, imploraba: "No puedo ver a mis hijas así, no tienen pan, ni tan siquiera agua " Su madre sufría viéndolos en aquel estado. Constantina enfermó y a los tres o cuatro días de contraer la enfermedad murió de tifus. La noche que su madre falleció, su hermana mediana durmió en sus brazos toda la noche. Margareta no sabía que estaba muerta. Anuţa se percató del fallecimiento de su madre cuando su padre comenzó a llorar, y entre llantos dijeron: "¡Se acabó, ha muerto!"

Los rusos que vivían en la otra calle del pueblo eran los encargados de enterrar a los muertos. Para llevarlo a cabo llevaban un gancho de unos cinco metros de largo y un carro, para evitar acercarse a los enfermos. Obligaban a las personas de la casa a cargarlos en el carro. Todos los días iban y venían con el carro lleno, llamaban a la ventana de las casas para preguntar si había algún muerto. En las afueras de la localidad habían cavado una gran fosa y en ese lugar enterraron a cientos de personas.
Anuţa no ha podido olvidar aquel día, por la mañana:
Un hombre llamó a la ventana.
 - ¿Tienen muertos?, preguntó.
- Sí, contestó Pavel.
Su hermana levantó la mirada e inquirió
- ¿Quién ha muerto, papá?
- Mamá…
Llanto y dolor en grito por la pérdida de una madre. Su padre tuvo que trasladar el cuerpo de su mujer hasta el carro… soledad de un hombre en mitad de una calle, soledad y tristeza en los ojos de tres niñas viendo como se llevan a su madre…

Poco tiempo después murió su padre. Las tres chiquillas se quedaron solas, sin nadie que cuidara de ellas, sin ninguna ayuda, abandonadas a su suerte… pero tenían la fe de sobrevivir y se buscaron la vida como pudieron.... “Fue sólo a través del poder de Dios el que nos hizo resistir

Anuţa Branzan mostrando la foto que les 
hicieron en 1942 de ella y sus hermanas.
© Livio Senigallesi Buenavista photo

Fuentes:
-  Recognizing the Roma: a study of the Holocaust as viewed in Romania. Michelle L. Kelso
- Gypsy Deportation from Romania to Transnistria 1942-44. In the Shadow of the Swastika. Michelle Kelso, Hartfield 1999; Viorel Achim, Documente privind deportarea tiganilor in Romania, Editura Enciclopedica, Bucuresti, 2004.
- Deportation to Transnistria. The Story of Anuta Branzan. Web Roma Sinti Genocide.
- Right to Remember A Handbook for Education with Young People on the Roma Genocide. Ellie Keen. Editado por Rui Gomes. Council of Europe, 2014. Pág. 105

lunes, 31 de agosto de 2015

Christian Pfeil

Christian Pfeil
© Marcus Stölb

Los Pfeil, familia Romaní, que generación tras generación llevaban viviendo varios siglos en Alemania. En los años en que los nazis detentaron el poder tenían fijada su residencia en Trier, ciudad de Renania-Palatinado, ubicada en la ribera derecha del río Mosela y considerada la urbe más antigua de Alemania.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial la Oficina Principal de Seguridad del Reich, con sede de Berlín, comenzó a organizar la deportación de todos los Judíos y todos los Gitanos del Reich alemán a la Polonia ocupada. Así, se subía otro peldaño en la escalada de persecución y opresión de los Romaníes en el Reich.

La madrugada del 16 de mayo de 1940, los Pfeil fueron arrestados por la policía criminal: abuelos, padres, siete hermanos, tíos, tías y primos, en total 26 personas. En un primer momento los llevaron a la comisaría de Trier-Oeste y posteriormente los condujeron a un campo de tránsito en Colonia, el de Köln-Deutz. Les retiraron la ciudadanía alemana y sus documentos de identidad, que fueron reemplazados por una tarjeta de identificación con una gran Z (Zigeuner: Gitanos) estampada en ella.

Alrededor de 2.500 Gitanos quedaron concentrados en las ciudades de Hamburgo, cerca de Stuttgart y Colonia. De estos, en torno a 400 eran Gitanos de la ciudad de Colonia, otros 200 venían del distrito gubernamental de Colonia, Aquisgrán, Bonn, Coblenza y Trier y alrededor de 330 gitanos de Dusseldorf y la región del Ruhr.

El convoy partió el 21 de mayo de 1940 de la estación ferroviaria de Deutz-Tief con destino a los guetos y campos en el llamado "Gobierno General" en Polonia. Los deportados fueron enviados a refugios improvisados ​​y allí los sometieron a trabajos forzados (construcción de fortificaciones fronterizas, carreteras, aeródromos y campos.)

Monumento en recuerdo de los deportados en Köln-Deutz.
© Verband Deutscher Sinti und Roma


A mediados de 1942 la mayoría de aquellos deportados fueron enviados a los guetos.

Nuestro protagonista, Crhristian Pfeil, aún no había nacido cuando todos estos hechos tuvieron lugar.

En agosto de 1943 cuatro de sus hermanos mayores Clemens, Alfons, Luise y Willi fueron deportados a Auschwitz-Birkenau, ninguno de ellos regresó a su casa.

Una parte de su familia había sido enviada al campo de concentración y exterminio de Lublin-Majdanek. Christian Pfeil vino al mundo en ese terrible lugar un día del mes de enero de 1944. El sufrimiento en medio del que nació y el sitio en el que dio sus primeros llantos en esta vida ha quedado profundamente grabado en su alma y afirma que la siguiente generación a la que padeció el Porrajmos quedó tan marcada por estos sucesos como la anterior. Crhristian Pfeil piensa que fue un milagro que su familia, viviendo en mitad de aquel infierno de hambre, miedo constante a la muerte, frío y enfermedad cuidara de él, un bebé indefenso y que gracias a su amor y cuidados consiguiera sobrevivir al horror.

Majdanek, Polonia, 1944, barracones después de la liberación del campo.
© Yad Vashem


Una parte de los suyos sobrevivió al Porrajmos pero el destino de la mayor parte de los otros miembros de sus parientes es desconocido.

Después de la guerra, regresó con parte de su familia a Trier, la ciudad de la que habían salido detenidos sus familiares en mayo de 1940.

Christian fue creciendo y percatándose de que en la escuela el resto de niños "siempre me hacían sentir que nunca era bienvenido. En aquel tiempo odiaba Alemania.

Pero otro dramático hecho ha marcado la vida de Christian. A mediados de los años noventa regentaba un restaurante, el Alter Bahnhof, al sur de Trier. En dos ocasiones unos desconocidos devastaron su establecimiento y lo llenaron de símbolos nazis. En un primer momento pensó en abandonar el país, pero con la inestimable ayuda de la música y las numerosas conversaciones con amigos y conocidos le han ayudado durante todos este tiempo transcurrido para cicatrizar las heridas. Christian comenta "He perdonado a la sociedad alemana. Sin embargo, todo lo que ocurrió nunca debe ser olvidado." Los autores nunca fueron detenidos.

En 1998 la Landesverband Deutscher Sinti en Trier solicitó al alcalde de la localidad erigir un monumento para conmemorar a los Romaníes asesinados durante la II Guerra Mundial. En 2003 después de una intensa labor el consejo de la ciudad eligió el lugar donde se situaría, concretamente detrás de la catedral, en un lugar donde se ubicó la antigua prisión. En el otoño de 2010, seis artistas, en su mayoría de la zona de Trier, compitieron por el diseño del monumento.El 16 de marzo de 2011, el jurado se decantó por el diseño presentado por el Prof. Clas Steinmann.

Por fin, el memorial en Trier en recuerdo de los deportados y víctimas Romaníes del Porrajmos, se inauguró el jueves 10 de septiembre de 2012 por iniciativa de la Landesverbandes Deutscher Sinti und Roma de Renania-Palatinado tras catorce años intentando hacer realidad este monumento, Christian Pfeil intervino con un emotivo discurso en el acto de inauguración.

En él monumento podemos leer:
La dignidad de todas las personas es inviolable,
en memoria a los Gitanos deportados durante los
años del nacionalsocialismo.

Hombres, mujeres y niños de nuestra ciudad,
era de su casa y fueron deportados y asesinados
en los campos de concentración.

Patrocinador de este monumento:
Ciudadanos de Trier
La ciudad de Trier
La diócesis de Trier
Fundación Cultural Sparkasse Trier
Fundación para la Cultura de Renania-Palatinado
Iniciador: Asociación Alemana de Sinti y Roma

Monumento en Trier en recuerdo de los deportados y 
víctimas Romaníes del Porrajmos.
© Verband Deutscher Sinti und Roma


Fuentes:
- Im Gedächtnis der Stadt verankert. Rathaus Zeitung Trier. 11 de septiembre de 2012.
- Man kann verzeihen, el darf aber nicht vergessen. Artículo periodístico firmado por Marcus Stölb aparecido en el 16 VOR Nachrichten aus Trier el 10 de septiembre de 2012.
- Im Ghetto geboren und trotzdem mit den Deutschen wieder versöhnt. Artículo periodístico firmado por Katja Bernardy aparecido en el Volksfreund el 9 de septiembre de 2012.
- Stattführer. Trier im Nationalsozialismus. Zuche, Thomas (Hrsg.): 3. Aufl., Trier 2005. Páginas 88-89.
- Gedenkstätten für die Opfer des Nationalsozialismus. Eine Dokumentation, 2., überarb. und erw. Auflg., Band I, von Puvogel, Ulrike/Stankowski, Martin. Bonn 1995, Páginas 569-570.

lunes, 17 de agosto de 2015

Lina Jackson

Lina Jackson
© USC Shoah Foundation

Lina Jackson (su nombre de nacimiento Ruth Lina Steinbach) nació el 10 de diciembre de 1929 en Papenrode, Alemania, en una familia Romaní.

Cuando los nazis llegaron al poder en Alemania Lina contaba tres años. Gradualmente los Romaníes alemanes fueron apartados de la sociedad alemana.

Su padre, que se llamaba Adolf Steinbach y dos hermanos mayores fueron arrestados y deportados al campo de concentración de Buchenwald. Después de este suceso su madre, Adelaide, tomó la decisión de mudarse a Berlin, junto a sus hijas Lina,  Amanda y su hijo Kurt.

En 1939, Adelaide, la madre de Lina, murió de cirrosis hepática, Lina, Amanda y Kurt quedaron bajo la tutela de sus abuelos en Magdeburgo.

Pero la bota nazi cayó definitivamente sobre Lina, Amanda, Kurt y sus abuelos fueron arrestados por haber nacido Romaníes.

El 1 de marzo de 1943, el campo de confinamiento de Gitanos de Magdeburgo se clausura en una acción conjunta de la Gestapo y la policía criminal. Todos los residentes son arrestados y llevados en 10 ó 15 camiones a la jefatura de policía de Magdeburgo. Algunos Romaníes, que no vivían en el campo también son detenidos por la policía tras ser sacados por la fuerza de sus hogares y son trasladados al cuartel de la policía . Al día siguiente tras la llegada de más Gitanos de la región, los detenidos son deportados desde la estación de mercancías en un tren compuesto de vagones para transporte de ganado al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau en Polonia. De las 470 personas que componían aquel convoy 340 deportados no sobrevivirán al Porrajmos.

A su llegada a Birkenau Lina recibió el número de prisionera Z-574. Es este uno de los primeros contingentes de Romaníes en llegar a Auschwitz-Birkenau. Los abuelos de Lina murieron allí, así como su hermano Kurt, quién falleció tras enfermar de malaria.

Lina y Amanda fueron transferidas en el transcurrir de la primera mitad de 1944 al campo de concentración de Flossenbürg, en este lugar Lina recibió el número de prisionera 50143 y de allí es ubicada en uno de sus subcampos, el de Wolkenburg, este campo funcionó desde finales de agosto de 1944 hasta abril de 1945. Lina, seguramente llegara en el grupo de prisioneras Romaníes que fueron incorporadas a este subcampo en octubre de 1944. Allí fue obligada a realizar trabajo esclavo para la firma Opta Radio.

Vista del Campo de Flossenbür​g, Alemania. 
Fotografía tomada después de la liberación del campo.
© Yad Vashem

En 1945 Lina fue transferida al campo de concentración de Ravensbrück  y en ese lugar perdió el contacto con Amanda. Más tarde en el mismo año la obligaron a partir en una de las temidas marchas de la muerte hasta el campo de Dachau, al llegar recibió el número de prisionera 48134. Lina fue liberada en Dachau en la primavera de 1945 por tropas del ejército americano.

Tras la liberación, Lina se reencontró con su padre, quien había sobrevivido cuatro años internado en el campo de Buchenwald. Solamente tres de sus hermanos sobrevivieron al Porrajmos.

Lina conoció a un soldado americano, Richard Jackson, que estaba estacionado en Alemania, se enamoraron y se casaron en 1952.

Posteriormente se mudaron a los Estados Unidos de América y formaron una familia feliz junto a sus ocho hijos.

Memorial de los Sinti y Romá en Magdeburgo.
© Andrzej Otrębski 

Fuentes:
- Entrevista de Toni Binstock a Lina Jackson en Wheeler, Texas el 8 de diciembre de 1997. Cámara: Dale Scarberry. Notas Biográficas” Universitá Cattolica del Sacro Cuore y USC Shoah Foundation.
- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993. Volumen I. Páginas 62-63.
- Aussenlager Wolkenburg. KZ Gedenkstätte-flossenbürg Stiftung Bayerische Gedenkstätten.
- Frauen im KZ: Möglichkeiten und Grenzen der historischen Forschung am Beispiel des KZ Flossenbürg und seiner Aussenlager. Pascal Cziborra. BoD – Books on Demand, 2010. Página 121.
- Sinti und Roma im KZ Flossenbürg und in seinen Aussenlagern Wolkenburg und Zwodau. Norbert Aas. Bumerang, 2001.

lunes, 27 de julio de 2015

Alexander Gmerek

Alexander Gmerek
© Wiener Stadt- und Landesarchiv

Alexander Gmerek nació el 23 de febrero de 1869 en el seno de una familia Romaní.

Vivía junto a su familia en Berlín. 

Los nazis, poco antes de la primavera de 1943, habían comenzado la ola de deportaciones de Romaníes hacia Auschwitz, por ello Alexander y los suyos intentaron huir.

El 9 de julio de 1943 Alexander, muy cerca de conseguir su objetivo, fue detenido por la Gestapo cuando intentaba cruzar la frontera con Hungría. Lo trasladaron a Viena donde el 23 de julio de 1943 formalizaron contra él la acusación de “emigración ilegal”


Fotografías de Alexander Gmerek correspondientes 
a la ficha policial de la Gestapo de Viena
 © Wiener Stadt- und Landesarchiv

En el transcurrir de aquel verano Alexander y su familia fueron deportados al Campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau en Polonia, Alexander contaba setenta y cuatro años cuando llegó a aquel terrible lugar, recibió el número de prisionero Z-8737.

El 6 de marzo de 1944 Alexander Gmerek murió asesinado por los nazis en Birkenau.

Fuentes:
- Informe de la Gestapo de Viena Número 8, 27-29 de julio de 1943.
- Dokumentationsarchiv des österreichischen Widerstands. Sinti und Roma, alexander Gmerek.
- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993. Volumen II. Páginas 1246-1247.

domingo, 12 de julio de 2015

Rudolf Steinbach

Rudolf Steinbach
© Dokumentations und Kulturzentrum 
Deutscher Sinti und Roma

Rudolf Steinbach nació el 18 de febrero de 1928 en Lesau Wesermunde, Alemania.

El 13 de marzo de 1943 el joven Rudolf, de tan solo 15 años de edad y toda su familia fueron deportados desde Koblenz a bordo de un tren compuesto de vagones para transporte de ganado con destino al campo de concentración y extermino de Auschwitz-Birkenau en Polonia, habían nacido Sintis y en la ideología racial nazi ellos no tenían cabida. Tras el largo viaje las puertas de los vagones se abrieron…incertidumbre… miedo… Birkenau… le tatuaron en uno de sus antebrazos el número de prisionero Z-2201. Los deportados quedaron encerrados tras las alambradas del sector BIIe en el Zigeuner Familienlager. Ocho meses permaneció la familia unida en aquel lugar, los últimos ocho meses de toda una vida, los últimos besos a una madre, los últimos consejos de un padre… silencio… maldito silencio… cuánto dolor… 

Rudolf fue transferido al campo de Buchenwald donde tuvo que realizar trabajo esclavo en la cantera, posteriormente lo trasladaron al campo de concentración de Flossenburg y finalmente en una “Marcha de la muerte” al de Dachau, donde fue liberado por los aliados. En Birkenau habían quedado sus padres y sus hermanos allí murieron asesinados por los nazis.

Tras la guerra Rudolf volvió a su ciudad, Koblenz, a sus diecisiete años lo había perdido todo por ello tuvo que apañárselas para salir adelante.

Rudolf Steinbach ha dedicado gran parte de su vida a dar su testimonio a los más jóvenes, relatando su experiencia y su historia con el objetivo de que las nuevas generaciones conozcan la persecución que sufrió su pueblo durante la época nazi.
En agosto de 2010 participó en el acto conmemorativo celebrado en Birkenau con motivo del Día del Recuerdo del exterminio de los Romaníes, estas fueron sus palabras:

“Los nazis me trajeron aquí a Auschwitz el 13 de marzo de 1943. Fue aquí donde me tatuaron el número de prisionero Z-2201, y fue aquí donde perdí a toda mi familia. De toda mi familia, yo fui la única persona que emergió con vida de este infierno. No tengo un cementerio al que visitar, porque las tumbas de mis seres queridos no están allí. Por eso he venido aquí a Auschwitz, porque justo aquí, en este enorme cementerio, yacen los restos de mis padres y de mis hermanos. Juntos, debemos tener el cuidado de asegurarnos de que lo que pasó aquí nunca se olvide”

El sobreviviente del Porrajmos Rudolf Steinbach (izquierda) 
y Romani Rose en la ceremonia de ofrenda floral 
en la ceremonia en Birkenau de 2011.
© Dokumentations und Kulturzentrum Deutscher Sinti und Roma

El 23 de mayo de 2012 Rudolf Steinbach recibió el reconocimiento a toda una vida por parte de las autoridades, siendo galardonado con la Cruz Federal al Mérito de Alemania en una ceremonia celebrada en el Ayuntamiento de Koblenz.

La foto muestra la entrega de la Orden Federal al Mérito 
a Rudolf Steinbach (segundo en la fila delantera desde la derecha)
 junto a su familia. También vemos a Roger Lewentz, quien 
le entregó la Orden y al Alcalde Hofmann Göttig (segundo desde 
la izquierda)
© BSB

Fuentes:
- Rudolf Steinbach recibe la Cruz Federal del Mérito. Dokumentations und kulturzentrum Deutscher Sinti und Roma. 29 de mayo de 2012
- Rudolf Steinbach hat die KZ-Hölle überlebt. Doris Schneider en Rhein-Zeitung. 2010.
- Zwanzig Jahre für Bürgerrechte. Verband Deutscher Sinti und Roma, Landesverband Rheinland-Pfalz, 2005. Páginas 52-53.
- Day of Remembrance for the Extermination of the Roma. News Auschwitz-Birkenau Memorial and Museum. 2 de agosto de 2010.

- Memorial Book: The Gypsies at Auschwitz-Birkenau. State Museum of Auschwitz- Birkenau. K.G. Saur, New York. 1993. Volumen II. Páginas 858-859.