Hugo Franz |
Hugo Franz,
presidente de la Asociación Sinti Alemana en Düsseldorf, fue víctima de la
persecución racial alemana.
Franz nació en
Dresde en 1913, dentro de una familia Romaní cuyas generaciones
anteriores habían vivido en Alemania desde hacía 300 años. Cuando Franz se
graduó de la Escuela Secundaria (Gymnasium), las leyes raciales nazis le
impidieron matricularse para estudiar lo que él soñaba, Derecho. En su lugar se
matriculó en la Escuela Orquestal del estado de Sajonia y posteriormente
formó junto con sus tres hermanos su propia orquesta en Hamburgo, después de
1939 las autoridades nazis confiscaron sus documentos de identidad y no
permitieron a su banda que aceptara contratos.
Franz se vio obligado a abandonar su
profesión de músico y se puso a trabajar en la planta de cobre de la firma
Blohm y Voss.
Fue detenido
en enero de 1942, sobrevivió al posterior encarcelamiento en los campos de
concentración y trabajo de Sachsenhausen, Gross Rosen, y de Litomerice. Sus
experiencias se han publicado en una entrevista en Jörn-Erik Gutheil et al.
(Eds.) mußüberleben Einer: MIT Gespräche Auschwitzhäftlinge 40 Jahre danach
["Uno de nosotros debe sobrevivir: Conversaciones con los prisioneros de
Auschwitz cuarenta años después"] (Düsseldorf: Der Kleine Verlag, 1984),
pp 50-52:
“En ese
momento yo estaba viviendo con mis padres en Hamburgo. El 7 de enero de 1942,
fui arrestado por la Gestapo a las 5 de la mañana. Me dijeron que hiciera mi
macuto y que metiera mi cepillo de dientes y otros artículos de aseo. Le
dijeron a mi madre que me iban a trasladar a un campo de concentración...
En la
comisaría de policía, tenían que refrendar la orden de custodia preventiva para
proceder a mi detención, y así, fui encarcelado durante un mes hasta que
organizaron un transporte con destino a Oranienburg-Sachsenhausen.
Las palizas comenzaron ya durante el transporte. Nos
preguntábamos, ¿Qué sería de nosotros, y adónde nos llevaban?
Todo era
completamente nuevo y extraño. Nos quedamos en el frío sombrío de Sachsenhausen
durante cinco horas - era invierno - y nos entregaron luego al Departamento
Político.
Entrada al Campo de Concentración de Sachsenhausen. En el cartel de la puerta se lee "El trabajo os hace libres" |
Allí un Sargento de las SS me informó
que por ser gitano me habían trasladado a este campo de concentración, este era
el fin de mi camino, había llegado a una calle de sentido único, sin retorno.
En ese lugar, por primera vez en mi
vida, vi cabezas reducidas, como las que hacen los cazadores de cabezas, pero
estas se trataban de las de los jefes gitanos. Nos llevaron a un lugar en el
Departamento Político. Luego a un barracón, donde nos cortaron hasta el último
pelo de nuestro cuerpo, después a los baños, allí nos dieron una ducha helada.
Nos obligaron a entregar todas nuestras prendas de vestir y, a cambio nos
dieron nuestros uniformes de prisioneros - uniformes rayados-. Me entregaron
los zapatos, yo tenía una talla 39 y me dieron un número 43. En este momento, todo
parecía muy extraño. Los golpes empezaron cuando regresamos a los
barracones. Ya había presos Romaníes en este campo y yo sabía de la existencia
de algunos de ellos. Tenían contactos con el depósito de ropa y me la arreglé
para conseguir algo de ropa más decente. Cosieron un triángulo
marrón en mi uniforme de prisionero, porque me habían clasificado como asocial.
[El triángulo invertido de color marrón o beige, fue la marca especial
utilizada para identificar a los prisioneros gitanos, que fue sustituido con
frecuencia por el triángulo negro más común para los presos Romaníes
reclasificados como "asociales" en los campos de concentración.]
Nos separaron en diferentes grupos de
trabajo. Transportábamos las piedras que eran utilizadas en la construcción
y teníamos que llevar todo en el menor tiempo. Tuvimos que cargar
con sacos de cien kilos, dos prisioneros a la vez. Cualquier persona que
no fuese capaz de hacer esto, estaba firmando su propia sentencia de muerte,
porque los guardias de las SS con sus botas de goma les propinaban patadas sin
piedad. De los 100 hombres que formaban un comando de trabajo, frecuentemente
de 30 a 40 no llegaban al final del día...
[A mediados de marzo de 1942] nos
trasladaron para trabajar en una cantera de roca en el campo de concentración
de Gross Rosen, allí a menudo se trabajaba hasta la medianoche en la
construcción del campo. Dormíamos cuatro hombres con una manta. Las ventanas no
habían sido instaladas en nuestros barracones, y cuando nos despertábamos por
la mañana, teníamos hasta nieve en las mantas.
Entrada principal al Campo de Concentración de Gross Rosen.
© Holocaust Research Project
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Nuestras raciones consistían en un
pedazo de pan, que en el mejor de los casos solo tenían un 30 por ciento de
harina, y el resto consistía en castañas y aserrín. Una tarde, nabos, otra
tarde, café. Teníamos que ahorrar un poco de nuestro pan del desayuno para la
noche, y entonces nos daban un terrón de margarina para 60 personas. El
resultado de esta mala alimentación era la disentería. Como medicina, había
carbón o pastillas de tiza, y una sustancia blanca que había que
tomar con cuchara. El resultado era cero, nada en absoluto. La mayoría de los
prisioneros enfermos, morían. Un transporte de 5000 a 6000
prisioneros era eliminado completamente en unas ocho semanas. Yo también
contraje el tifus y llegado el momento pesaba sólo 78 kilos. Un amigo consiguió
que me trasladaran a la cocina, donde pelaba patatas. Allí no tenía que
trabajar tan duro, y recibía más de medio litro de la ración que me
correspondía cada día. Así es como me reestablecí de la enfermedad. De lo
contrario, el tifus significaba una sentencia de muerte. El crematorio no podía
mantener el ritmo. Vimos montañas de cenizas que se utilizaban para fertilizar
los campos. Cada vez que un prisionero alemán moría, las autoridades del campo
se lo notificaban a sus familiares. Estos avisos eran, por supuesto,
formularios preimpresos. Por lo general, declaraban que la causa de la muerte
se había debido a una condición de debilitamiento general o a una
insuficiencia cardíaca. Por 20 marcos, la familia podía recibir las cenizas del
difunto en una urna...
En Gross Rosen, a los Romaníes no nos
alojaron juntos en un barracón separado del resto, pero si podíamos saber quien
era Romaní por el color del triángulo…
Mi jefe de barracón había sido educado en un correccional,
empezando por las escuelas especiales y hogares y luego terminando en la
cárcel. Cada vez que quería escribir a casa, yo tenía que escribirle las
cartas, pero nunca recibí ningún beneficio por ayudarle a hacer esto. Un
prisionero alemán podría convertirse en un capo, un jefe de block, o incluso
llegar a ser mensajero para el Departamento Político. Un Romaní no podría nunca
conseguir alguno de estos puestos...
Yo estuve en Gross-Rosen hasta 1943 y
luego me trasladaron a un campo satélite, una planta química propiedad de BASF
en Dyhrenfurth cerca de Breslau. Allí había 300 prisioneros en esta fábrica. La
fábrica producía gas venenoso para armas como bombas y granadas, estas fueron
las últimas armas del Führer. Muchos presos se quedaban inconscientes y morían
mientras procedían al llenado de estas armas. Nos dejaron casi ciegos haciendo
este trabajo, nos colocaban unas pequeñas pastillitas en los ojos para dilatar el
iris para que asía pudiéramos seguir viendo. Debido a que trabajábamos con
estas armas secretas, nos obligaban a guardar silencio. No se me permitió
decirle a cualquiera de los otros prisioneros nada acerca de mi trabajo. Y
porque sabía estos secretos, esto tenía un doble sentido de desesperación y
desesperanza para mí, ya que los nazis no me permitirían sobrevivir.
Cuando Lodz fue liberado por los
rusos el 2 de enero de 1945, nos evacuaron y tuvimos que marchar a pie 70
kilómetros con los zuecos de madera de nuevo hasta Gross Rosen. Los
prisioneros demasiado cansados como para sobrevivir a la marcha fueron
asesinados. El campo principal de Gross Rosen se llenó más allá de la capacidad
que poseía, ya que todos los campos satélites habían sido desmantelados para
trasladar a sus prisioneros al campo principal. Después de una breve parada en
Gross Rosen, nos llevaron a Striegau .... Nunca olvidaré esa marcha. Las
mujeres de pie a lo largo de la carretera nos lanzaban piedras y otros objetos,
llamándonos "cerdos". En Striegau nos cargaron en vagones de carga
abiertos, pero la locomotora no llegó y nos vimos obligados durante toda la
noche a marchar de nuevo a Gross Rosen. Dos o tres centenares de prisioneros
estaban hacinados en un barracón que normalmente tenía capacidad para un
centenar de prisioneros, y estábamos empaquetados como sardinas en una lata.
En medio de la noche, los barracones
se iluminaron cuando empezó el ataque del campo. Los rusos pensaron,
probablemente, que los prisioneros habían sido evacuados, pero no sabían que
los prisioneros habían sido obligados a regresar esa noche. Rompimos las
ventanas y salimos al exterior para evitar los bombardeos. Vimos muchos heridos
y muertos esparcidos por doquier. A la mañana siguiente se volvió a organizar
el transporte a Striegau. Nos colocaron a cada cien prisioneros en vagones de
carga abiertos, sentados junto a las granadas que estaban atadas en el vagón.
Recogíamos la nieve del borde del vagón del tren con el fin de humedecer los
labios, ya que no habíamos recibido nada de agua durante todo el día. Viajamos
durante seis días en los vagones de carga abiertos desde Gross Rosen a través
de Dresde hasta Litomerice en Checoslovaquia, este último campo de
concentración se encuentra a cuatro kilómetros de Theresienstadt. Para
entonces, sólo había 13 prisioneros en mi vagón.
Llegamos al campo, un antiguo cuartel ya ocupado por prisioneros checos y
polacos. Las literas consistían en diez niveles de cajas y los niveles más
bajos ya estaban ocupados, un prisionero débil no podía subir tan alto. Nuestro
jefe de Block de Gross Rosen dispuso que nos enviaran a un campo satélite
pequeño llamado Elsabe. Los prisioneros trabajaban a 150 metros de
profundidad en los túneles de las minas subterráneas para terminar los motores
del tanque de la Compañía Elsabe de Chemnitz... Después de dos meses allí, me
enteré por un guardia, que los túneles estaban minados y serían volados con los
prisioneros dentro, para así evitar que estos motores cayeran en
manos del enemigo...
Hugo Franz sobrevivió al Porrajmos y
fue miembro del Consejo Central de los Sinti y Romá Alemanes, además fundó la
Asociación Estatal de los Sinti y Romá de Renania del Norte-Westfalia, de la
que fue su presidente. Hugo Franz y su familia han vivido cerca de
Colonia.
Hugo Franz |
Fuentes:
- Century
of Genocides: Edited by Samuel Totten, William S. Parsons. Tercera Edición, Capítulo 5 Holocaust: The Gypsies, Sybil Milton páginas
148-150
- Entrevista publicada en Jörn-Erik
Gutheil et al. (Eds.) mußüberleben Einer: MIT Gespräche Auschwitzhäftlinge 40
Jahre danach ["Uno de nosotros debe sobrevivir: Conversaciones con los
prisioneros de Auschwitz cuarenta años después"] (Düsseldorf: Der Kleine Verlag,
1984), pp 50-52.